viernes. 29.03.2024

El Gobierno de Trump, ¿camino de la anarquía institucional?

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La llamada guerra comercial en la que, a instancias de la presidencia republicana, parece haberse instalado en una batalla por ver quien pone el arancel más alto a las importaciones del contrario se ha extendido a todos los confines del mundo

Por Mario Regidor | La situación geopolítica internacional parece estar interiorizando la reciente gobernanza del ínclito Donald Trump. No es que estemos en disposición de afirmar que asistimos a un proceso de apaciguamiento en lo que a inestabilidad se refiere, ni mucho menos. Los equilibrios son cada vez más difíciles de conseguir y las organizaciones supranacionales (ONU, Unión Europea, OTAN, etc) encuentran cada vez más dificultades para hacer valer la fuerza del número y su autoridad moral internacional.

En este aspecto, la nueva doctrina impuesta a nivel internacional por el gobierno republicano de Donald Trump encarna un nuevo aislacionanismo y, en especial, una nueva política de alianzas que echa por tierra las de sus predecesores, independientemente de que fueran republicanos o demócratas. Me explico.

China y la Unión Europea parecen encontrarse en una situación de desventaja con respecto a Estados Unidos. Ya no somos aliados, parece decir Donald Trump. La llamada guerra comercial en la que, a instancias de la presidencia republicana, parece haberse instalado en una batalla por ver quien pone el arancel más alto a las importaciones del contrario se ha extendido a todos los confines del mundo atacando una realidad que se ha venido manteniendo inalterable a lo largo de la historia reciente y es el hecho de que, si se fomenta el libre comercio, las posibilidades de que dos naciones se enfrenten se vuelven muy remotas, cosa distinta pero también transversal en esta afirmación es si, con esta disposición actual del libre comercio, se fomenta una mejor y mayor redistribución de la riqueza que, como bien sabemos, también influye notablemente en las posibilidades de fomentar desequilibrios políticos internos y tensionar fronteras, por ejemplo. Sólo esta última afirmación vale para justificar un artículo aparte.

Este nuevo orden mundial derivado de un empobrecimiento notable del libre comercio cuyas consecuencias veremos, eventualmente, a medio o largo plazo, ya está contribuyendo, notablemente, a muchas tiranteces en las relaciones exteriores de numerosos gobiernos y en varios intentos de fortalecer la cohesión interna de las organizaciones supranacionales. El ejemplo más notable en este sentido es, naturalmente, la Unión Europea.

Recientemente, en una visita oficial del Presidente de Francia, Emmanuel Macron a España. Macron y el Jefe de Gobierno español, Pedro Sánchez coincidieron en plantear en una declaración conjunta la necesidad de acometer una reforma en profundidad de la Unión Europea con el objetivo de fortalecer su cohesión interna y afrontar, con determinación, los desafíos en política exterior, de los que los más importantes podrían ser la inmigración y la seguridad. Lamentablemente, creo que los que queremos un fortalecimiento de estas organizaciones supranacionales como vía para aumentar la cohesión frente a desafíos globales estamos perdiendo la partida. Y para muestra los párrafos siguientes.

Es curioso pero, en esta estrategia estadounidense clara de “Divide y Vencerás”, se nota la huella inestimable del Estratega Jefe de la Casa Blanca hasta principios de este año 2018. Nos referimos a Steve Bannon. Y digo, es curioso porque hace más de medio año que no forma parte del organigrama presidencial pero, sus diseños estratégicos se están implementando sin prisa pero sin pausa, siguiendo un guión preestablecido en una senda que parece previamente predeterminada. Parecería como si él hubiera querido forzar su salida de la Casa Blanca para allanar el camino a una nueva doctrina política, económica y social que podría calificarse, sin rubor alguno, como de Trumpismo, pero sin Trump.

¿Por qué digo esto? Primero, porque Bannon apostaba firmemente por una política internacional basada en el aislacionismo desde el primer momento, antes incluso de que fuera estratega jefe, ya cuando era jefe de campaña en las elecciones o, incluso en su plataforma mediática, Breitbart News arengaba en favor de una subida de aranceles y de retirar tropas de los escenarios internacionales. Es decir, el primer paso para ocuparse de regenerar el país por dentro: América First!!

Segundo, Bannon fue despedido de la Casa Blanca por unas críticas desaforadas a la hija y al yerno del Presidente Trump, Ivanka Trump y Jared Kushner ya que las rencillas entre ellos estaban a flor de piel y el presidente optó por defenestrar a su ideólogo jefe en detrimento de quien era sangre de su sangre. Pero, creo que esta salida fue premeditada. ¿Por qué? Bueno, Bannon ha recuperado su plataforma mediática y se ha metido en el corazón de la Unión Europea tejiendo lazos con los distintos partidos de extrema derecha y antieuropeos y fomentando la adopción de políticas en sus respectivos idearios mucho más cercanas al Trumpismo, con la intención de reventar la Unión Europea desde dentro o, al menos, contribuir crecientemente a su inestabilidad a medio y largo plazo. Sinceramente, en esta estrategia Bannon demuestra que, a pesar de haber sido despedido de la administración Trump, sigue estando muy unido a su presidente y trabajando por él y para él para un segundo mandato pero, sobre todo, para que el Trumpismo sobreviva a su creador. En este sentido, es muy interesante profundizar en la lectura del libro de Michael Wolff, Fuego y Furia que habla sobre la Casa Blanca de Trump y todos los personajes que la pueblan. No tiene desperdicio.

Todo lo anterior me induce a pensar… ¿Y si estamos en una situación en la que el Estado está dejando de lado sus funciones? ¿Y si la nueva ideología dominante en la derecha estadounidense y en el populismo extremista europeo se basa en que haya, cada vez, menos Estado? ¿Y si los propios poderes públicos están alentando, fruto de esos gobiernos y de las presiones populistas, un adelgazamiento del Estado hasta el punto de que nos encontremos en ciernes de lo que yo llamaría un “Anarquismo Institucional”?

Las consecuencias de lo anterior no se verán hasta pasado un tiempo pero conviene estar vigilantes porque, y espero equivocarme, vamos camino, no de un fortalecimiento de los Estados y las organizaciones supranacionales, sino de un plan predeterminado y calculado para imponer una ideología que aliente la libertad del individuo por encima de todo, la libertad empresarial y el Estado reducido a la mínima expresión, en detrimento de políticas coordinadas y colaborativas para solucionar problemas globales y, de esta manera, ser más permeables a influencias de grandes corporaciones empresariales y mucho más débiles para encarar desafíos que afecten a todos. Y si no, al tiempo.

El Gobierno de Trump, ¿camino de la anarquía institucional?