viernes. 29.03.2024

Fascistas en el paraíso

santiago-rivera-casado

José Bujalance C. | El fascismo de Vox y el nacional populismo de Ciudadanos, al que se acerca, ya sin vergüenza, el Partido Popular, son pura demagogia. Defender una economía ultraliberal es xenófobo.

El PP se radicaliza y se confunde con formaciones faltas de organización en todos los niveles políticos, quizá intentando dejar atrás sus innegables tramas corruptas de carácter estructural, que han hecho que los extremismos que habían absorbido desde posiciones conservadoras, incluso neocon, sean ahora quienes se planteen fagocitar al que fue partido de gobierno, dado su giro poco imaginativo y reaccionario, que parece acercarlo peligrosamente a una cultura misógina y homófoba más propia del ya caduco nacionalcatolicismo de referencias fascistas, alejado de la realidad social de un país más creativo y moderno culturalmente.

Vincular el ascenso de la extrema derecha a pactos con Podemos, hablar de Otegui o Puigdemont, es como poco simplista; tampoco hay que obviar que, hoy por hoy, sus formaciones políticas ni utilizan ni aprueban la violencia. Parece de poco recorrido hacerlo con las dificultades económicas, pues el fenómeno se produce también en países "menos afectados" como Suiza, por ejemplo.

El problema proviene de las contrastadas deficiencias de las políticas "clásicas" incluida la socialdemocracia y su falta de músculo, de respaldo por parte de movimientos ciudadanos; pero no hay que olvidar que el fascismo construyó redes y organizaciones a nivel incluso europeo.

La crisis económica no ayuda, pero lo preocupante es la social, y los partidos nacionalistas han sido raudos en desafiar a la Unión Europea escudándose en la imposibilidad de tomar medidas dado que "las decisiones se toman en Bruselas" a la que, por otra parte, no hay que restar críticas por su ineficacia, sobre todo en materia de política económica y fiscal.

El verdadero problema radica en el populismo, concretamente en el nacional-populismo, que fomenta la radicalización, mucho más entre la derecha, con proclamas sobre la seguridad e infundiendo miedo; negando valores humanistas y rayando en muchas ocasiones en una vergonzosa falta de ética.

Fascistas en el paraíso