jueves. 28.03.2024

Ciudadanía y política, un paso a su acercamiento

Por Yurena Monserrat Cabrera | El desencanto devenido no es con la política en sí, sino con los políticos y sus decisiones...

Por Yurena Monserrat Cabrera¿Acaso una gran parte de la ciudadanía no tiene razón al considerar la política como algo ajeno? ¿Acaso no es cierto que mujeres y hombres se sienten alienados de forma justificada, dados los constantes casos de abusos de poder que existen por parte de políticos?

En la radio, en televisión y entre unos y otras se escuchan, un día sí y otro también, casos de corrupción, prevaricación, tramas conjuntas con empresarios para el enriquecimiento propio con dinero de todos los contribuyentes, importando poco si se respeta la ley o no, porque, llegado el momento, se modifica sin mayor reparo una ley (o se ocultan los hechos en la gaveta más escondida del despacho). Se exculpa a narcotraficantes con una mal llamada ley de justicia universal, se imputa a jueces investigadores de corrupción, y, desgraciadamente, un largo etcétera de actos faltos de moral en sí.

Al tiempo recibimos recortes, una y otra vez, del estado de bienestar que nuestros abuelos nos legaron con sudor y sangre. Recortes hechos con tijeras antidemocráticas, perpetrados mediante leyes fabricadas a medida bajo el poder de la mayoría y sin el consenso requerido en democracia, justificados con argumentos de legitimación por el apoyo recibido en las urnas y en contra de las mareas que discurren por las calles de todo el país. Palpándose por todo ello, un profundo enfado, y lo que es peor, un gran desencanto de la población con la política.

Ante esta situación, ante este desencanto, ¿qué hacer? ¿Es solución decir “Todos los políticos son iguales”“Para qué votar si van a seguir robando, unos y otros”, o tal vez “¡Políticos! Esos no hacen nada”…, mientras nos quedamos sentados esperando que alguien cambie nuestra situación? No lo creo.

¿Es solución pensar que por el mero hecho de la mala gestión del actual gobierno del PP, otros partidos remontaremos en las urnas, mientras esperamos sentados las elecciones? ¿O acaso es solución ser la alternativa menos mala? Creo que no.

El desencanto devenido no es con la política en sí, sino con los políticos y sus decisiones. Con las fórmulas empleadas, cada vez más alejadas del pueblo. A la ciudadanía sí le interesa la política, porque la política es todo, desde los sistemas económicos financieros, pasando por la sanidad a la cultura.

Y es por esto que debe existir un profundo cambio. Un cambio en los partidos, donde se decida de una vez por todas reparar las carencias actuales y apostar por las necesidades clamadas por el pueblo; donde se trabaje no por ser la alternativa menos mala, sino para ser la mejor alternativa, una opción que nadie pueda rechazar, creíble y difundida.

Un cambio en la comunidad política, trabajando con transparencia y honestidad, invitando a la ciudadanía a la participación en la toma de decisiones como democracia a la que pertenecemos. Participación, no sólo cada cuatro años mediante la llamada participación representativa, sino a través de mecanismos dinámicos, diversos y flexibles, donde se pueda escuchar las variantes necesidades de la población que puedan llegar a producirse entre elecciones. Para ser político o política no basta con formación, capacidad de liderazgo, y rodearse de un buen equipo, también son necesarias cualidades como la honestidad, la honradez, la capacidad de consenso y de escucha.

Únicamente si se producen dichos cambios, se podrá conseguir modificar la conciencia de los ciudadanos y ciudadanas, y entonces querrán dar un paso hacia adelante, aportando ideas y propuestas, tanto a nivel individual como colectivo. Participando en asuntos públicos, directamente o por medio de representantes, como derecho constitucional reconocido (art. 23 – CE).

La política debe proporcionar las herramientas para que se produzca ese acercamiento, dándonos unos a otros la oportunidad de dialogar, escucharnos, debatir y llegar a consensos en los que no se excluya a ningún colectivo. Sólo así, se podrá producir el acercamiento que añoramos, un acercamiento absolutamente necesario, donde trabajar para tod@s, luchar por la igualdad de oportunidades, por la solidaridad, por el bienestar, procurando el progreso del municipio, de la isla, de la comunidad o del país, no sea, como en estos últimos tiempos, algo lejano e inalcanzable. Y sólo entonces, las preguntas con las que  comenzaba  este artículo, tendrán respuestas diferentes.

Ciudadanía y política, un paso a su acercamiento