jueves. 25.04.2024

Cataluña: mito vs realidad

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Pese a todo y a diferencia de unos políticos mediocres que no merecen gobernar una ciudadanía tan crítica, intercultural y diversa, la crisis catalana, puede ser vista como una oportunidad de avanzar en nuevos espacios de convivencia, de creación de cultura y talento

Por David Buxens | Cuando cumplo ya once años de emigración voluntaria a Cataluña desde ese paraíso que son las Islas Canarias, no puedo evitar, por un lado, conversar con tantas amistades, tantos cómplices de mi primera madurez, cómo les va a ellos a 3300km de distancia y por otro lado ¿Cuánto de cambio real he experimentado yo mismo?

Lo cierto, es que llegué a Barcelona hace once años ya, con varios objetivos que me parecieron atractivos, desafiantes y que podían hacerme crecer a nivel personal y profesional. Uno venía limitado por la insularidad, pero con unos valores que en Canarias te graban a fuego, humildad, afabilidad y capacidad de trabajo. Lo primero que me impactó al llegar a Barcelona fueron 2 cosas, lo grande y hermoso de vivir, estudiar y trabajar en una ciudad grande y en continua transformación, de tal modo que uno se pregunta siempre si existe una o en cambio muchas Barcelonas y el carácter abierto, tolerante y emprendedor de mis vecinos de ciudad.

Once años después y ya con la madurez de quien comienza a peinar canas, llego a la conclusión de que mi perspectiva ha cambiado al ritmo que lo hace también de manera inevitable la sociedad en la que me muevo, recuerdo perfectamente que en mis inicios en el barrio del Clot-Camp de L'Arpa los vecinos me acogieron con enorme facilidad y me ayudaron a adaptarme, yo entendía perfectamente el catalán ya que mi madre lo habla, si bien no con la precisión que exigen los gramáticos, ya que el franquismo prohibió todo lo que fuese “crítico” para el autoritarismo dictatorial. En mi primera etapa he de decir que incluso disfrutaba con la programación plural de TV3 e incluso me atreví a expresarme en catalán con otras personas de mi entorno gracias a series tan divertidas como Plats Bruts, Arrós Covat o Porca Misèria, eso y leer mucho me hicieron disfrutar mucho más y expandir mis expectativas en Cataluña.

Pero algo de todo esto empezó a cambiar a finales de 2011 y ya con las elecciones Autonómicas de 2012, verán yo soy abiertamente socialista, federalista, republicano y progresista desde los 16 años de edad, por tanto, fue un palo muy gordo ver al PP de Rajoy alzarse con mayoría absoluta primero y después que lo hiciera el albacea de los corruptos de la familia Puyol, Artur Mas en 2012, con el apoyo tácito del PP que dirigía Alicia Sánchez-Camacho quien fue puesta a dedo por Aznar al no aceptar éste último el resultado de unas Primarias (las primeras que celebraba el PP en toda España) y que ganó limpiamente la candidata (hoy musa del procés) Montserrat Nebrera. La condición para que Artur Mas fuese President de la Generalitat fue que aplicase los recortes que exigía el PP desde Madrid, disfrazando así dicho partido sus tropelías y corruptelas internas.

La cosa se le puso difícil a Artur Mas en Otoño de 2013, porque verán, los catalanes si algo tienen que los diferencie del resto de ciudadanos españoles según mi opinión es precisamente su capacidad crítica. ¿Que hay que hacer un esfuerzo ahorrativo y recortar gastos? Pues muy bien, pero nunca en Educación ni Sanidad. ¿Qué hizo entonces Artur Mas una vez roto el frágil pacto parlamentario con el PP? Lo único que salvaguardaba su imagen de político audaz y le permitía esconder los escándalos de corrupción de su partido (Convergència Democràtica de Catalunya por aquel entonces), arrimarse al Republicanismo crítico de ERC y tratar de hacer frente común ante los “desplantes e intolerables desmanes” del Estado opresor español”. Ambas formaciones se sirvieron de 2 lobbies radicalmente independentistas sin pensar en el peaje que éstos les cobrarían a largo plazo. La irrupción, aunque todavía con escasa fuerza de Ciudadanos (C's) partido de corte liberal-burgués y que trataba de ocupar espacio en el tradicional voto acomodado de la burguesía catalana complicaba aún más el panorama, si a ello le sumamos la creación de la propuesta independentista radical de la CUP y su cantera, Arran.

Llegamos a Noviembre de 2015, después de sentir conferencias sin base científica alguna, como aquella en la que David Fernández de la CUP hablando de “la superioridad del hombre catalán” (sic) el desgobierno y la aparición de nuevos casos de corrupción en Convergència (3%, Pretoria, Caso Palau, Caso Auditori....) hacen necesario para Mas convocar nuevas autonómicas disfrazadas de plebiscitarias en Noviembre de 2015 y concurriendo con ERC en la candidatura de JxSI daban cuenta ya de una fractura social que los lobbies de la ANC y OMNIUM atizaban irresponsablemente, que contribuía a sus intereses políticos y económicos. En la campaña, la CUP le dejó bien claro a Mas que la victoria independentista habría de estar en votos y en escaños, no sólo en escaños y sí el independentismo obtuvo mayoría absoluta en escaños, pero no en votos, donde ganaron las posturas no independentistas, por mucho que éstos incidan en incluir a “comuns”, confluencia catalana de PODEMOS dentro del independentismo, cuando en realidad son una bandera de convivencia.

El resto, ya lo saben los lectores, los tres parlamentarios de la CUP apartan a Mas de la gobernabilidad como condición sine qua non, éste nombra a Puigdemont como sucesor al cargo de President de la Generalitat, un alcalde de Girona que estaba muy discutido ya con sólo 18 meses en el cargo y para el que el nombramiento representó un premio que él creía justo pese a ir de número 4 por Girona y una huida de su mala gestión. Pronto se reveló un hombre autoritario, carlista visceral e influenciable por unos medios de comunicación cada día más crispados, partidistas y poco rigurosos. La presión de los lobbies, la CUP y los sectores más hiperventilados del independentismo fueron contraproducentes para un Govern de perfil bajo y altamente improductivo, que acabó con la respuesta contundente (quizás demasiado) del Gobierno Central tras la celebración del Referéndum ilegal del 1-O de 2017 y la proclamación de la fake DUI, el auge de la derecha intransigente de C's que a día de hoy ha demostrado no tener programa de gobierno alguno para Cataluña y la división social generada por las dos derechas existentes, la burguesa-carlista de los postconvergents y la liberal tradicionalista de VOX, PP, Falange y Ciudadanos. El final de la historia está por ver.

Concluyo este artículo diciendo que pese a todo y a diferencia de unos políticos mediocres que no merecen gobernar una ciudadanía tan crítica, intercultural y diversa, la crisis catalana, puede ser vista como una oportunidad de avanzar en nuevos espacios de convivencia, de creación de cultura y talento y, en definitiva, de bienestar social. Para ello se necesita tener en cuenta tres aspectos. El primero, que etimológicamente toda crisis conlleva el concepto de la dualidad griega, es decir, cambio y oportunidad, en segundo lugar que la democracia en el sentido griego del término no implica sólo el introducir una papeleta en una urna de votación, eso es la culminación del cursus honorum romano, los griegos no votaban, pero en caso de malversación y corrupción de la autoridad política, los responsables podían ser condenados incluso con el ostracismo y el exilio voluntario, a mí con que respondan solidariamente ante un Poder Judicial no politizado ya me valdría. Y, por último, hablando estos días con amigos y vecinos de ideología muy diferente y en ocasiones opuesta a la mía hemos llegado a la conclusión de que se necesita avanzar en aspectos sociales, mejorar nuestra Sanidad, cambiar de una vez un Sistema Educativo ineficiente en el mejor de los casos y dotarnos de unas leyes y un espacio de convivencia que nos permitan caber a todos. Si yo he podido debatir, cerveza fresca mediante con gente tan variada de derechas e izquierdas, nuestros representantes políticos DEBEN hacerlo so pena que los pongamos a trabajar en FastFoods como ellos han obligado a miles de jóvenes con talento de nuestro país.

Cataluña: mito vs realidad