viernes. 29.03.2024

El brexit y su influencia en las elecciones del 26J

Mario Regidor | Tratar de dilucidar hacia donde se dirige nuestro país y la Unión Europea en su conjunto se nos antoja, a estas alturas, como algo digno no de un politólogo sino, casi diría, de un futurólogo.

Este viernes nos hemos desayunado, después de un recuento maratoniano que ha durado toda la noche, con la salida del Reino Unido del seno de la Unión Europa. No podemos decir que su integración hubiera sido completa ya que no tenía el euro como moneda única ni tampoco se encontraba en el espacio Schengen, pero por la duración del vínculo comunitario, recordemos que ingresó en la antigua Comunidad Económica Europea en el año 1973, y por la importancia intrínseca del Reino Unido como país en el seno de la comunidad internacional, no cabe duda de que su salida afectará al resto de países miembros como una sacudida similar a un terremoto político y, sin duda económico (ya las bolsas están sufriendo serias caídas, en concreto el IBEX 35 un 11% ahora).

Por si fuera poco, tenemos unas elecciones este domingo en las que, todo apunta a que serán una reválida de los resultados electorales del pasado mes de diciembre ya que el reparto de escaños, con leves matices, será muy similar a la acontecida hace 6 meses. Evidentemente, esto muestra varias cosas, la más relevante es el apunte de que lo sucedido en diciembre pasado no es flor de un día, que el mutipartidismo ha venido para quedarse al igual que los partidos que lo encarnan y que hay que tratar de llegar a acuerdos que incluyan a dos o, incluso, tres fuerzas políticas a la hora de formar gobierno y desarrollar un programa a implementar durante la legislatura.

Teniendo en cuenta este escenario, a estas alturas de las elecciones, en el último día de la campaña, previo a la jornada de reflexión y a la votación del domingo, nos encontramos con la siguiente pregunta: ¿Cómo influirá el Brexit en los resultados del domingo?

Conviene destacar que las personas que tengan decidido el voto, seguramente, no van a modificarlo por el resultado del referéndum británico pero, a estas alturas, todavía hay un 18% de votantes que han decidido acudir a las urnas pero que no saben, todavía, qué sentido van a darle a su voto.

La experiencia me dice que no son votantes con posiciones extremas, que pueden decantarse por cualquiera de los partidos en liza pero que no lo harán guiados por la esperanza de soluciones radicales como la que se encuentra viviendo el Reino Unido en estos momentos.

Creo que, con el grado de polarización que viene sufriendo esta campaña desde mucho antes de su comienzo oficial y que, como estrategia les ha venido bastante bien, tanto a Unidos Podemos que, con la alianza con la ya, prácticamente y lamentablemente extinta, Izquierda Unida han logrado un incremento exponencial no en votos (la suma de ambos porcentajes de voto obtenido en las elecciones del pasado mes de diciembre es inferior a la suma que prevén los sondeos en la coalición conjunta) pero sí en escaños, como al PP que se ha pretendido en erigir como pilar garante de la estabilidad nacional e internacional desde posiciones de extrema austeridad y posiciones neoliberales en donde con el subterfugio de la moderación, no dejan de hacer mención a una coalición anti Podemos que no deja de ser claramente frentista. En esta situación, nos encontramos con una estrategia coordinada de ambos partidos que han querido polarizar la campaña en ambos extremos.

Ante dos partidos que abogan por un enfrentamiento directo sin ambages y que, sin duda, continuará una vez finalizada la campaña electoral y que, desde luego, no contribuirá a la formación del gobierno futuro debemos tener en cuenta que, si la nueva situación que debemos gestionar como país y como Unión Europea, con la salida del Reino Unido se rigiera por principios racionales y no se dejara llevar el voto por la euforia o el dramatismo, en un sentido o en el otro, y el votante optara por quedarse en un término medio en el que, como decía Aristóteles, siempre se encuentra la virtud, desde Voces Transversales tenemos claro cual debería ser el partido beneficiado y el que debería arrastrar a las urnas a la mayor cantidad de personas que no han decidido el voto a estas alturas. Nos referimos al PSOE.

El PSOE a lo largo de su historia y, muy en especial, desde la llegada de la democracia a nuestro país siempre se ha distinguido por un marcado europeísmo y por una tendencia claramente orientada a participar del proceso de construcción y ampliación europea desde posiciones de izquierda moderada, tratando de sumar y no de restar y ejerciendo la mediación comunitaria en todos las situaciones en las que ha sido necesario.

A todo lo anterior ha ayudado, durante los gobiernos de Felipe González y José Luís Rodríguez Zapatero, una estupenda remesa de ministros de Asuntos Exteriores, con mención especial a Javier Solana, posteriormente Secretario General de la OTAN y Miguel Angel Moratinos y Carlos Westendorp, durante muchos años Secretario de Estado de la Unión Europea.

Sinceramente, para lidiar con todo lo que viene en materia de política exterior conviene una actitud progresista pero con la moderación por bandera, donde la capacidad de diálogo con líderes políticos situados ideológicamente a la izquierda y a la derecha del panorama ideológico europeo, la mejor opción política, por experiencia previa, por bagaje, incluso por personas capaces de llevar a cabo una política en donde la moderación sea la tónica dominante, el PSOE encarna a la perfección el partido que debería gestionar y liderar en un entorno multipartidista como el actual la situación derivada del resultado del referéndum británico. Lo crean o no, con lo sucedido en Reino Unido, los experimentos deberían ser con gaseosa.

El brexit y su influencia en las elecciones del 26J
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