viernes. 19.04.2024

La abstención en la votación de investidura como forma de control político

Gregorio Artiles  | Ante la actual situación de falta de mayoría en el Congreso de los Diputados que consagre una legislatura monolítica de gobierno sin oposición real, convendría analizar la regulación existente para dar contenido político a la abstención que se analiza si se presentase a la investidura el candidato del partido con mayor número de diputados en el actual Congreso.

Esto no es consideración menor, porque el Gobierno en definitiva tiene su origen en el propio Congreso de los Diputados quien por medio de la votación de investidura otorga su confianza al presidente de Gobierno. Esta confianza, cuando se establece sobre la base de la abstención del principal grupo de la oposición implica una serie de consideraciones que los ciudadanos en general y en especial quienes han depositado su confianza en el PSOE han de tener en consideración a la hora de explicar su significado, y que son:

· La abstención en una investidura significa que se va a tener en cuenta la confianza a nivel personal que resultará del conjunto de votos restantes existentes en el propio Congreso de los Diputados, pero en este caso no implicará en forma alguna otorgada sobre la base del programa que presente el candidato a la investidura. La habilitación para la formación de Gobierno no implica conformidad para desarrollar su programa precisamente porque los principios o programa que se presentarían por el candidato ni siquiera existen en dicho momento. Las negociaciones rotas ya con otras formaciones políticas revelan una situación eventual y por ello la abstención.

· Una vez se forme gobierno (el del propio candidato) quedará establecida una recíproca interacción continua entre Gobierno y Cortes, y con ello control del gobierno (poniendo fin a las clamorosas ausencias de titulares de carteras ministeriales ante las Cámaras para explicar decisiones que han tomado en ejercicio “de funciones” desde hace mucho tiempo) y sin que ningún grupo político renuncie a la representación que tiene actualmente en el propio Congreso, implicando ello que cada grupo político asumiría (hecho no demostrado por todas las minorías en la actualidad) las suyas propias para la ejecución del “programa” de gobierno. Por tanto, se seguiría respetando el multipartidismo existente haciendo un servicio inmediato a la pluralidad democrática que ha sido reflejada en urnas en las dos últimas consultas generales realizadas en corto espacio de tiempo.

· Dado que conforme a la redacción del Título V de la Constitución Española de 1.978 las funciones atribuidas al Gobierno son simplemente las propias de un ejecutivo moderno, están asentadas en la práctica sobre un sistema político en el cual los partidos han pasado a ser la columna vertebral, articulando integración de gobierno y fuerzas políticas que lo sustentan, con lo cual la reprobación, reforma de iniciativas gubernamentales y similares situaciones propias de las relaciones entre ambos poderes desplazaría al propio Congreso, y no aplicaría la presumible institución que la estabilidad y hegemonía del Gobierno se configure para cuatro años

Si resumimos lo anterior en la configuración actual de las Cortes Generales, todos los partidos y coaliciones electorales tendrán la oportunidad de adquirir para bien o mal carta de naturaleza sin que puedan eludirla ante la autonomía gubernamental. Para ello sería necesario un gobierno en minoría y no en coalición, pues caso contrario, como lamentablemente se dedujo de la confusa situación que desembocó en los sucesos del sábado 1 de octubre en la sede federal del PSOE, se cometería el error de trasladar la hegemonía política de un gobierno así configurado a la propia de los gobiernos en coalición, donde el Congreso de los Diputados y las fuerzas existentes hoy serían sustituidos por las direcciones de los partidos que integran la coalición, y con ello estarían en manos de personas que ni siquiera integran el Gobierno.

Finalmente, una abstención en la votación de investidura a la presidencia del gobierno del candidato de la formación política que más representantes tiene en el Congreso de los Diputados y Senado, lleva implícito, aunque ello no es obligatorio, un mandato interno para que el Gobierno sea de reducida dimensión sin apelación a la discrecionalidad en su número y jerarquías que conlleva otro origen en su gestación.

Así pues, es legítimo considerar resumiendo para cualquier ciudadano sea o no votante socialista que, si finalmente el PSOE se abstiene tras la conformación de las Cortes en virtud de las elecciones del pasado 26J, implicará ineludiblemente una serie de doctrinas políticas inherentes a tal situación, cuales son:

1.      Se inviste un candidato, no un programa, los antecedentes de programas anteriores del mismo candidato son de incumplimiento sistemático de lo prometido entonces, y por ello en nada puede sorprender se vuelva a incumplir ahora.

2.      No se altera el resultado electoral de multipartidismo existente tras las dos últimas consultas electorales generales con lo que cada partido deberá asumir su grado de responsabilidad política a partir de este momento de forma individualizada, sin que uno se pueda escudar en lo que hace el otro.

3.      El control del gobierno volverá a ser efectivo pues existe práctica de obstruccionismo parlamentario en función de la cual los ministros han dejado de rendir cuenta de decisiones ejercitando “sus funciones” precisamente utilizando el mismo argumento de “estar en funciones”.

4.      El propio gobierno puede configurarse exclusivamente sobre el partido que lo sustenta hasta hoy, pues no necesita coalición alguna para que lleve a término “su programa” sin que sea necesario que se desplace el centro gravitatorio de la política del gobierno a las direcciones respectivas de los partidos coaligados que pueden muy bien ni siquiera formar parte del propio gobierno.

5.      La dificultad parlamentaria para derribar tal gobierno conlleva mucho más que meras apelaciones a su ineficacia (la llamada crítica parlamentaria negativa) la posible alternancia configurando nueva mayoría que sustente cualquier otro gobierno.

6.      Llevaría implícito un mandato concerniente a sencillez estructural y configuración horizontal, los ministerios imprescindibles y la menor burocracia favorecerán la adecuada interacción Gobierno-Cortes Generales y en especial Congreso de los Diputados.

No es decisión del agrado de los militantes ni votantes socialistas, pero esta decisión democrática es nuestra y no conviene la mediten y decidan otras personas sino nosotros (mujeres y hombres) pues caso contrario como bien sentó en sus escritos sobre Reformismo Social y Lucha de Clases y otros textos el fundador del PSOE Pablo Iglesias caeríamos en el error (apreciación de hechos) de actuar desunidos, y lo que precisamente teme la derecha política en España es nuestra unidad

La abstención en la votación de investidura como forma de control político