jueves. 28.03.2024

El ruido (7)

En la sociedad actual, es imposible cometer asesinatos que estén bien vistos o, mucho mejor, considerados como una forma artística...

En la sociedad actual, es imposible cometer asesinatos que estén bien vistos o, mucho mejor, considerados como una forma artística más de la sensibilidad humana. Lo que no impide, valga el contrasentido, de que la gente siga asesinando en cualquier modalidad, artística o de forma chabacana y vulgar.

A veces, y sólo a veces, se mira con cierta complacencia a la mujer que acuchilló a su pareja –¿quizás, habría que decir “parejo”?-, que venía atormentándola de malos modos durante décadas. 

Sin obviar que comparto ese gusto, añadiría que muestro idéntica solidaridad gustosa con quienes, armados de un cuchillo o de una pistola, deciden hacer lo propio con unos vecinos que, día a día, mes a mes, año tras año, toda una vida, no han hecho otra cosa que meter ruido a todas las horas de esos días, de esos meses y de esos años.

Y que, como consecuencia de esta pertinaz y uniforme serenata, convirtieron sus vidas pacíficas en un infierno.

No sé si se dan cuenta, pero las personas ruidosas y gritonas son capaces de sacar lo peor de sus semejantes. Sin que ellos lo pretendan conscientemente –lo que aumenta su culpabilidad-, transforman de forma lenta pero segura a un apacible doctor Jekill en un temible Hyde, o viceversa, que el orden de los factores no cambia el ruido final.

En esta sociedad, existen ciertos asesinos que no surgen de la nada.

 Somos las demás personas quienes los estamos incubando con nuestras delicadas maneras de mover los muebles de la casa, las sillas del comedor, de pasar el aspirador a las dos de la madrugada, de gritar a los hijos porque no estudian, de poner la televisión y la radio para que los puedan oír los sordos de Ceilán…

Para bien y para mal, casi todo lo que hacemos repercute en la vida de los demás.

Y, si lo que influye en ellos son los efectos del ruido que hacemos, no extrañará que un día de estos alguien llame a la puerta de nuestras casas… y sea ya demasiado tarde para disculparse.

El ruido (7)