jueves. 28.03.2024

Revoluciones de Julio

Julio ha sido un mes revolucionario y de declaraciones de independencia, como en Argentina, Colombia, Perú o Venezuela. Un mes de revoluciones sonadas, como en Estados Unidos el 4 de julio, en Francia la toma de la Bastilla, la Revolución Sandinista o un 26 de julio en Cuba. Sin ánimo de sentar cátedra, que ni se ni puedo, me voy a referir, en unos cortos apuntes, a algunos de estos acontecimientos.

La Bastilla era una fortaleza símbolo de la autoridad arbitraria de la monarquía absoluta y que Richelieu convirtió en prisión del Estado. Albergó a presos ilustres como el escritor Voltaire, el marqués de Sade o Diderot. El 14 de julio de 1789, miles de trabajadores parisinos armados, tomaron el lúgubre edificio. Fue el primer paso hacia la Revolución francesa, que ya no se detendría hasta acabar con la monarquía francesa y llevar a Luis XVI y a su familia a la guillotina. Según Edward Regby, esta Revolución sea «la más notable que se haya llevado a cabo en la sociedad humana». El pueblo, grande y sabio, condujo la lucha por los derechos y la liberad de la humanidad.

Una revolución no termina en el momento que se produce. Tanto antes como después, el salto revolucionario se apoya y se encuadra en un proceso histórico-material-social. En una concepción marxista, la revolución es entendida como proceso histórico dentro de un proceso histórico general que la prepara, que se lleva a cabo con la vista puesta en los valores que deben primar, que deben recoger los que la humanidad ha ido alumbrado en su historia. En el pensamiento marxista de la revolución no hay cortes ni comienzos radicales sin intervención, consciente y voluntaria, del sujeto social, que tiene que asumir la problemática del cambio social y llevar a cabo las acciones concretas.

Esto ocurrió en la mayoría de los procesos revolucionarios, que llevaron a la independencia en Latinoamérica. Karl Marx tenía una visión idealizada de las revoluciones. Las llamó «parteras de la historia», por considerarlas eventos en que fuerzas nuevas rompían los moldes obsoletos que las aprisionaban, alumbrando sistemas políticos nuevos y superiores. La revolución americana, que dio lugar al Día de la Independencia del 4 de julio de 1776, fue profunda, impactante y duradera.

La revolución americana, vino a romper con el autoritarismo de la monarquía inglesa. Estados Unidos, al lograr la independencia, se convirtió en la primera república democrática representativa de la historia de la humanidad. La Declaración de independencia se entiende como un antecedente de la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano, lograda tras la revolución francesa de 1789, que recogía las pretensiones democráticas anheladas durante siglos por los sectores más progresistas. La república democrática representativa se sustentaba en los dos pilares básicos de toda democracia: el sufragio universal y secreto y la libertad de prensa. Abraham Lincoln bautizó al nuevo sistema como «El poder del pueblo, para el pueblo, y por el pueblo».

En Colombia, nadie sabía exactamente qué iba a pasar aquel 20 de julio de 1810, pero en el ambiente algo se respiraba. Fue un viernes, día de mercado y el pueblo en las calles de Santa Fe. Indios, blancos, patricios, plebeyos, ricos y pobres empezaron a apedrear vidrieras y a forzar las puertas del palacio. El Virrey, las autoridades militares y los españoles, contemplaron perplejos el súbito y violento despertar del pueblo. Acevedo Gómez, uno de los jefes de la oligarquía criolla, reunió al Cabildo y constituyó una Junta de Gobierno que sustituiría al virreinato. Se firmó el Acta de Independencia, que daba la soberanía al pueblo, arrebatándosela al «augusto y desgraciado Monarca Don Fernando VII» El 20 de julio, el movimiento bogotano, local, definía lo que iba a ser el territorio de la Nueva Granada. (Germán Mejía).

La declaración de la Independencia del Perú, representa uno de los hechos importantes en la historia de América por la liberación del yugo español. Lima vivía una gran escasez de alimentos y la población reclamaba la presencia del libertador argentino José de San Martín, que ya había conseguido la independencia de Argentina y Chile. Aquel 28 de julio de 1821, amaneció lluvioso y templado. En la Plaza de Armas, dieciséis mil personas escuchaban la proclama de San Martín, que mostrando la bandera de Perú, proclamó: «Desde este momento, el Perú es libre e independiente por la voluntad general de los pueblos y por la justicia de su causa». ¡Viva la Patria!, ¡Viva la libertad!, ¡Viva la independencia!. Quedaba declarada una nueva nación, emancipada y libre.

El Frente Sandinista de Liberación Nacional, (por César Augusto Sandino, héroe de la resistencia nicaragüense contra la ocupación norteamericana entre 1927-1933), desde un principio se manifestó contra la dictadura de la familia Somoza, contra la influencia norteamericana y a favor de establecer un régimen socialista. Sus tácticas guerrilleras desencadenaron brutales y sangrientas represalias por parte de la Guardia Nacional. Bajo el liderazgo de Daniel y Humberto Ortega, que encabezan la revolución, derrocaron a la dictadura el 19 julio de 1979.

La Revolución Sandinista, provocó cambios profundos y duraderos en Nicaragua. En un principio se confiscaron las enormes posesiones de los Somoza y se nacionalizaron las principales industrias, aunque no se aplicó una política de economía centralizada de estilo soviético. Los nuevos gobernantes trataron de introducir cambios políticos, sociales y económicos. El nivel de analfabetismo se redujo significativamente y los grupos marginados, mujeres, jóvenes y población rural comenzaron a participa más activamente. El principal problema con el que se toparon fue la Contra, ejército guerrillero armado y subvencionado por la administración de Ronald Reagan. En 1990, los sandinistas perdieron el poder en unas elecciones libres.

El 26 de julio de 1953, fuerzas del Ejército Rebelde, encabezadas por Fidel Castro Ruz, asaltaron los cuarteles de Moncada, en Santiago, y Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo. El ataque marcó el inicio de la liberación que se hizo realidad el primero de enero de 1959. Un centenar de jóvenes, irrumpió en el cuartel para levantar el espíritu de rebeldía nacional y encendía la antorcha revolucionaria. La revolución puso fin a la dictadura de Fulgencio Batista, que había llegado al poder en 1952 por un golpe de Estado, con el apoyo del Ejército, el imperialismo y la burguesía. Cuba vivía en la degradación social producto de la dominación imperialista y la Habana era un gran burdel donde se divertían los norteamericanos y hacía grandes negocios la mafia.

Entre los principales logros de la revolución cubana, destacan los beneficios en áreas como salud, deporte, cultura y educación. Es el único país latinoamericano sin desnutrición infantil, con la esperanza de vida más alta de América Latina, con una escolarización del cien por ciento, ningún niño viviendo en la calle y con acceso universal al sistema de salud. Todo, pese al bloqueo que sufre la isla por EEUU. Poner fin al bloqueo es poner fin a la crueldad, porque es injusto y viola los derechos humanos. El bloqueo contraviene el principio de igualdad soberana, principio de no intervención y principio de independencia. Además es inmoral porque lo sufre el pueblo cubano. Solo los cubanos que viven en la isla, deben ser los llamados a reclamar cambios radicales o modestos. Obama intentó la apertura y Trump vuelve frustrar.

El 5 de julio de 1811, el Congreso de Venezuela declaró su separación de España, mediante el Acta de la Declaración de la Independencia, que establecía la igualdad de sus habitantes, la abolición de la censura y la libertad de expresión. Se consagraba el principio constitucional y se opuso a prácticas políticas, sociales y culturales impuestas por el Imperio español durante 300 años. Hubo guerras por la independencia. En la Batalla de Carabobo, el Ejército Republicano, al mando de Simón Bolívar, logró vencer al Ejército español. Con estos acontecimientos, creció el espíritu de independencia en América del Sur, bajo el liderazgo militar y político de Simón Bolívar. Hoy, otra suerte de revolución sufre el pueblo venezolano; veremos como termina.

Con las revoluciones pasa como con la lluvia, que no llueve a gusto de todos y debería. En España también tuvimos la nuestra rebelión, con el golpe de Estado fascista, que provocó una guerra de tres años y estableció una dictadura de cuarenta; que asesinó y enterró en fosas comunes, cunetas, caminos o en las tapias de los cementerios; rompió la convivencia, usurpó derechos, eliminó libertades y reprimió los derechos humanos.

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