jueves. 28.03.2024

El Nobel de la Paz era guerrero

Cuando le dieron el premio Nobel de la Paz a Barack Obama, todavía no había hecho nada para merecerlo, solo palabras.

Se precipitaron. El galardón, se otorga «a la persona que haya trabajado más o mejor en favor de la fraternidad entre las naciones, la abolición o reducción de los ejércitos existentes y la celebración y promoción de procesos de paz». Cuando le dieron el premio Nobel de la Paz a Barack Obama, todavía no había hecho nada para merecerlo, solo palabras. No quiero quitarle otros méritos, pero paz al mundo no ha traído.

Lejos quedan aquellas declaraciones, que anunciaban una «nueva era» en las relaciones exteriores de Estados Unidos con Rusia, Europa y los países árabes, con cambios importantes sobre las políticas de George W. Bush. El 20 de enero de 2009, pasó a ser el 44º presidente, el primero afro americano de la historia. En septiembre de ese mismo año le fue concedido el Premio Nobel de la Paz, «Por sus extraordinarios esfuerzos para fortalecer la diplomacia internacional y la colaboración entre los pueblos». Tempranero fue el galardón. Si observamos las biografías de los personajes a quienes se les ha concedido, antes y después que a Obama, podría ser hasta ofensivo.

El Premio Nobel de la Paz 1993, fue otorgado conjuntamente a Nelson Mandela y Frederik de Klerk «por su trabajo para la terminación pacífica del régimen del apartheid, y sentar bases para una nueva Sudáfrica democrática». En el 90 a Mijaíl Gorbachov «por su papel de liderazgo en el proceso de paz». Se lo dieron a Aung San Suu Kyi «Por su lucha no violenta por la democracia y los derechos humanos» y a Rigoberta Menchu «en reconocimiento a su trabajo por la justicia social y la reconciliación etno-cultural» . Al propio Jimmy Carter «Por sus décadas de esfuerzo incansable para encontrar soluciones pacíficas a los conflictos internacionales». A Willy Brandt, por su Ostpolitik de Alemania Occidental, el otorgado conjuntamente a Yasir Arafat, Isaac Rabin y Shimon Peres. Henry Kissinger y Lê Ðức Thọ (que lo rechazó), por la firma del Acuerdo de París en 1973, que establecía el alto el fuego en la guerra de Vietnam». El Dalái Lama, la madre Teresa o Desmond Mpilo Tutu, entre otros personajes. Tamben a instituciones y organizaciones no gubernamentales como Cruz Roja, Amnistía Internacional, UNICEF o Médicos sin Fronteras.

No voy a cargar a Obama la responsabilidad sobre las guerras, porque guerras ha habido siempre. Se han cumplido los cien años desde que estalló la Primera Guerra Mundial y ahora se conmemoran los setenta desde que terminó la Segunda. Desde entonces no han parado: guerras mundiales, civiles, locales, regionales, de agresión o de defensa; de religión, ideológicas, coloniales, de clase y económicas, del petróleo, contra la droga, informáticas, contra el terrorismo, el independentismo o insurgentes; guerras relámpago o interminables, sin cuartel, abiertas, sin declarar o declaradas; hasta guerra fría ha habido, calientes lo son todas. En algunos casos no lo llaman guerra, sino conflicto o de baja intensidad, eufemismos que esconde intereses geoestratégicos, provocados por canallas justicieros o iluminados de la muerte. Parece como si al principio de los tiempos, alguien hubiera dicho: «¡Anda y a ver si os matáis los unos a los otros!».

Continúa la guerra de Israel contra el pueblo palestino, desde 1948; y con el triunfo electoral de Netanyahu, parece que va a ir a peor. Se ha abandono la idea de un Estado palestino, sacrificando la política exterior y buena relación con EEUU y Europa, por intereses electorales. Acusó que las organizaciones izquierdistas y los gobiernos extranjeros estaban apoyando a los árabes de Israel con ingentes cantidades de dinero. En la actualidad existe desencuentro entre Israel y EEUU. Obama defiende el derecho a decidir su propia política de seguridad nacional y no seguir haciendo lo que los israelíes entiende como necesario, sobre los supuestos planes nucleares de Irán. Por su parte el presidente François Hollande, ha reconocido los «derechos legítimos de Irán al uso pacífico de la energía nuclear», en la reunión entre Irán y el 5+1 (EEUU, Reino Unido, Francia, Rusia, China y Alemania). Insiste en la necesidad de llegar a un «acuerdo duradero, robusto y verificable» sobre el programa nuclear iraní, que garantice que Irán no tendrá acceso a armamento nuclear.

Obama heredó de Bush al menos dos guerras: la de Irak y la de Afganistán. Pese a la falsa declaración, en el portaaviones Abraham Lincoln, vestido de piloto de combate, anunciando la victoria contra Irak, la guerra sigue. Del engaño de las armas químicas no quiero ni hablar. En aquel escenario y con uniforme, Bush renovó su amenaza de destruir a «personas, organizaciones o gobiernos», implicados en actividades terroristas, y utilizó el ejemplo de Irak para demostrar que sus palabras no eran vanas. Los EEUU de Obama, sigue en «en una guerra inexistente en Irak, que extendió a Siria». Guerras sin nombre, guerra solo aérea, con suficientes militares sobre el terreno.

La guerra civil afgana de 1978 y la guerra de todos contra Afganistán, ha provocado más de dos millones de muertos y no ha terminado. Conocemos que EEUU mantendrá a 9.800 militares en el territorio, al menos hasta final de año, en lugar de reducir esa cifra a la mitad, como se preveía. Promesas incumplidas. Obama, que se había comprometido a poner fin a las guerras en Irak y Afganistán, por unas cosas u otras, no lo está cumpliendo. EEUU y él tienen sus intereses.

La tercera guerra que Obama ha heredado de Bush, es contra el terrorismo, que ahora hace suya. En enero, pidió al Congreso, su apoyo para consolidar un cambio en las estrategias de guerra  y la autorización del Capitolio para atacar a los yihadistas del movimiento Estado Islámico en Irak y Siria. Presentó su nueva estrategia para liderar el mundo: «evitar, en lo posible, las invasiones militares terrestres y compartir los desafíos con grandes coaliciones internacionales y transversales». Un liderazgo más inteligente, combinando el poder militar con la diplomacia fuerte, aprovechando su poder para crear coaliciones. Algo como lo que ha ocurrido, en la ofensiva internacional contra la oposición yemení, del movimiento chií y los bombardeos de Arabia Saudí en coalición con Emiratos Árabes, Kuwait, Bahréin, Qatar, Jordania, Marruecos, Egipto y Pakistán. Ppero Yemen es algo más que una guerra entre suníes y chiíes.

«Quiero que el pueblo estadounidense comprenda que el esfuerzo que vamos a desarrollar será diferente de las guerras en Irak y Afganistán. No habrá tropas de combate estadounidenses luchando en suelo extranjero», para expulsar al movimiento «Estado Islámico donde quiera que exista». Su poderío aéreo, apoyará a las fuerzas aliadas combatientes sobrere el terreno. «Es la estrategia que hemos seguido con éxito en Yemen y Somalia desde hace años». Espera calmar a quienes denuncian los 7.000 muertos estadounidenses en Irak y Afganistán. El EI, que ya tiene su propia guerra. Los 2.000 bombardeos que le han caído encima son una prolongación de la Guerra iniciada en 2003 para derrocar a Sadam Husein. No tiene visos de finalizar.

En Siria la guerra civil está en su cuarto año. Han muerto al meno 200.000 personas y 18 millones son víctimas entre refugiados y desplazados en el interior. Gran masacre humana y máxima destrucción de infraestructura. Los intereses, especialmente los de Rusia e Irán, podrían generar un diálogo político que diese resultados, pero no lo parece. Según ACNUR, las guerras en Siria e Irak elevaron las solicitudes de asilo a las cifras más altas en 22 años, las solicitudes en 2014 se sitúan en 866.000, presentadas en países industrializados, un 45% más que en 2013, cuando se registraron 596.600.

EEUU tiene intereses en la guerra de Ucrania. Podríamos decir que el conflicto empezó en noviembre de 2013, pero viene de lejos. El presidente Víktor Yanukóvich, decidió abandonar las negociaciones con la UE sobre un Acuerdo de Asociación, porque no era ventajoso para Ucrania. La guerra de los oligarcas que comenzó a mediados de los 90 sigue gozando de buena salud. Es un país con dos identidades: los que quieren mantener lazos con Rusia, y los nacionalistas que quieren acercarse a Occidente, que va contra los intereses de Rusia; y los intereses de Europa son los de EEUU. Ya dijimos que «el fantasma de la guerra civil, está más a la vista que nunca». Lo de Ucrania puede llegar a ser una guerra eterna; nadie apuesta por su fin. «Cambian los gobiernos y se producen insurrecciones que parece van a instaurar una nueva forma de hacer política», pero no. Rusia y Europa reaccionan para aprovecharse de la situación y EEUU al acecho.

Hay razones por las que los EEUU de Obama, pueda estar preparando el terreno para una guerra contra Rusia, utilizando la guerra civil en Ucrania como excusa provocada. La guerra es una buena justificación para continuar emitiendo deuda soberana y consolidar el dólar americano. Le permitiría controlar la UE y al resto de países europeos (que ya se ha iniciado con el Tratado Trasatlántico entre los Estados Unidos y la Unión Europea). Una guerra contra Rusia (y contra Irán) justificaría el control total sobre los medios de comunicación, reduciría la competitividad en el mercado de recursos energéticos y permitiría a Washington controlar la producción de crudo de Oriente Medio y perpetuar el sistema del petrodólar. La guerra permitiría a los gobiernos atacar derechos y libertades civiles. Algo ya conocemos por aquí. El gobierno de Rajoy ha aprobado su «trío de mordazas»: ley de seguridad ciudadana, código penal y ley antiyihadista. Tendremos tiempo de hablar sobre ello, si nos lo permiten.

Obama tiene sus propias guerras. En Pakistán incrementó los bombardeos contra líderes de Al Qaeda y talibanes. Libia fue la segunda de su propiedad, que se desarrolla en los cielos, sentado «en el asiento de atrás, dejando a franceses y británicos la conducción de la guerra». La participación de EEUU fue determinante. Los europeos en coalición no hubieran podido sostener la campaña. La guerra no fue secreta pero sí opaca, porque Obama no quería dejarse ver. La guerra en Libia, que derrocó a Gadafi en 2011, continúa y ha convertido todo en un caos. La ONU informa que entre 200.000 y 300.000 combatientes disponen de armas y luchan por alguna de las dos facciones que se disputan el poder. El movimiento yihadista EI ha tomado posiciones. La tercera guerra de Obama se está determinando entorno a Irán, junto a Israel, Arabia Saudí y otros, que consideran el supuesto programa nuclear iraní una amenaza de primer orden. Sobre la de Ucrania ya hemos hablado.

Las amenazas contra Venezuela pretenden el dominio del continente. «Venezuela es una amenaza extraordinaria para la seguridad de EEUU», dice el decreto Obama y cuando un presidente norteamericano dice algo así hay que preocuparse. La guerra económica ya está en marcha. Se insta al gobierno venezolano a liberar a los prisioneros políticos. EEUU ha congelado los activos financieros, prohibido la entrada en el país a siete altos funcionarios venezolanos y se anuncian más sanciones. El nuevo y peligroso giro que ha tomado la política de Obama contra Venezuela forma parte de una conflagración contra la Revolución Bolivariana. EEUU apoya a quienes han dirigido actos sediciosos contra el gobierno. Felipe González, parece que está jugando esa baza, en lo que podría considerarse como una injerencia en los asuntos internos del país latinoamericano. Maduro llama a Felipe González «lobbista» y lo acusa de apoyar un golpe contra Venezuela. El golpe está asegurado; otra cosa será si triunfa.

Hablando de guerras, permítanme una divagación al paso. Este año se cumplen siete décadas del fin de la Segunda Guerra Mundial, que se llevó por delante a 60 millones de personas. Se han acuñado monedas de 200 euros, en conmemoración de los 70 años de paz. Pero en España no han sido 70. Durante 35 años, sufrimos una de las dictaduras más criminales, que dejó demasiados muertos en las cunetas. Es un insulto a la dignidad, que el rey Felipe aparezca en la dichosa moneda con ese lema, que muestra nula sensibilidad hacia las víctimas y poco sentido democrático. Por cierto en el Senado, todos los grupos políticos, a excepción del PP, han pedido la creación de una Comisión de la Verdad del franquismo, para «reconocer y apoyar a las víctimas» y cumplir con las resoluciones de la ONU, sobre el derecho a la verdad, justicia y reparación, que juzgue las desapariciones y emprenda las reformas necesarias, para que no se consideren crímenes amnistiados, a efectos de la ley de Amnistía de 1977.

Peter L. Bergen, director del programa de seguridad nacional de la New America Foundation, da un repaso a los principales hitos de Barack Obama. Ha diezmado a los líderes terroristas de Al Qaeda; ha colaborado en el derrocamiento de Muamar Gadafi; ha intensificado los ataques con aviones no tripulados en Pakistán; ha librado eficaces guerras encubiertas en Yemen y Somalia; autorizó triplicar el número de tropas estadounidenses en Afganistán; ordenó y supervisó la operación que acabó con Osama bin Laden y los conflictos sigue siendo los mismos y ampliados.

Obama llegó al poder con la promesa de poner fin a «una década de guerras». Ahora prepara nuevas formas guerreras y campañas bélicas sin final definido. El giro en su política exterior, promete marcar su legado. Si Obama recibió en herencia las guerras de Irak, Afganistán y contra el terrorismo, tiene en su haber los conflictos en Pakistán, Siria, Libia, Ucrania, amenazas a Venezuela y lo que esté por venir. Si «las chicas son guerreras» según el grupo Coz, porque tienen algo especial, lo especial del Premio Nobel de la Paz 2009 es que es guerrero. Por sus actos le conocemos; no por sus dichos.

El Nobel de la Paz era guerrero