jueves. 28.03.2024

Luchando contra la pobreza y la desigualdad

Con motivo del Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza (17 de Octubre), la Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social (EAPN), hace un llamamiento para que desde todas las instancias públicas y privadas, se pongan todos los medios y recursos, en la lucha contra la pobreza y la desigualdad, declarando que es una responsabilidad ética y política de toda la sociedad.

En la declaración sobre el Día Internacional, el Secretario General de la ONU, destaca que «La pobreza no se mide solamente por la insuficiencia de ingresos; se manifiesta en el acceso restringido a la salud, la educación y otros servicios esenciales y, con demasiada frecuencia, en la denegación o el abuso de otros derechos humanos fundamentales». Todos los males proceden por la desigualdad económica, en la brecha entre ricos y pobres, sea entre individuos, grupos sociales, poblaciones o entre países, en la distribución de sus activos, riqueza o renta. Por ello, una sociedad justa, ha de luchar contra esta desigualdad que afecta al bienestar y a calidad de vida.

El objetivo de las Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible de «poner fin a la pobreza en todas sus formas en todo el mundo». Para entender completamente la pobreza en sus múltiples dimensiones, se debe ir más allá de observarla como la falta de ingresos o lo que se necesita para el bienestar material, como la alimentación, la vivienda, la tierra y otros activos. El tema de este año «De la humillación y la exclusión a la participación: Poner fin a la pobreza en todas sus formas», destaca lo importante que es reconocer y hacer frente a la humillación y la exclusión que sufren las personas que viven en la pobreza. El cineasta británico Ken Loach, denuncia que «la derecha europea trata a los pobres como si fuesen culpables de serlo». Es una humillación calculada y organizada para mostrar que si eres pobre te lo has labrado tú mismo.

La pobreza es una situación que impide el acceso o se carece de los recursos necesarios para satisfacer las necesidades físicas y psíquicas básicas, que inciden en un desgaste del nivel y calidad de vida de las personas. Es pobreza relativa, cuando no se tiene el nivel de ingresos necesarios para satisfacer todas o parte de las necesidades básicas, al estar por debajo del 60% de la media de los ingresos de la población. Cuando la nutrición, salud o vivienda, no pueden ser alcanzadas, al estar por debajo del 30% de la media de los ingresos de la población, es pobreza severa.

El informe EAPN, sobre El Estado de la Pobreza 2009-2015, presenta un panorama desolador. 13.334.573 personas viven en España en riesgo de pobreza y/o exclusión social, el 28,6% de la población, que se dice pronto. La situación más grave la viven más de 3,5 millones, que se encuentran en situación de pobreza severa. En la UE-28, las personas en riesgo de pobreza y exclusión alcanza a 122,3 millones (24,4%). En España, la desigualdad entre el 20% con más ingresos y el 20% con menos ingresos es de 7 veces, mientras en la UE, es de 5,2 veces. En este contexto, España es el tercer país con mayor desigualdad de la UE, después de Rumania y Serbia. Y algunos quieren que siga gobernando el partido que más ha hecho para llegar a esta situación.

La crisis económica de los últimos años ha ahondado en la herida abierta de la exclusión social hasta límites insoportables. En la lucha contra la desigualdad social y económica, todas las personas, instituciones y organizaciones sociales, debemos tomar parte; es una responsabilidad ética y política. Desde EAPN apuesta por un pacto de Estado contra la Pobreza que sitúe esta lucha en el centro de la acción política.

En España no sólo no se ha reducido la pobreza y la exclusión, sino que ha aumentado considerablemente. Entre los años 2011 y 2015, el indicador europeo AROPE, muestra un incremento de 1.062.084 nuevas personas. La Estrategia EU-2020, estableció como uno de sus objetivos, reducir en 20 millones el número de personas en riesgo de pobreza y exclusión, para lo que puso en marcha el indicador AROPE (At-Risk-Of Poverty and Exclusion), o tasa de riesgo de pobreza y exclusión social, que permite comparar los datos entre países. Este indicador armonizado, complementa la medición de la pobreza, basada en lo monetario, con aspectos de exclusión, combinando factores de renta (pobreza relativa), privación material severa y baja intensidad del trabajo. Este indicador nos muestra  que la situación española es la peor que la media europea.

Que los números no nos impidan ver la dimensión del problema, pero hay que conocerlos. La desigualdad está muy asentada en la estructura de rentas española. El 10% más rico de la población obtiene una cuarta parte de los ingresos de toda la población. Se da una enorme desigualdad entre las regiones. Las tasas más altas están en Andalucía, 43,2%, y Ceuta, 41,7%. Aragón, Navarra, La Rioja y Cantabria tienen los más bajos porcentajes de personas en pobreza severa, todas por debajo del 3%. Es necesario reducir las diferencias regionales, para igualar el bienestar entre la población.

La pobreza no puede atajarse sólo con medidas paliativas, sino con políticas económicas, educativas, sanitarias, de vivienda, fiscales y de protección social. Es necesario que las personas cuenten con una garantía de ingresos por lo que se hace perentorio, abordar medidas en el ámbito del empleo digno, mantener la sostenibilidad de las pensiones y analizar la viabilidad de un esquema de renta básica.

Ningún Estado que se considere democrático puede dejar en la cuneta de la exclusión social a casi 14 millones de personas como ocurre en España. El sistema actual, que genera un empobrecimiento mayoritario de la población y esquilma el planeta, incrementa las desigualdades económicas y sociales en el mundo. Un nuevo modelo de desarrollo más equitativo y sostenible es más necesario que nunca. Sólo mediante políticas de redistribución de la riqueza (a través de medidas económicas y fiscales más justas) se puede mejorar la vida de las personas, sobre todo de las más vulnerables. La defensa de los derechos está en juego y deberíamos impedir que se pierdan.

Los datos que presenta el Instituto Nacional de Estadísticas, avalan el desastre social. Los porcentajes más altos de riesgo de pobreza corresponden a las mujeres y hombres más jóvenes. El riesgo es algo más alto entre los hombres (29,4%) que entre las mujeres (28,9%). Según el tipo de hogar, el porcentaje más alto de riesgo de pobreza corresponde al hogar formado por un adulto con un o más hijos dependientes (53,3%) y el porcentaje más bajo de riesgo los hogares formados por dos adultos sin hijos (22,5%).

Hemos llegado al extremo de que tener un trabajo o cobrar una pensión no garantiza no ser pobre o en riesgo de pobreza. Hay personas adultas con trabajos o pensiones en el 14,9% de los hogares en pobreza. El problema del desempleo de baja intensidad tiene un peso crucial en el riesgo de pobreza y exclusión. Con los datos de 2015 se observa que la pobreza es el factor de mayor peso en el indicador (77%). Un factor que se observa con mayor incidencia es «no poder afrontar un imprevisto de 650 euros». El 11% tiene retrasos en los pagos relacionados con la vivienda y el 10,6% no puede mantener la calefacción a temperatura adecuada. El frío se siente más entre los pobres.

Los trabajadores que ingresan menos de 300 euros al mes han subido en medio millón desde el inicio de la crisis al pasar de 3.089.856 en el año 2008 a 3.694.852 en 2014, según los últimos datos publicados por la Agencia Tributaria. En total, al inicio de la crisis, el 16% de los asalariados (19.310.627) cobraba menos de 300 euros, siete años más tarde y con 2,5 millones de trabajadores menos (16.899.024) el porcentaje de este colectivo subía al 22%.

La defensa de los derechos humanos y sociales es una condición irrenunciable para contribuir a la construcción de un mundo más justo. Europa ha demostrado que se encuentra más alejada que nunca del pilar social sobre el que fue fundada. El aumento del racismo y la xenofobia y la salida del Reino Unido de la UE, son algunos ejemplos de la crisis que se vive en el viejo continente, uno de cuyos exponentes más dramáticos es la crisis humanitaria derivada del conflicto de Siria. La desafección hacia Europa y sus gobernantes de una parte importante de la ciudadanía es una amenaza palpable.

Los principales datos del informe EAPN, muestran una situación vergonzante para España. La mitad (50,1%) de las familias monoparentales españolas están en riesgo de pobreza o exclusión. 13.334.573 personas viven en riesgo de pobreza y exclusión. 1.025.736 personas se encuentran en la peor situación económica y social posible: sin empleo, pobreza y privación material. La pobreza afecta a un 22,1% de la población: 10.383.238 de personas. Un total de 3.543.453 ciudadanos viven en pobreza severa. Unas 4.670.000 pensionistas, la mitad del total, están bajo el umbral de la pobreza. La tasa de privación material severa ha ascendido del 4,5% en 2009 al 6,4% en 2015, afectando a 2.993.365 personas y 5.473.846 viven en hogares con muy poco empleo.

Para salir de esta situación, España tardaría 221 años en erradicar la pobreza si se mantiene el ritmo actual. Seis grandes propuestas o pilares hace la EAPN, para visualizar y sacar del «sufrimiento a las personas que se encuentran en los márgenes de la sociedad». La sanidad pública, gratuita y universal como una de las garantías fundamentales para evitar el empobrecimiento personal y familiar; Una política de vivienda y no de construcción de casas que facilite el acceso de las personas a un espacio vital digno y accesible. Establecer unos derechos sociales contemplados como derechos de ciudadanía que lleguen hasta las personas dependientes. Un sistema de garantía de rentas que contemple los ingresos procedentes del trabajo, las pensiones y el sistema de rentas mínimas, actualizados por el Pacto de Toledo. Por último, unas políticas fiscales justas y redistributivas, tanto en impuestos como en gastos. Algo hay que hacer si queremos seguir viviendo en una sociedad democrática en peligro.

El Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza, es un buen momento para adquirir compromisos. Escuchemos y prestemos atención a las voces de las personas que viven en esta situación, que desde su silencio claman justicia. Sólo desde una acción que sitúe la lucha contra la pobreza y la desigualdad en el centro de la agenda política, será posible alcanzar la meta de un mundo solidario, justo y en igualdad.

Luchando contra la pobreza y la desigualdad