viernes. 29.03.2024

15M, 2008 y consecuencias de la actual crisis social y económica

15M

"No nos representan" fue uno de los lemas de la indignación, ante el descrédito de los políticos y de las instituciones públicas. El 15M, un movimiento social que atravesó el país y que puso en las plazas el estado de las cosas. El descontento social, que venía desde el comienzo de la crisis económica de 2008 y de los recortes sociales y ayudas públicas a los bancos, fueron causas por las que miles de personas tomaran las calles de España y acamparon en la Puerta de Sol en Madrid.

Todo ocurrió unos días antes de las Elecciones Autonómicas y Municipales del 22 de mayo, en las que el PP arrolló al PSOE, aventajándole en más de 10 puntos en las municipales y ganar en 10 de las 13 comunidades autónomas en donde se celebraron. "Los resultados indican que el PSOE ha perdido claramente las elecciones", reconocía el presidente Rodríguez Zapatero, aludiendo como causa a la crisis económica. Fue preludio del adelanto electoral de noviembre de ese mismo año, en las que el Partido Popular, definitivamente desalojó del gobierno al PSOE. Fue la debacle para los socialistas, que consiguieron 110 escaños y un 28,76% de los votos, frente a los 186 escaños de los populares, con el 44,63% de los votos. En el Senado el PP obtuvo 136 senadores, mientras que el PSOE obtuvo 48 asientos (40 menos que en 2008).

Tres años antes, se había iniciado una crisis económica del capitalismo, y el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, realizó recortes que agravó la economía de los trabajadores. La cifra de desempleados alcanzó los cinco millones de personas y la promesa de que sería una recuperación en uve, formaba parte de los clásicos engaños de la clase dirigente. En ese contexto nació el 15M y con él Podemos, hoy en el Gobierno, como referente político, dispuesto a canalizar hacia las instituciones la ira social.

El Movimiento 15M consiguió que más de 20.000 manifestantes acamparan en la puerta del Sol; surgíamos los "indignados". El 20 de mayo, en asamblea y por consenso, elaboró las propuestas y objetivos del Movimiento. Los autores del Manifiesto de la plataforma Democracia Real Ya, se encontraban preocupados e indignados por el panorama político, económico y social existente en España, marcado por la corrupción de los políticos, banqueros y grandes empresarios; declararon que mediante la unión de la sociedad civil es posible construir un sistema mejor. Por ello sostuvieron firmemente que las "prioridades de toda sociedad avanzada han de ser la igualdad, el progreso, la solidaridad, el libre acceso a la cultura, la sostenibilidad ecológica y el desarrollo, el bienestar y la felicidad de las personas" (Comunicado del 17 de mayo de 2011).

El vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias, ha reivindicado la importancia que tuvo el 15M. Asegura que este movimiento social "marcó la historia del país", subrayando que desde ese momento, se pusieron sobre la mesa los objetivos de desarrollo sostenible y de la Agenda 2030, que precisamente es una de las áreas de las que él se encarga en el Gobierno. Según ha recordado, el movimiento que se produjo en el año 2011, produjo una movilización social que ha provocado que cambien muchas cosas, pero "sigue siendo imprescindible para ampliar los derechos sociales proteger los servicios públicos y avanzar en democracia". Este movimiento, según el Vicepresidente, puso sobre la mesa objetivos que tienen que ver con el desarrollo sostenible y entre ellos, una pieza angular: la dignificación de las instituciones, más justicia social, más igualdad entre hombres y mujeres y, "en definitiva, una sociedad más democrática".

Aquella situación fue un punto de quiebra entre una situación en la que parecía que todo iba a continuar igual y la denuncia de que existía una complicidad entre el poder económico y el político. Se puso sobre la mesa "la necesidad de profundizar en un cambio democrático donde primara el protagonismo popular" (Rafael Mayoral). Aquello fue lo más parecido a una revolución. "Gente ocupando plazas para repensarlo e impugnarlo todo" (Teresa Rodríguez). El 15M representó el evento político que más ha cambiado la historia reciente: "no se podía rescatar con dinero público a los bancos causantes de la crisis, que los servicios públicos eran prioritarios y que el sistema estaba estropeado porque votaras lo que votaras siempre salía lo mismo" (Rita Maestre).

El postcovid-19 debe estar marcado por la toma de conciencia de las clases más vulnerables, frente a la derecha echada al monte pidiendo un golpe de Estado

Cabe recordar que en las concentraciones del año 2011 se lanzaron lemas que resumían el malestar social. "Que no, que no, que no nos representan"; "PSOE y PP, la misma mierda es"; "Lo llaman democracia y no lo es"; "Nuestros sueños no caben en vuestras urnas"; "Ni cara A, ni cara B, queremos cambiar de disco"; "Manos arriba, esto es un contrato"; "Los borbones a los tiburones"; "No somos mercancía en manos de políticos y banqueros". Nueve años algunos podrían seguir siendo válidos.

La ilusión y la confianza en un cambio real son posibles, por un proyecto de país diferente, sano, democrático, solidario, eficiente, sin chantajes y sin miedo. El 15M surgió del hartazgo hacia los políticos que actúan de espaldas al pueblo y contra sus intereses. Despertemos a la reivindicación para que los temas que nos preocupan y marcan nuestras vidas se superen. Hay miedo a que la situación y el resurgimiento de la protesta puedan repetirse.

El 15M venía a agudizar un ciclo de movilización social de respuesta a la crisis económica que arrancó en el 2008. Las nuevas tecnologías y las nuevas formas de organización social desembocaban en la acampada y el método asambleario como forma de protesta. La sistémica corrupción política evidenciaba cómo los partidos políticos no representaban a buena parte de las nuevas generaciones.

Hoy el 15M se ve lejano y echar la vista atrás puede producir vértigos. Las multitudes que se congregaban en las plazas entonces, hoy estarían prohibidas por la pandemia de covid-19; el contacto social necesario en asambleas y movilizaciones con el horizonte de generar un cambio social, hoy se ve sustituido por las redes sociales. Estamos ante el precipicio de una crisis económica y social de incalculable envergadura y deberíamos sacar lecciones del movimiento 15M.

El postcovid-19 debe estar marcado por la toma de conciencia de las clases más vulnerables, frente a la derecha echada al monte pidiendo un golpe de Estado. Podemos nació del 15M, y ahora, en el Gobierno tiene que demostrar que hace las cosas de manera diferente, pero no va a bastar; se equivocará si no construye su gran asignatura pendiente que, precisamente, es una exigencia del 15M: crear un partido-movimiento (Juan Carlos Monedero). Los intereses de las mayorías sociales han de ponerse en el centro a la hora de abordar la crisis. Es necesario poner en el centro la vida de la gente, y que las políticas públicas tengan por objeto cuidar a la población; sin población sana, no hay negocios ni economía.

El 15M surge como respuesta a la indignación ciudadana frente a la crisis del 2008, los recortes económicos sobre el gasto social y las pensiones. Las consecuencias de la crisis actual o su solución no sabemos por donde va a salir, pero afectará a la economía decisivamente y con un alcance desconocido, la derecha seguirá, como siempre, defendiendo sus privilegios; y ¿cuál va a ser la respuesta la ciudadanía? Los sociólogos no pueden predecir si en esta ocasión la crisis económica supondrá un revulsivo social como aquel del movimiento de los indignados, que transformó la política española, pero sí apuntan que el ciclo actual nada tiene que ver con el que propició el 15M.

Hay que estar alerta y diseñar respuestas democráticas en defensa de los más vulnerables y poner las bases de un modelo social y económico nuevo, justo y solidario. Hoy, como hace 9 años, el empuje de la sociedad civil es imprescindible para ampliar los derechos sociales, proteger los servicios públicos y avanzar en democracia.

15M, 2008 y consecuencias de la actual crisis social y económica