viernes. 19.04.2024

Cómo el tema nacional oculta el problema social: el sistema escolar en España y Catalunya

españa

Cuando Rajoy ganó las elecciones en 2011, solo el 28% de catalanes favorecía la independencia. Estos días es entre el 46% y el 48%. El gobierno Rajoy, y su ministro Wert, decidió castellanizar los niños catalanes, utilizando el término “españolizar”, asumiendo por lo visto que el catalán no era español. Y ahí aparecieron las tensiones

Cualquier observador, mínimamente objetivo, de la realidad en este país puede ver cómo el tema nacional está siendo utilizado por las derechas catalanas y por las españolas para ocultar la enorme crisis social que existe en Catalunya y en España, y que ellas han creado. Un ejemplo de ello es el debate sobre la escuela pública en Catalunya, que se centra, una vez más, en el tema identitario a costa de ocultar e ignorar el tema social. El gran debate hoy en Catalunya y en el resto de España es la utilización del idioma en las escuelas catalanas. A diferencia del País Vasco, no hay escuelas de habla en eusquera y escuelas en lengua castellana. En Catalunya todas las escuelas son bilingües, con el catalán como lengua principal. Tal medida fue iniciada por las izquierdas catalanas, que siempre compaginaron la defensa de la clase trabajadora con la defensa de la identidad catalana. Ello ha contribuido a que se conserve la identidad catalana (en una parte de España donde la mayoría de los medios de información son de habla castellana) y que se hayan integrado las poblaciones procedentes de todas partes de España y que vinieron a vivir y a trabajar en Catalunya. No desarrollar esta política en un país con gran dominio del castellano hubiera podido abocar a una situación parecida a la ocurrida en Francia, donde en la Catalunya francesa la lengua y la cultura catalanas han prácticamente desaparecido.

Este sistema ha funcionado bien y nunca había habido ninguna tensión en Catalunya sobre este tema. Pero todo ello cambió con el gobierno PP, la mayor fuerza productora de independentistas en Catalunya. Cuando Rajoy ganó las elecciones en 2011, solo el 28% de catalanes favorecía la independencia. Estos días es entre el 46% y el 48%. El gobierno Rajoy, y su ministro Wert, decidió castellanizar los niños catalanes, utilizando el término “españolizar”, asumiendo por lo visto que el catalán no era español. Y ahí aparecieron las tensiones. El gobierno Rajoy era el máximo exponente (entonces, antes de que apareciera Ciudadanos) del nacionalismo españolista, el nacionalismo que adquirió mayor expresión durante la dictadura. Su visión de España, representada en su nacionalismo uninacional, pervivió extensamente en el Estado español, heredero del Estado dictatorial. Y aquel nacionalismo uninacional castellanizante siguió siendo hegemónico en la mayoría de España. Tal uninacionalismo jacobino, centrado en la capital del Reino, caracterizó siempre a las derechas españolas y al régimen monárquico borbónico que siempre apoyaron. De ahí que tales derechas siempre se saquen de la manga su “antiplurinacionalismo” y su anticatalanismo para movilizar el voto españolista en momentos de crisis social. Y así ha estado sucediendo ahora.

Quiénes son los responsables de las tensiones identitarias

La mayor fuente de tensiones identitarias ha sido el Estado español,el cual no fue una auténtica ruptura con el sistema dictatorial anterior, sino una adaptación de aquel Estado a una cierta abertura, necesaria para ser admitido en la Unión Europea. Ha sido un gran error de las izquierdas definir la transición del Estado dictatorial al Estado supuestamente democrático como modélica, pues de modélica tuvo muy poco. Y gran número del Estado anterior, incluyendo su visión de España, borbónica, radial y uninacional, continuaron en el Estado actual.

Ahora bien, el que la mayor causa de las tensiones en España se deba al Estado central y a los partidos (PP y PSOE) que lo han gestionado no quiere decir que no hayan contribuido a ellas los partidos independentistas, que han sacado tajada de la situación actual, pues Rajoy es lo mejor que les ha caído del cielo. No es ninguna casualidad, que en la moción de censura promovida por Unidos Podemos, Convergència (la derecha catalana de siempre) se abstuviera. Hacer esta observación, que refleja una obviedad, no es -como los independentistas siempre responden a la crítica que se hace de su “procés” hacia la independencia- un indicador de equidistancia. Decir que los independentistas han contribuido también a las tensiones no es negar que el Estado españoles el mayor responsable de ellas, pues ha sido el factor dominante en su desarrollo. Han sido los partidos gobernantes del Estado central los que han aprobado las leyes -profundamente antidemocráticas (como es el caso de las aprobadas en el Senado, dominado por una fuerza conservadora, el PP, que solo tiene una minoría electoral a quien representar)- que nos han llevado a la situación actual. Su demanda de respeto a la ley es, por definición, aceptar las coordenadas de poder, altamente sesgadas a favor de las fuerzas conservadoras, que configuraron la ley.La sacralización de la ley (y de la Constitución) es característico de los grupos de presión -sean económicos, financieros, políticos y/o mediáticos- que, siendo minoritarios, no representativos de la población, imponen sus intereses sobre los intereses generales. Una situación semejante ocurre, por cierto, en Catalunya, donde el mal llamado referéndum del 1 de octubre se presentapor los independentistas como justificación para aprobar la DUI en el Parlament, basándose en una mayoría parlamentaria que no se corresponde con una mayoría electoral.

Cómo el debate identitario cubre el gran problema social: la polarización por clase social del sistema escolar

Estas tensiones -de las cuales el Estado es el principal responsable- están ocultando la enorme crisis de la escuela catalana, resultado de las políticas llevadas a cabo por las derechas representantes del nacionalismo españolista y por las derechas (ahora independentistas) catalanas, que han dominado las instituciones de la Generalitat de Catalunya. Estas derechas -caciquiles, corruptas y escasamente democráticas- han representado en su mayoría los intereses de la burguesía, pequeña burguesía y clase media de renta superior (y las clases medias de educación superior), las cualesrepresentan alrededor de un 25-30% de la población. Últimamente, parte de la burguesía financiera e industrial (con lazos con el capital internacional) se han distanciado de Convergència -que ha ido cambiando su nombre en varias ocasiones para ocultar sus vergüenzas- debido a su reciente conversión al secesionismo.

Estas clases utilizan las escuelas privadas (la mayoría concertadas) y las clases populares utilizan las escuelas públicas. Esta polarización por clase social caracteriza el sistema escolar catalán y partes de la escuela española, como en la Comunidad de Madrid. El gran dominio de las derechas en el gobierno de la Generalitat durante la mayor parte del periodo democrático ha determinado que el gasto público en educación sea el más bajo en España (después de la Comunidad de Madrid). Es solo de un 2,95% del PIB. Tal escasez aparece también cuando se utiliza el indicador del gasto público por alumno, uno de los más bajos de España y uno de los más bajos de la Unión Europea-15. Esta escasez se ha acentuado todavía más con los recortes del gasto público educativo (de los más acentuados en España y en la Unión Europea), pasando el gasto público por alumno de ser 5.383 euros en 2009 a 4.746 euros en 2014 (Sistema estatal de indicadores de la educación, Edición 2017. Ministerio de Educación, Cultura y Deporte 2017). El gasto educativo en Catalunya fue uno de los mayores sectores afectados por los recortes, descendiendo dicho gasto 13 puntos porcentuales durante el período 2009-2015. Tales recortes fueron menores en la escuela privada concertada que en la pública (Enseñanza educativa durante la crisis. CCOO, 2017). El gasto educativo por alumno es mayor en las escuelas privadas concertadas que reciben un subsidio público -llamado concierto- y que absorbe el 18,47% del gasto público educativo, siendo una de las comunidades autonómicas que gastan más en este capítulo (junto con la Comunidad de Madrid, Illes Balears, Navarra y el País Vasco).

Tal “clasismo” se da también en la educación superior. Los recortes en el gasto público universitario han sido también muy notables, recortes que han ido acompañados con un aumento del precio de las matrículas universitarias, de las más caras en la UE-15. Tales precios han aumentado un 93,8% desde 2008 (pasando de un precio medio de 800 euros a más de 1.500 en 2016), aumento que ha discriminado a las clases populares, dificultando su acceso a la educación superior (La universidad española en cifras 2015-20016. Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas).

La enorme polarización por clase social de la escuela catalana

Catalunya es una de las comunidades autónomas con mayor polarización por clase social en la escuela (solo superada por la Comunidad de Madrid). Según el índice de Gorard (indicador que mide la proporción de estudiantes procedentes de un grupo –en este caso de familias agrupadas por nivel socioeconómico– existente en una escuela en comparación con la proporción de ese mismo grupo en una área geográfica concreta -por ejemplo una CCAA-) Catalunya es el territorio con mayor segregaciónen la escuela por nivel socioeconómico (superada sólo por la Comunidad de Madrid). La educación en Catalunya es clasista en extremo, con una gran polarización de resultados. Uno de cada cinco alumnos catalanes abandona la educación secundaria obligatoria prematuramente (L’escola no és per a tu. Fundació Jaume Bofill).

Este breve resumen del clasismo en la educación catalana no puede terminar sin señalar la enorme falta de escuelas de infancia en Catalunya, llamadas en España y en Catalunya “guarderías” (indicando que son una especie de aparcamientos para niños mientras sus padres y madres trabajan). Tal déficit aparece también por clase social, siendo particularmente acuciante en los barrios con menos ingresos. El municipio de Barcelona, bajo el nuevo equipo municipal, ha estado insistiendo en este déficit educativo, sin contar con el apoyo de la Generalitat de Catalunya, que se ha caracterizado por su insensibilidad hacia este tipo de educación. En realidad, el Tribunal Superior de Justicia de Catalunya (TSJC) ha condenado a la Generalitat de Catalunya a indemnizar a varios ayuntamientos por los impagos a las escuelas de infancia de tales municipios. Dicha insensibilidad se ha mostrado también en la desviación de fondos asignados a tales escuelas (81 millones de euros) para incrementar el subsidio a las escuelas privadas concertadas, práctica que ha ocurrido repetidamente. En 2012 y en 2014 se desviaron, respectivamente, 42,75 y 39 millones asignados a tales escuelas de infancia para pagar los sueldos de las escuelas privadas concertadas.

Últimas observaciones

Teniendo en cuenta lo dicho hasta ahora es importante concluir con varias observaciones. Una de ellas es que las propuestas de castellanizar las escuelas públicas tendrían como consecuencia el polarizar todavía más la escuela pública por clase social, ya que el idioma significaría un elemento más de división por clase social del sistema educativo. El catalán -que es el idioma más utilizado en la escuela privada concertada- sería una línea divisoria, con el castellano siendo el idioma más utilizado en la pública. La clase trabajadora es ya en su mayoría de habla castellana. Dificultar su acceso al conocimiento del catalán dificultaría su integración en la sociedad catalana.

La otra observación es el enorme error de las izquierdas al haber obviado o ignorado las categorías de análisis -como clase social- en su estudio de la realidad que nos rodea. La clase social es la categoría analítica más importante para analizar el sistema educativo catalán. La visión posmoderna que domina hoy las “ciencias” sociales es el triunfo de la ideología liberal en tales disciplinas académicas. Y otro error de las izquierdas es la visión extendida en ciertos sectores políticos de que el mayor conflicto social existente en España y en Catalunya es el que supuestamente se da entre el 99% de la población y el 1% superior. El problema, sin embargo, es mucho mayor que el 1%. No solo lo son los propietarios del capital, sino también los gestores del capital y las clases sociales que juegan un papel clave en la reproducción del sistema, incluida la clase media ilustrada –clase media de educación superior-, puesta al servicio de tal reproducción. No darse cuenta de la existencia de clases hoy en España y en Catalunya lleva a un suicidio político de las izquierdas. El voto de las clases trabajadoras a Trump en EEUU, al Brexit en el Reino Unido, a la ultraderecha en Francia, Alemania y Austria, y a Ciudadanos en España, es un indicador de ello. En todos estos países la causa es la misma: el abandono de las sensibilidades de izquierdas hacia tales clases, abandono que se hizo por considerarse tales categorías como “anticuadas”. Pero se olvida que una categoría científica puede ser muy antigua y no necesariamente anticuada. La ley de la gravedad es muy antigua pero no es anticuada. Si no se lo cree salte de un cuarto piso y lo verá. Esto es lo que está pasando a muchas izquierdas, que están saltando del 4º piso. Y así les va.

Cómo el tema nacional oculta el problema social: el sistema escolar en España y Catalunya