jueves. 28.03.2024

La hipocresía de los liberales españoles sobre los derechos humanos

La defensa de los derechos humanos de los partidos liberales se limita a los derechos civiles y políticos, derechos necesarios pero muy insuficientes.

Una postura ampliamente promovida por portavoces de los partidos pertenecientes a la Internacional Liberal, como lo es Ciudadanos (así como autores cercanos a ella, como Mario Vargas Llosa), es presentar a Venezuela como uno de los países en América Latina que comete mayor número de violaciones de los derechos humanos, presentándose ellos mismos como los grandes defensores de tales derechos. Intentan con ello identificar el liberalismo con la defensa de los derechos de los individuos frente a la opresión del Estado. Y esta percepción se está generalizando con la ayuda de los mayores medios de información españoles, la gran mayoría de tendencia conservadora o liberal, próximos a la Gran Banca, la gran promotora del neoliberalismo en este país que los financia. De esta manera, esta identificación de los derechos humanos con el liberalismo (también conocido como neoliberalismo) se acepta como evidente, asumiendo que tales partidos liberales ponen la libertad y la demanda de derechos humanos como principio básico de su posicionamiento ideológico. Siguiendo tal costumbre (la de atribuirse el ser defensores de los derechos humanos), vimos al Sr. Rivera, en el Congreso de los Diputados, presentarse una vez más como tal gran defensor, mostrando su crítica a Venezuela y su propuesta al Congreso de que se analice la ausencia de tales derechos humanos en aquel país como un indicador más de su defensa de los derechos humanos.

El conocimiento de la realidad en América Latina, sin embargo, permite cuestionar dicho supuesto compromiso con los derechos humanos de los liberales en España en general, y del Presidente del partido neoliberal Ciudadanos en particular. En primer lugar, el adjetivo ampliamente utilizado por este señor en contra de sus adversarios, definiéndolos como “demagogos” (término ampliamente muy utilizado por las derechas en este país para descalificar a aquellos con los cuales están en desacuerdo), se aplica claramente a sus propios argumentos, pues la falta de credibilidad y certeza en su descripción de la realidad, tergiversándola para alcanzar sus fines políticos (característico de la demagogia), es fácil de demostrar, aun cuando me gustaría pensar que ello es más consecuencia de su ignorancia que de su demagogia. Pero la repetitividad de tal práctica, con el empleo incluso de mentiras, insultos y sarcasmos (característicos de la derecha española), hace difícil atribuir dicho comportamiento a mera ignorancia (ver mi artículo "Las mentiras y falsedades de Albert Rivera, Presidente de Ciudadanos, en La Sexta Columna", Público, 14.04.15).

Existe un extenso debate sobre el significado de los derechos humanos hoy en la literatura científica, pero en sentido contrario al significado reduccionista que utiliza el Sr. Rivera. En realidad, tal debate aparece incluso a nivel político con un nivel de rigor y seriedad ausente en España. De hecho, el mejor documento sobre los derechos humanos es la Declaración Universal de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, aprobada en el año 1948, la cual definía las diferentes dimensiones de los derechos humanos, que incluían desde derechos económicos (tales como el derecho al trabajo y a una vida digna) a los derechos sociales (como el derecho a la sanidad y a la educación), así como los derechos cívicos y políticos (el derecho a la libertad de organización y de expresión). El Presidente Roosevelt, que ha sido el presidente más popular de EEUU, enfatizó la necesidad de desarrollar los derechos humanos en todas sus dimensiones. Y es importante resaltar que fue un momento de gran interés cuando el Presidente Obama, en su visita a Cuba, felicitó al gobierno cubano por el desarrollo de los derechos económicos y sociales en aquel país, criticando a la vez la ausencia de los derechos civiles y políticos en Cuba, subrayando la enorme importancia que tenían tales derechos. Ahora bien, es importante señalar que a la declaración anterior añadió que aceptaba la crítica que podría hacerse a EEUU por las limitaciones en el desarrollo de los primeros derechos (los económicos y sociales) en ese país. No imagino a ningún dirigente político liberal, como el Sr. Rivera, hacer tal tipo de autocrítica, que sería muy necesaria en España, donde hay una limitación muy marcada de los derechos humanos (de todo tipo, económicos, sociales, cívicos y políticos).

Lo que el Sr. Rivera entiende como derechos humanos

La defensa de los derechos humanos de los partidos liberales se limita a los últimos, es decir, a los derechos civiles y políticos, derechos necesarios (repito, muy necesarios) pero muy insuficientes. Repito que tales derechos son fundamentales. Tengo una biografía para mostrar mi compromiso con el desarrollo de estos derechos, todavía muy limitados en España. Por lo visto, el Sr. Rivera no es plenamente consciente de que hay muchos más canales televisivos y rotativos de derechas en Venezuela (que supuestamente están bajo una dictadura de izquierdas) que canales de televisión y rotativos de izquierdas en España (supuestamente un país democrático, definición cuestionable como consecuencia de la escasísima diversidad en los medios de información). La persecución de opositores y la detención de dirigentes políticos debe ser denunciada. Pero para tener credibilidad, esta denuncia tiene que afectar a todos los gobiernos que incurran en tales prácticas, y no solo a aquellos gobiernos a los que el Sr. Rivera considera sus enemigos o adversarios. Y la ausencia de esta práctica en el caso de los liberales como Rivera muestra su doble moral, o mejor dicho, su hipocresía, utilizando su mal llamada defensa de los derechos humanos para fines única y exclusivamente políticos, característica de los demagogos.

El silencio ensordecedor de los liberales como Rivera sobre el modelo liberal de Honduras

Hoy el país donde todos los derechos humanos (los económicos, los sociales, los cívicos y los políticos) han sido violados más sistemáticamente en Latinoamérica ha sido y continúa siendo Honduras, gobernado por un tiempo por un partido liberal perteneciente precisamente a la misma familia política del partido Ciudadanos, del cual el Sr. Rivera es el Presidente. Y tal gobierno liberal fue resultado de un golpe militar en el año 2009 contra el gobierno del presidente Zelaya, democráticamente elegido. Tal golpe ocurrió en el año 2009, instalándose un gobierno del partido liberal que intentó legitimar su mandato recurriendo a unas elecciones fraudulentas denunciadas internacionalmente. Tal partido impuso en 2010 unas leyes de propiedad rural que afectaron muy negativamente a los intereses de los pequeños agricultores, indígenas la mayoría, que pasaron a ser brutalmente reprimidos por el Ejército y la policía, aumentando de una manera muy notable el asesinato de sus dirigentes y de las voces críticas frente a tal matanza. Dicho gobierno y sus sucesores han aplicado políticas de carácter represivo, con una clara violación de todos los derechos humanos, incluyendo los derechos cívicos y políticos, siendo considerado este país por parte de organizaciones internacionales de defensa de derechos humanos, como el país hoy en América Latina que tiene el mayor número (en términos proporcionales) de asesinatos políticos, no solo en América Latina, sino en todo el mundo, siendo a la vez uno de los países con mayores desigualdades sociales y mayor pobreza de ese continente. En realidad, esta situación determina que Honduras se haya convertido en el país origen del mayor número de niños y adolescentes que huyen de Latinoamérica como refugiados a EEUU, habiéndose transformado este caso en un escándalo internacional, aunque el lector español no lo sabrá si se limita a ver solo la prensa española (conocida internacionalmente por su escasa diversidad ideológica, lo cual ha sido denunciado incluso por The New York Times).

Ni que decir tiene que ni el Sr. Rivera ni su partido Ciudadanos, ni el PP, ni el PSOE, ni el Sr. Vargas Llosa, ni los otros liberales que tienen grandes cajas de resonancia, han dicho nada ni han expresado ninguna denuncia hacia esta brutal represión de los derechos humanos, guardando un silencio ensordecedor frente a tanto asesinato político. El último asesinato es el de Berta Cáceres, dirigente del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras, seguido de otro asesinato, dos semanas más tarde, de otro dirigente, Nelson García, y así un largo etcétera, habiéndose generado una protesta internacional que ha determinado una investigación del Congreso de EEUU (véase Congressional Briefing: "The Assassination of Berta Cáceres and Ongoing Killings and Attacks Targeting Social Activists in Honduras”, March 30, 2016). Según PEN International, tales asesinatos se realizan con plena impunidad, sin que nadie sea juzgado por ellos. 100 miembros del Congreso de EEUU han denunciado este asesinato sistemático de campesinos y sus defensores. Mientras, las Cortes Españolas están a punto de juzgar a Venezuela a propuesta del partido del Sr. Rivera, supuestamente el gran defensor de los derechos humanos. Y, cómo no, con las cajas de resonancia provistas por los grandes medios, incluido El País, a el gran promotor de Ciudadanos, que nunca ha dicho ni pio sobre las matanzas que ocurren en Honduras. Y todo ello bajo la supuesta defensa de los derechos humanos, derechos sistemáticamente violados en Honduras, y, por cierto, también en España, sin que ello se denuncie en este país. El nivel de hipocresía alcanza niveles enfermizos cuando la evidencia muestra que tales fuerzas políticas están jugando un papel clave y determinante para dicha violación de los derechos que retóricamente dicen defender.

La hipocresía de los liberales españoles sobre los derechos humanos