jueves. 28.03.2024

La desmemoria histórica de los nacionalistas españolistas por un lado, y de independentistas por el otro

nacionalismo

La exclusión de la lista de encarcelados de prisioneros comunistas y de otras sensibilidades políticas era un acto político de primera magnitud denunciable por su oportunismo político y por su intento de tergiversar la historia de este país

Hace unas semanas el vicepresidente de Òmnium Cultural, el Sr. Marcel Mauri, clausuraba un acto de dicha entidad celebrado en la prisión Modelo, conocida institución penal en Catalunya (que jugó un papel clave en el encarcelamiento de presos políticos detenidos en la lucha contra el fascismo), en el que se pidió la libertad de los dos Jordis, el presidente de Òmnium, el Sr. Jordi Cuixart, y el presidente de la ANC (Asamblea Nacional Catalana), el Sr. Jordi Sánchez, y de los miembros del gobierno independentista de Junts pel Sí detenidos, a los que definió como presos políticos. En su discurso el Sr. Mauri presentaba estas detenciones y encarcelamientos como semejantes a las que ocurrieron durante el régimen franquista, intentando homologar el Estado español actual con el Estado dictatorial que lo precedió. Este intento de homologación ha originado una respuesta por parte de muchas voces que consideran que, como consecuencia de una Transición modélica de la dictadura a la democracia, el Estado actual no tiene nada que ver con el anterior. De aquí que tales voces consideren que equiparar a los encarcelados actuales con los encarcelados entonces por la dictadura es un sinsentido que debe denunciarse.

Sí, los Jordis y los consellers son presos políticos

En esta crítica a la utilización del término “presos políticos” para definir a los Jordis, así como a los miembros del gobierno catalán, se confunden, sin embargo, varios hechos que deben diferenciarse. Que los ingresados en prisión puedan definirse como prisioneros políticos no depende de la similitud del régimen actual con el anterior. Que pueda utilizarse este término o no depende única y exclusivamente de si el encarcelamiento responde a causas políticas o no y, en este caso, es difícil de sostener que tanto la motivación del encarcelamiento como la manera como se realizó no fueran políticas. La rapidez del enjuiciamiento, la clara falta de proporcionalidad al aplicar una sanción de prisión preventiva, así como el propio comportamiento de los jueces y fiscales que emitieron las órdenes de encarcelamiento son claramente políticos, realizados por aparatos del Estado profundamente conservadores, hostiles a la causa política de los encarcelados.

Los aparatos del Estado, el policial y el judicial, que han llevado a cabo tal encarcelamiento son instancias politizadas en extremo en España, aparatos que además son parte de un Estado que no se construyó sobre la ruptura con el anterior, sino sobre la continuidad de muchos de sus aparatos, los cuales continuaron reproduciendo una cultura heredada del régimen anterior. Decir esto no quiere decir que tal cultura sea una mera reproducción de la existente durante la dictadura. Basta que la actual tenga muchos elementos semejantes con la anterior (como su visión uninacional y autoritaria del Estado) para justificar su definición como heredera de la cultura franquista. En realidad, dicha cultura franquista es lo que también explica la utilización de la policía política para destruir a los adversarios de los partidos soberanistas. Basta comparar la enorme tolerancia hacia estas claras intervenciones políticas del sistema judicial, con la extraña rapidez y contundencia hacia los dirigentes independentistas. Negar que estas últimas acciones responden a causas políticas es absurdo. Que los Jordis y los consellers encarcelados son presos políticos es una obviedad, reconocida fuera de España pero negada en este país por una especie de “patriotismo” españolista mal entendido que considera patriótico cubrir las desvergüenzas del país.

La selectiva desmemoria histórica del gobierno independentista

Ahora bien, es igualmente injusto que Òmnium y el establishment independentista intenten presentar a los Jordis y a los consellers encarcelados como sucesores de las víctimas de la represión franquista que ocurrió en la cárcel Modelo, y es injusto por dos razones. Una es que definir la represión política realizada por el Estado actual como idéntica a la represión realizada por el Estado dictatorial es trivializar el horror y brutalidad de esta última represión. Aquellos que pudimos ver lo que pasaba durante la dictadura en la Modelo, comparándolo con lo que pasa en las prisiones donde están alojados los dos Jordis y los consellers encarcelados es absurdo en extremo. Por lo visto, los que hacen tal comparación no tienen ni idea de lo que fue la represión de aquel régimen. Pero lo que considero profundamente injusto es otra manipulación que el gobierno independentista de Junts pel Sí hizo en la exposición sobre la represión en la prisión Modelo que dicho gobierno impulsó, donde el grupo mayor de víctimas de aquella represión no aparecía en la historia que se mostraba en la Modelo.

La manipulación que se produjo en el acto de Òmnium para homenajear a los presos políticos independentistas, silenciando a presos anteriores, se hace patente cuando uno es consciente de que semanas antes del homenaje, la Asociación Catalana de Expresos Políticos del Franquismo –junto con otras asociaciones que promueven la memoria histórica- realizaron un acto de protesta en la misma cárcel Modelo contra el silencio que se producía en la exposición sobre los muchos prisioneros comunistas (entre otras tradiciones olvidadas) que estuvieron encarcelados allí. Y tampoco la exposición incluyó a ninguna mujer en su recordatorio, cuando la Modelo fue también una cárcel de mujeres, incluyendo presas políticas. Fue un acto silenciado en los medios públicos y privados en Cataluña. En protesta, los miembros de la Asociación Catalana de Expresos Políticos del Franquismo leyeron un poema de Marcos Ana –un comunista que fue el preso político que pasó más tiempo, 23 años, en las cárceles franquistas-.

La manipulación de la memoria histórica

La exclusión de la lista de encarcelados de prisioneros comunistas y de otras sensibilidades políticas era un acto político de primera magnitud denunciable por su oportunismo político y por su intento de tergiversar la historia de este país. El gobierno independentista de Junts pel Sí, liderado por la derecha catalana (el pujolismo) y apoyado ahora por ERC y desde fuera por la CUP, ha manipulado constantemente esta memoria. Su Departamento de Justicia, que diseñó tal exposición, debería corregir y pedir perdón a la Asociación Catalana de Expresos Políticos del Franquismo por tal tergiversación de la historia de Catalunya. En realidad, fueron los comunistas –el PSUC- los que más defendieron la identidad catalana durante la resistencia antifranquista, como tuvo que reconocerlo el mismo presidente Jordi Pujol, mientras el Sr. Artur Mas (como había hecho también el Sr. Aznar, otro “súper patriota” de signo contrario) estaba preparando sus oposiciones. En realidad, los nacionalistas catalanes apenas participaron en la lucha clandestina contra el régimen dictatorial. Es, pues, de una enorme osadía (a nivel popular podía decirse caradura) que ahora mientan utilizando la memoria de aquellas víctimas para homenajear a los suyos. ¡Homenajeen a los suyos, señores independentistas, pero, por favor, no tergiversen e ignoren la historia heroica de otros que han hecho más para defender la identidad de la nación catalana que ustedes en periodos sumamente represivos!

Una última observación. El comisario de la exposición a cargo de quien estuvo el diseñó de su contenido tan sesgado fue Agustí Alcoberro, profesor de Historia Moderna en la Universidad de Barcelona y director del Museo de Historia de Catalunya entre 2008 y 2014. Es vicepresidente de la Asamblea Nacional Catalana, actuando de facto como su presidente después de que Jordi Sánchez, el entonces presidente de dicha asociación, fuera encarcelado el día 16 de octubre. Espero que la distribución de esta nota contribuya a la corrección de un dislate monumental en la exposición sobre la historia de la prisión Modelo, que cerró sus puertas el pasado 26 de noviembre. Las víctimas del silencio en la exposición diseñada por el actual vicepresidente de la Asamblea Nacional Catalana están ahora doblemente agraviadas por este veto injusto y manipulador, el cual resta credibilidad al acto preparado por Òmnium Cultural en necesaria denuncia por el encarcelamiento de los Jordis y de los consellers, que toda persona con sensibilidad democrática en Catalunya y en España debería exigir, como también debería demandar que los prisioneros de la Modelo silenciados tengan reconocido su nombre.  


Catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas. Universitat Pompeu Fabra

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