jueves. 28.03.2024

¿Quiénes financian el transgénero?

Galileo Galilei

 

Los movimientos y organizaciones gays que surgieron durante los años 60 en EE.UU se parecen muy poco a los gigantescos Lobbys que hoy operan en todas las sociedades. Lo que comenzó siendo un movimiento de base para la aceptación legal y social de las relaciones entre personas del mismo sexo se ha convertido en un intento de ingeniería social. Y es que bajo la bandera de quienes lucharon por dicho derecho se arropa la “identidad de género”, una fantasía creada por el sistema económico que confundir y desestructurar las organizaciones que sirvieron para conseguir conquistas sociales y feministas.

El sociólogo y publicista, Edward Beranays, buen conocedor del inconsciente que alberga en los seres humanos, utilizó la ingeniería del consentimiento para demostrar cómo el inconsciente colectivo era el mejor aliado para vender “necesidades creadas”, tras una eficaz campaña publicitaria. Así, la moda y el deseo individual son bendecidos para imponerse al más elemental sentido común. Y para demostrar que la moda no incomoda, los pantalones rajados y desgarrados se han convertido en un referente de modernidad, aunque la ropa despedazada fuera, en otros tiempos, símbolo de máxima pobreza. Parece que no existe línea de demarcación para impedir cualquier tropelía, ya que existen potentes magos que nos invitan a viajar al planeta de la fantasía, aunque para ello haya que desprenderse de la realidad que nos envuelve, sacrificando el materialismo histórico y biológico.

Dichos chamanes pretenden convertir al ser humano en un juguete de usar y tirar, sin que el personal se dé cuenta que sus deseos son inducidos por las nuevas técnicas de manipulación y consumo. Los abducidos y colaboradores necesarios no se conforman con el deseo manifestado, ya que pretenden que tan fervorosa creencia sea vista y aceptada por el resto de la humanidad como si fuese un moderno dogma de fe, y si no logra la convencer  lo suficiente se impone, cueste lo que cueste y caiga quien caiga. ¡Qué ironía!, el pensamiento postmoderno de la mano de las religiones milenarias para negar la realidad material que nos rodea.

El dogma siempre quiso anular la razón. Se quemó al teólogo y científico Miguel Servet por explicar la circulación de la sangre; también había negado el dogma de la Santísima Trinidad. Se juzgo a Galileo por decir que la Tierra no era el centro del universo, por tener el atrevimiento de afirmar que es nuestro planeta el que gira alrededor del Sol. El astrólogo y hombre de ciencia tuvo que agachar la cabeza y arrepentirse de su afirmación para no perder la vida, aunque susurró: “Y sin embargo se mueve”. La Santa Inquisición quemó en la hoguera a miles de mujeres entre los siglos XVI y XVIII, considerándolas brujas por salirse del canon establecido para las mujeres por el Patriarcado.

Para quienes promueven “la identidad de género”, es falso que el sexo se forme en el útero de la mujer embaraza y que al nacer se confirme. El poder siempre trata de imponerse, y en esta ocasión quiere saltar por encima de la especie humana. “Identidad de género para cambiar el cuerpo médicamente, o no cambiarlo, según apetezca al consumidor. Y ahí está el lobby financiero y farmacéutico, abriendo puertas y comprando voluntades. No existe veda para el inmenso campo global donde filántropos de “la identidad de género” quieren ir de cacería. Surgieron auspiciados por la teoría Queer en occidente no hace más de una década, pero se han extendido por todo el mundo con la velocidad y la ferocidad de pandemias pasadas y presentes. Están creando tantos estragos que ya hay movimientos de LGB que están desvinculándose del despropósito. Puede que ya sepan que la nueva moda está impulsada y financiada por multimillonarios que, a su vez, son los mayores beneficiarios de la nueva seudo-ideología.

 Y es que detrás de los movimientos transgénero está la mercantilización y desnaturalización del sexo humano. Jennifer Bilek, artista comprometida con la verdad que se esconde tras la “bendecida identidad de género”, nos muestra datos más que suficientes para entender el fenómeno. Bilek afirma que Martine Rothblatt fue la creadora de un documento legal que apoyase la idea disociada de nuestros cuerpos sexuados por los sentimientos de los individuos, en cada momento de su vida. El documento se convirtió en la Carta Internacional de Derechos de Género que las políticas postmodernas predican. En tan contundente afirmación, Martine Rothblatt compara el dimorfismo sexual moralmente equivalente al apartheid sudafricano y, por tanto, debe ser desmantelado.

Y ahí están los grandes millonarios y las potentes Fundaciones para conseguirlo.

En 2013, Adrian Coman fue nombrado director del programa internacional de derechos humanos de la Fundación Arcus, para impulsar la seudo-ideología a nivel mundial, y promueve que debe hacerse desde la infancia. En 2015, La Fundación Arcus financió los programas de la Fundación NoVo para potenciar el transgénero. NoVo fue fundada por Peter Buffett, hijo de Warren Buffett, el multimillonario que afirmó: “claro que esto es un lucha de clases y la estamos ganado los ricos”.

Otro multimillonario, Jon Stryker, dio a la fundación 30 millones de dólares entre 2007 y 2010, y toda la familia Stryker colabora en tan magna tarea. Antes de 2015, Stryker ya había construido la infraestructura política para impulsar el transgenerismo en todo el mundo: cientos de miles de dólares fueron a Ilga, una organización LGBT para la igualdad en Europa y Asia Central con 54 países participantes. Para difundir los derechos humanos en relación a la orientación de la “identidad de género”, en 2007 se estableció en Indonesia los Principios de Yogyakarta

Jennifer Pritzke, teniente coronel del ejército retirado se declaró mujer transgénero en 2013, y ha invertido enormes sumas de dinero en diversas instituciones americanas para hacer avanzar la “identidad de género”, a la vez que invierte en el complejo industrial médico. Según la revista Forbes, Jennifer Pritzker, en una de las grandes fortunas de EE.UU.   

Así, bajo el manto del inicial movimiento de derechos civiles LGB ha nacido un gigantesco y poderoso Lobby que tiende sus tentáculos al complejo médico industrial, ejerciendo su gran influencia para orientar dichos sentimientos en las escuelas y en la sociedad. La Fundación Arcus dedica millones de dólares cada año para difundir la “identidad de género” en la ley americana a través de su entrenamiento de líderes en activismo social y liderazgo político. Junto con la familia Pritzker, Arcus ha enviado cientos de miles de dólares a colegios y universidades. En 2018 financió el Consejo para la Igualdad Global, una coalición de 30 grupos de los Estados Unidos que abogan por la inclusión de dicho tema en las políticas de asuntos exteriores y de desarrollo. Muchos más actores están trabajando para apuntalar los movimientos trans, entre ellos George Soros y su Fundación, Sociedad Abierta. Incluso la Asociación de Psicología Americana (APA), principal organización científica y profesional que representa a la psicología en los Estados Unidos, está financiada por la Fundación Arcus. Dichos fondos van destinados a potenciar la compresión de identidades abstractas, orillando la realidad material Mujer–Hombre, alentando a comprender la necesidad de ampliar las consideraciones sobre el sexo biológico, para establecer las modificaciones legales necesarias.

Ya sabemos que cuando EE.UU. estornuda, Europa y gran parte del mundo se constipa, pero lo nuestro es una aguda neumonía, la proposición de ley del 2 de marzo de 2018 expone: “La autodeterminación de la identidad sexual no podrá ser puesta bajo cuestionamiento de manera que en ningún momento, proceso o trámite se exigirá la aportación de medios probatorios de aquella. En todo momento será considerada e interpretada de acuerdo a la manifestación de voluntad personal”. Así pues, en el llamado Estado de Derecho no hace falta pruebas, ya que la autodeterminación puede avalar cualquier propuesta. Tranquilo, hombre, tranquilo, puede usted tener barba y pene que será mujer si así lo desea a todos los efectos legales, incluso puede decir: “soy mujer por cojones”. Y si alguien lo pone en duda, usted tendrá asesoría jurídica gratuita para denunciar por transfobia a quienes lo duden. ¡Qué poderío machista!

Podemos entronizar el disparate ¿Sin pruebas puede auto determinarse la propiedad de una casa, de tierras, del mar, del aire, y sigue y sigue … ¿Puede haber una verdadera democracia cuando los multimillonarios pueden desmantelar tan fácilmente la realidad del sexo biológico para poner en su lugar “la identidad de género”, convenciendo a políticos, investigadores y asociaciones profesionales? Esa es la cuestión.

¿Quiénes financian el transgénero?