Anda muy ufano el futuro presidente del gobierno español ofreciendo frases grandilocuentes. Asegura que nuestro país estará en primera línea de salida, que no le temblará la mano para realizar cuantas medidas tenga que hacer para estar a la altura de las circunstancias. Ambigüedad, esa ambigüedad calculada que oculta el verdadero alcance de las medidas que piensa tomar.
Pedirá a los de siempre que sigan apretándose el cinturón, aunque muchos ya tengan el cinturón tan agujereado que ya no quede espacio para más agujeros. Las cifras cantan; las reducciones de salarios, el aumento del paro, la flexibilidad laboral ofrece más precariedad y, por tanto, menor consumo. Si a eso le añadimos que el 85% de la carga impositiva de la que se nutre el Estado está sustentada por las clases populares, existen pocas salidas para aunar frases grandilocuentes y resultados.
Por otro lado, las grandes fortunas y las grandes empresas son las que defraudan las 3/4 partes de los 60.000 euros estimados que dejan de ingresar las arcas públicas. ¿No le temblará la mano a Rajoy para convencer a ese escaso y adinerado colectivo que dejen de defraudar a Hacienda? ¿No le temblará para desmontar las SICAV?, fórmula por la cual las grandes fortunas contribuyen con un raquítico 1% al fisco. ¿No le temblará la mano a Rajoy para acometer una reforma fiscal progresiva que aumente la recaudación?, haciendo pagar a quienes más tienen. La solución es clara, no así la toma de decisiones.
Fuertes con los débiles, y flojos con los fuertes; esa es la solución de los mediocres gobiernos, de los falsos estadistas. La gran industria inmobiliaria explotó, de ahí los más de 2,5 millones de parados. ¿dónde se agarrará el futuro presidente? ¿De dónde sacará el dinero?
Sus ojos y los de su gobierno ya están puestos en el sector público, un sector que nos pertenece a los ciudadanos y que los gobiernos deben preservar, no expoliar. Esta demostrado que el recorte en salarios y empleos públicos no hará más que empeorar el desolador panorama español. Pero seguro que a Rajoy no le temblará la mano. Está entre sus prioridades.