jueves. 28.03.2024

Las fosas comunes del Franquismo y Garzón

¿Cuántos Consejos de guerra se hicieron en España? Sólo en Cataluña fueron más de 100.000. Hasta ahora no se ha realizado una investigación exhaustiva de aquellos hechos; lo que sí sabemos son sus consecuencias.

¿Cuántos Consejos de guerra se hicieron en España? Sólo en Cataluña fueron más de 100.000. Hasta ahora no se ha realizado una investigación exhaustiva de aquellos hechos; lo que sí sabemos son sus consecuencias. Según Rogelio Blanco, director general del libro, archivos y bibliotecas, en el fichero general hay tres millones de fichas de personas que sufrieron la represión del Franquismo, aunque no están informatizadas.

Esta es una de las grandes proclamas del régimen Franquista:

Primero: en todo gremio que se produzca una huelga o abandono de servicio que por su importancia pueda estimarse como tal, serán pasados por las armas inmediatamente todas las personas que compongan la directiva del gremio y además un número igual de individuos de éste discrecionalmente escogidos.

Segundo: que en vista del poco acatamiento que se ha prestado a mis mandatos advierto y resuelvo que toda persona que resista las órdenes de la autoridad o desobedezca las prescripciones de los bandos publicados o en lo sucesivo se publiquen también, serán fusilados sin causa propia”.

Esta es la orden dirigida por el general Queipo de Llano a la Guardia Civil de Aznalcázar (Sevilla).

Miles de familiares de represaliados por el Franquismo llevan años buscando los restos de sus seres queridos. Se vierte dolor sobre dolor al saber que les mataron y no saber dónde acabaron sus cuerpos. Un tiro, dos, cinco... y el cuerpo tirado en cualquier parte. Pueden existir varias palabras definitorias para describir lo que sucedió, pero creo que la más apropiada es Barbarie. Primero, los familiares quedaban con la incertidumbre de no saber si regresarían sus seres queridos, después les llegaba la certeza de que les habían matado y, por último, la incertidumbre de no saber dónde estaban sus cuerpos. Aquellos actos pretendían aterrorizar a los familiares y a la sociedad en general. Había un alto grado de sadismo sistematizado en dichas acciones. Han sido ya exhumado algunos de esos restos, pero bajo tierra hay miles de ellos que esperan ser rescatados.

Aquella barbarie se dio y algunos pretenden que quede aprisionada entre muros de silencio, pero no es posible. La memoria es vida, recordar nos humaniza y no se puede obligar a los familiares de las víctima que olviden a los suyos, ni que la sociedad olvide la tragedia vivida. Garzón es el vehículo de las familias que llevan años reclamando ese derecho. “Se abren heridas”, dicen aquellos que no quieren que la dimensión de la tragedia se conozca. Pero quienes piden silencio y olvido piden lo imposible. La verdad no puede permanecer encubierta toda la vida. Las heridas sólo pueden curarse cuando son tratadas debidamente, no cuando se cierran en falso. La situación fue en sí misma una patología. Muchos de los que ejecutaron dicha represión y los que la dirigieron ya están muertos, pero queda el oprobio cometido con lo vencidos; ignominia que debe ser reparada.

Pretendían el exterminio de los vencidos; no querían oposición alguna. Además de matar a hombres y mujeres había que reeducar al resto y el miedo fue el agente más persuasivo. Las cárceles y los campos de concentración fueron los mecanismos para lograrlo, pero había más. Ahí estaban los trabajos forzados para redimir a los presos; “redención de penas” lo llamaron. Una vez cometida la injusticia, les ofrecían realizar trabajos en la obras públicas; muchos de los encarcelados se acogían a ellas para terminar antes la condena impuesta. Algunos de ellos dieron su último aliento entre las piedras.

España sufrió una tragedia colectiva que no puede ocultarse. Y el juez, Baltasar Garzón, puso en marcha los mecanismos para recupera los restos de las víctimas. Y al otro lado, un sindicato ultraderechista puso una denuncia para impedirlo. Y el juez del Tribunal Supremo, Luciano Varela, la estimó.

Sabemos que hubo una amnistía en el año 1977, pero también sabemos que los crímenes de Lesa Humanidad están por encima de una amnistía, pensada para liberar a los presos políticos, y como ley de punto final para El Franquismo. La Corte Penal Internacional dictamina que la persecución colectiva por motivos políticos son crímenes de Lesa humanidad. El Franquismo cometió crímenes de forma generalizada contra la población civil por motivos políticos; intentó arrancar de cuajo todo lo que recordase a La República, deportó, exterminó y privó de libertad a cuantos no pensaron como el régimen impuesto. Se estima que fueron más de 130.000 personas las desaparecidas. La dictadura quiso arrancar cualquier signo diferenciador, está demostrado en cuantos discursos o declaraciones se hicieron, y en los libros de textos de las escuelas franquistas. El colectivo de maestros republicanos fue depurado.

Esperemos que la cordura se imponga. Esperemos que el juez Garzón pueda hacer el trabajo que los familiares de las víctimas del Franquismo le han encomendado. Otros países lo han hecho y el nuestro debe hacerlo. De no ser así, estaríamos ante la impunidad fragante de una etapa de nuestra historia donde fueron violados sistemáticamente los Derechos Humanos.

Las fosas comunes del Franquismo y Garzón
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