viernes. 29.03.2024

La ciencia acunando al patriarcado

Paul Julius Moebius

Paul Julius Moebius (Leipzig, 1853 - Leipzig, 1907) fue un neurólogo alemán que trabajó principalmente en los campos de la neurofisiología y la endocrinología. Moebius es autor de un librito titulado “La inferioridad mental de la mujer” (1900), donde se describen los rasgos fisiológico-mentales que colocarían a la mujer en una condición intelectual inferior al hombre. El texto fue muy criticado, pero a la vez produjo muchas adhesiones llegándose a publicar ocho ediciones. Los principales argumentos de Moebius para afirmar la inferioridad femenina eran la diferencia del peso cerebral de estas y su endeble constitución física en comparación con la del varón. Seguidor de la frenología y el darwinismo, fue un gran admirador de Schopenhauer.

Las tesis del psiquiatra alemán tenían la intención de aconsejar a sus colegas médicos para que trataran a sus pacientes femeninas de manera diferente a los hombres, ya que se cometían el error de concebir ambos cuerpos de mujeres y hombres de la misma manera

En su obra reconoce la influencia de Rousseau, Schopenhauer y Nietzsche. Desarrolló la electroterápia como método de curación mediante la aplicación de electricidad, un sistema que fue muy alabado por Sigmund Freud. Sus teorías causaron mucha controversia en el mundo científico, encontrándose con fervorosos defensores y detractores. 

Las tesis del psiquiatra alemán tenían la intención de aconsejar a sus colegas médicos para que trataran a sus pacientes femeninas de manera diferente a los hombres, ya que se cometían el error de concebir ambos cuerpos de mujeres y hombres de la misma manera.

Estableciendo la inferioridad mental de la mujer, argumentaba que ésta no es patológica, sino natural y que la naturaleza había adaptado el cuerpo femenino a su rol de parir y cuidar a los hijos, y en esa adaptación iba incluida la inferioridad mental.

Para él, la inteligencia de una mujer adulta sería la misma que la de un negro, ambas entre la de un varón blanco y un niño; no se especifica, pero se supone que el niño también sería blanco. Según Julius, la mujer es más instintiva, más “animal”’ y menos dotada para el pensamiento conceptual y asociativo. La razón de ser de la mujer es procrear y cuidar a la prole y para lograrlo satisfactoriamente es mejor no ser demasiado inteligente ni estudiosa. Según las tesis del neurólogo, es contraproducente para sus funciones maternales, por eso la sabia naturaleza las ha hecho más  “tontas” y, como consecuencia, les conviene estar sujeta a la autoridad del varón.

En el siglo XIX, los estudios del cerebro se centraron en demostrar las diferencias entre la mujer y el hombre y entre los diferentes grupos humanos. Y en esa línea, los sesudos científicos afirmaron que en el cerebro femenino ciertas circunvoluciones  presentaban un desarrollo insuficiente. Y como remate final a dichas teoría, Moebius concluye: “En todos los sentidos queda completamente demostrado que: en la mujer están menos desarrolladas ciertas porciones del cerebro de suma importancia para la vida mental, tales como las circunvoluciones del lóbulo frontal y temporal; y que esta diferencia existe desde el nacimiento”. La inferioridad mental de la mujer, p 38.

En Moebius se observa ve como el prejuicio se adelanta a las conclusiones científicas. Primeramente afirma la “inferioridad mental de la mujer”, y después inicia el estudio de las pruebas para demostrarlo. Para Moebius no solamente los varones y las mujeres son diferentes, sino que además es imprescindible que se mantengan en ese estado de desigualdad:

Moebius afirma que la posición de la mujer debe ceñirse al hogar, ser exclusivamente madre y cuidadora de la prole, debe hacerlo por el interés de la conservación de la especie y de la formación de una raza sana y fuerte

“Todo progreso parte del varón. Por eso la mujer es para ellos una pesada carga; les impide emplear todas las energías e insaciables indagaciones y temerarias innovaciones, y también pone freno a las nobles iniciativas, porque no tiene facultad para distinguir por sí misma el bien y el mal y subordina todas las cosas a la costumbre”. Página 43 op cit.

 “Las mujeres no consiguen dominar los afectos y están incapacitadas para el dominio de sí mismas. Los celos, o la vanidad insatisfecha o herida, suscitan en ellas tempestades que no dejan campo a ninguna reflexión de orden moral. Si la mujer no fuese débil física y mentalmente; si, por lo demás, no la hicieran inofensivas las circunstancias, sería un ser altamente peligroso”, Página 45, 46, op  cit.

Moebius afirma que la posición de la mujer debe ceñirse al hogar, ser exclusivamente madre y cuidadora de la prole, debe hacerlo por el interés de la conservación de la especie y de la formación de una raza sana y fuerte. Debe estar pendiente de sus hijos y de su marido y desentenderse de las cuestiones externas a la casa. Afirmaba que eran incapaces de pensar y que sentían placer en chismorrear, que al no tener fuerza física suficiente para pelear, utilizaban la lengua como si fuese una espada. Su debilidad mental las hace prescindir de argumentos válidos, por lo que sólo les queda el exceso de palabras; la charla proporciona a las mujeres un placer infinito y es el verdadero deporte femenino.

Aseguraba que nunca podrán alcanzar la plenitud individual, pues al ser simples “apéndices” del varón, nunca lograrán la libertad por sí misma, dadas las “especiales condiciones cerebrales de la mujer”, le conviene estar sujeta al varón. Por todo ello, según el neurólogo, el progreso es fruto exclusivo de los varones. Moebius introduce un concepto clave en su análisis y es el de “instinto”. Éste es lo que define y explica las manifestaciones psicológicas, morales y de comportamiento que, según el autor, dominaría en las mujeres. Afirma que los sentidos de la mujer no son deficientes pero sí su psique de la cual dependen aquellos. Y siendo la habilidad manual función de la corteza cerebral, al estar disminuida en las mujeres se explica su menor habilidad para el trabajo. Para Moebius el “instinto” es la diferencia esencial que distingue a mujeres y varones:

“El instinto presenta grandes ventajas, es fiable y no proporciona ningún género de preocupaciones. De modo que el instinto hace a la mujer semejante a las bestias, más dependiente, segura y alegre. Él le da esa fuerza singular y la hace aparecer verdaderamente admirable y atractiva”. P 42, op cit.

Acerca a la mujer más a la naturaleza animal que a la de los seres racionales y reflexivos representados por los varones. Afirma que las mujeres están más cerca de las bestias y, por tanto, se encuentran en un estado intermedio de la evolución. La característica de un alto desarrollo psíquico demuestra que el instinto va perdiendo su importancia a la vez que crece la reflexión. Según Moebius, las mujeres estarían a medio camino entre el hombre y las bestias, sometidas a sus funciones naturales:

“Muchas características femeniles dependen de esta semejanza con la bestia. Ante todo la carencia de opinión propia. Lo que es considerado generalmente bueno y verdadero, es para las mujeres verdadero y bueno. Son rígidas conservadoras y odian la novedad…”. Página 42 op cit.

“Cómo los animales que obran de la misma manera desde tiempos inmemoriales, el ser humano se hallaría estancado en un estado original si no existieran más que mujeres. Todo progreso parte del hombre”. Página 43, op cit.

El neurólogo afirmó que la mujer se encontraba en lo que llamará el “estadio del sentimiento”; una etapa de la que ya se había liberado el varón hacía mucho tiempo, dada su capacidad de raciocinio.  Moebius consideraba que el sentimiento era una etapa intermedia entre lo instintivo y lo consciente, así pues, sobre el estado mental de la mujer afirmaba lo siguiente:

“La mayoría de mujeres se detienen en el estado del centro o terreno del medio. “Su moral es, sobre todo, una moral sentimental, una rectitud inconsciente”. Página 44, op cit.

Afirmaba que al carecer de las capacidades que exige la actividad intelectual en los diversos campos del conocimiento, como mucho puede repetir lo aprendido pero son incapaces de crear o inventar. Para Moebius, la aportación de la mujer al mundo del pensamiento, la ciencia o las artes es nula, pues carecen de capacidad para combinar “imaginación” y carecen de un “pensamiento independiente”. Según el investigador, la mujer muestra su  incapacidad creadora: “Incluso en el arte culinario y el de vestir sólo progresan gracias a los hombres (varones), puesto que son ellos los que inventan… Todo cuanto vemos a nuestro alrededor, todos los utensilios domésticos, los instrumentos de uso diario, todo ha sido inventado por los hombres (varones)… La mujer no ha aportado nada al desarrollo de la ciencia… resulta inútil esperar algo de ella en el porvenir”. Página 52, op cit.

En el siglo XIX las mujeres entran en el mercado de trabajo; más explotadas que los hombres y trabajando en condiciones infrahumanas comienzan a reivindicar la igualdad salarial y el acceso a la instrucción y al voto político

Según él, la mujer añade a su falta de fuerza creadora su “falta de voluntad”. Esta incapacidad es atribuida a un déficit en su naturaleza que hace que los intereses de las mujeres sean “exclusivamente personales”. Estos intereses son los que determinan su fin natural, la reproducción, que exige de ellas “hacerse deseables”. Por ello, las mujeres están dotadas “por naturaleza” de cualidades específicas de su sexo: “La hembra debe ser, ante todo madre. Así en el campo intelectual debemos dar a la mujer todo lo que aligera su tarea de madre y eliminar todo lo que pueda obstaculizarla”. Página 56, op cit.

“El que la hembra humana no sólo deba parir los hijos, sino también cuidarlos (…) es la causa de que la diferencia entre los sexos sea más marcada en la especie humana que en las especies animales, ya que la especie humana tiene que ser atendida durante muchos años”. Página 56 op cit.

En el siglo XIX las mujeres entran en el mercado de trabajo; más explotadas que los hombres y trabajando en condiciones infrahumanas comienzan a reivindicar la igualdad salarial y el acceso a la instrucción y al voto político

Tanto Moebius, como otros científicos, clérigos y filósofos misóginos se opusieron a los avances de la mujer utilizando todos los resortes de influencia que tenían a mano:        

 “Yo creo que el punto más importante para los médicos es que ellos se formen un claro concepto del cerebro o del estado mental de la mujer, y que comprendan bien el significado y el valor de su deficiencia mental; y que hagan todo lo posible para combatir, en interés del género humano, las aspiraciones contra natura de las feministas. Se trata de la salud del pueblo, en peligro por la perversión de la mujer moderna. La naturaleza es un amo inflexible y castiga con penas severas a los infractores de sus leyes”. Página 61 op cit.

Los argumentos de Moebius fueron terribles, causando un daño tremendo a las mujeres, ya que sus tesis fueron traducidas a varios idiomas. Moebius se casó con una mujer diez años mayor que él y reconoce que su matrimonio fue infeliz y sin hijos. Este pesimismo lo arrastró durante toda su vida, hasta el punto de que su último trabajo lleva por título “Sobre la desesperanza de toda psicología”. Dada la poca estima que mostraba hacia la mujer, hubiese sido necesario el estudio de la psicología de Moebius, conocer sus experiencias vitales, sus frustraciones, su infancia, adolescencia… para saber qué motivaba tanto rechazo hacia nosotras. La obra del neurólogo fue traducida al castellano por la escritora feminista, Carmen de Burgos.

Además de la Iglesia, filósofos y científicos avalaron estás tesis. Y qué decir del neurólogo Roberto Novoa y del psiquiatra español franquista, Vallejo Nájera, tan recientes en la historia; todos ellos tan influyentes.  

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