viernes. 29.03.2024

Alemania cabalga de nuevo

La política que está llevando Merkel y la OTAN está cumpliendo el sueño imperial hitleriano de conquistar toda Europa.

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Foto: Gobierno alemán.

No conviene olvidar que el auge de la ideología nazi se nutrió con el apoyo financiero y político de los principales industriales alemanes y con la potente industria estadounidense, ya que durante toda la contienda bélica EE.UU. estuvo exportando todo tipo de material de guerra a Alemania. Y con  el mensaje, "Rusia es una amenaza", el ejército nazi se dirigió hacia el Este y se justificó la ocupación de Ucrania, de los Balcanes, y de los países bálticos; en cuyo avance colaboraron los nazis locales.

Tras la derrota y el desarme de Alemania, con la estimable ayuda de los EE.UU. se restableció la poderosa industria nazi. Del gran desastre europeo se salvaron los gigantes de la banca alemana y los agentes de inteligencia, pero Alemania quedó fuertemente endeudada: a la deuda de la segunda guerra mundial se sumaba la que arrastraba de la primera. Pero eso no fue ningún impedimento para que la hegemonía alemana se fuese imponiendo, ya que la condonación de gran parte de la deuda, en 1953, (las fuentes oscilan entre el 50/% y 62/%) la rescató de un  inminente naufragio, y el resto ha sido arrastrada hasta el año 2010. La condonación y dilatación del resto de la deuda fue un factor muy importante, pero no el único; Alemania estuvo respaldada con préstamos que la UE le ofreció a muy bajo interés. Dichos factores permitieron que, a finales de los años 60, Alemania se convirtiera en el principal exportador industrial de toda Europa, fundamentalmente de los países del sur.

Pero será la desaparición de la URSS y la anexión de Alemania del Este el factor determinante para que Alemania logre la hegemonía económica y política en Europa. La República Checa, Polonia, Eslovaquia, Hungría, Bulgaria y los países bálticos comenzaron a privatizar sectores industriales y económicos estratégicos y fue la Alemania, ya unificada, quien adquirió el aparato productivo y se hizo con los mercados de Europa del Este. La anexión de la Alemania Oriental supuso que millones de personas muy cualificadas como: ingenieros, obreros y técnicos industriales se incorporaron a la industria Alemana. La caída de los gobiernos comunistas del Este permitió a los capitalistas alemanes dominar los mercados del antiguo bloque del Este y Alemania se convirtió en el influyente socio emergente de la UE.

Algo más tarde, Alemania intervino en Yugoslavia, e instigó a los separatistas de Eslovenia, de Croacia y apoyó los bombardeos de EEUU y la OTAN sobre Serbia, con el apoyo de la extrema derecha local y el Ejército de Liberación de Kosovo (ELK). Belgrado fue derrotado y el cambio de régimen dio paso a un Estado neoliberal y fiel colaborador de EE.UU.; la gran base militar construida en Kosovo lo acredita. Bajo dirección alemana, la Unión Europea ordenó al régimen búlgaro bloquear el paso que Rusia poseía del gasoducto South Stream a Serbia, Hungría, Eslovenia. El Estado búlgaro perdió 400 millones de dólares en ingresos anuales, pero eso no importaba demasiado al gobierno alemán, ya que la nueva coyuntura política permitió al capital alemán conseguir buenos beneficios, mientras EE.UU. aseguraba su presencia militar hasta las fronteras de Rusia.

Pero el ascenso de Vladimir Putin truncó las expectativas de quienes propiciaron el desmantelamiento de la economía rusa. Putin fue sustituyendo a los más atroces liquidadores de la Red Pública y la industrial que sostenía al Estado, lo que permitió reactivar la industria, y con ella el auge económico. La nueva situación hizo que Rusia se viera como una amenaza a la supremacía militar de EE.UU. y a la expansión económica alemana. Para ir cercando a Rusia, se promovieron las "revoluciones de colores" en Georgia y Ucrania; éstas fueron un ensayo general para el golpe de Estado, en esta última, en 2014.

Los dirigentes alemanes y de Estados Unidos pretenden acallar las voces disidentes en Hungría, Serbia y Eslovenia, así como en Moldavia y Bulgaria, cuyas poblaciones sufren las consecuencias del bloqueo sobre sus gaseoductos y sobre el petróleo de Rusia. Nada importan los intereses de los Estados vasallos; éstos deben sacrificarse por el bien común del imperio económico alemán y el de los EE.UU. Es evidente que la supremacía militar de EE.UU. en Europa ha permitido su expansión en Medio Oriente, en Asia del Sur y África.

El sueño imperial de Hitler fue la conquista de toda Europa y continuar hacia Oriente Medio. Y ahora, la política que está llevando la Primera Ministra Merkel y la OTAN está cumpliendo el sueño hitleriano; un siniestro maridaje que permite avanzar desde el norte y centro de Europa hasta los países sureños europeos y a Oriente Medio. La "amenaza rusa", es el argumento que conduce la ofensiva de los EE.UU. y de Alemania en toda Europa y es la misma estrategia que Hitler utilizó para asegurarse el apoyo de los banqueros industriales nacionales.

Tras el golpe de Estado de Kiev, se ha debilitado la posición estratégica que Rusia mantenía en el Mar Negro. Ucrania se ha convertido en la plataforma militar más importante de los EE.UU. y de la OTAN. y tiene un gran valor estratégico para lanzar una ofensiva que estrangule la economía de Rusia, a través de sanciones. Además, Ucrania es un gran mercado para Alemania desde la anexión de la RDA. Por otro lado, la OTAN ha aumentado considerablemente los aviones de combate y los buques de guerra en el Báltico y en el Mar Negro, para patrullar las fronteras marítimas y terrestres y realizar maniobras militares. La "amenaza rusa" se ha convertido en el grito de guerra para justificar cualquier acción económica y militar a favor de Berlín y Washington.

Los EE.UU. y la élite imperial alemana, creen que si controlan Rusia pueden aislar a China desde Occidente. Son partidarios de poner fin al protagonismo de Rusia en Europa y socavar el surgimiento de China como potencia mundial. Para conseguir sus objetivos están dispuestos a todo, pero los contrincantes también se rearman y activan nuevas estrategias.

Alemania cabalga de nuevo