martes. 16.04.2024

Si tu me dices ven…

Por alguna parte tengo escrito que me gusta la música. Desde Mozart y Ben Webster a los Pekenikes y Bee Gees pasando por El Cigala y Niña Pastori. Es decir, casi todo lo enmarcado en un pentagrama e incluso fuera de él.

Atender a las letras es ya otro cantar. En ocasiones, embutidos los auriculares y realizando ejercicios repetitivos no necesitados de concentración, las sigo: «No detengas el momento por las indecisiones…» entonan a coro Los Panchos mientras pedaleo.

Escuchar la letra que antecede y cabalgar mi pensamiento por caminos sembrados de encrucijadas ante las cuales hubo, y hay, que elegir senda, todo uno. Sería absurdo pensar que la  preferida en el momento de adentrarse por ella, no es la óptima. Pero es cierto que unas veces fue y otras estuvo plagada de vericuetos sin salidas, espinos crueles o fatigosas escarpadas.

¿Y si hubiera elegido la otra? Un mi amigo me tiene dicho que no hubo posibilidad de alguna otra, que la elegida, elegida estaba: Quod scripsi, scriptum est, para unos,  o maktub para otros.

No puedo refutarlo científicamente, así que no me adentraré  en polémicas ociosas. Pero afirmaré, eso sí, que más vale equivocarse, y mucho mejor acertar, eligiendo camino y adentrándose por él, que quedarse estático, inmóvil… por las indecisiones. La no elección no es un camino, o si lo es, conduce al limbo, que puede que no exista en el más allá pero si en el acá.

No quiere decirse  que «si tu me dices ven»  se acuda como gacela en berrea o marinero tras el canto de sirena, no, pero sí que es necesario elegir y hacer camino en busca  del vivir y la felicidad. Detenerse  por las indecisiones lleva a transformarse en estatua de sal.

Los Panchos, ajenos a la digresión, siguen a lo suyo, ay.

Si tu me dices ven…