sábado. 20.04.2024

Pellizcos y contracturas

En autobús urbano de camino a casa. Una mujer, que algún tiempo muy atrás traspasó la media de esperanza de vida actual, desde la puerta de salida del vehículo, se gira. Su voz atraviesa a la concurrencia que abarrota el bus. Llega alta y clara hasta la destinataria: « ¿Mañana, entonces, qué?» Como rebote de eco, con idéntica intensidad y agudeza, la mujer aposentada, responde: «Ya te he dicho que iré a ver a los mariquitas. Que me caen muy bien. Que los pobres las han pasado muy putas». Se refería, claro está, a la cabalgata de la diversidad próxima a celebrarse. Diálogo tan real como es la vida mientras se vive. En otra ocasión transcribiré las diversas reacciones del público asistente.

«Que los pobres las han pasado muy putas» penetró como ariete hasta mi rinencéfalo, en su componente emocional, catapultándome a tiempos pretéritos, a aquellos en los que sin duda se las hacían pasar putas « a los mariquitas».

Y el rumiar se aposentó en mi pensar: ‘Si teniendo orientación sexual acorde con lo «socialmente establecido» se pasa emocionalmente putas al sentir el pellizco de una mirada en la propia ¿Cuál será el sufrimiento añadido al no poder corresponder? Si, además el pellizco provoca contracturas en lo hondo, pinzamientos en el alma y dar respuesta a ese sentir conduce directamente a una cárcel, que en ocasiones se llamaba «modelo», ¿qué hacer?

En el escudo del duque de Toro figura el lema de «no hay barreras para mi, pues si hay barreras las salto»…pero «en lo más alto de su escudo, donde ostenta una cruz de luengos brazos, (hay clavadas) cinco banderillas blancas con ribetes encarnados», precio a pagar por saltar barreras…

En algunos lugares de este mundo irredento se siguen poniendo banderillas, y utilizando el estoque de matar, por asuntos del querer. Tremendo pero cierto. ¡sniff!

Pellizcos y contracturas