Desde hace años, cuando salió al mercado el primer Kindle, utilizo el lector de libros electrónico. Ahora en su versión avanzada con pantalla táctil, luz y utilidades como diccionarios, traductor, etc. ¡la frikiadicción y tal! Me es muy cómodo para leer los pesados ‘tochos Follianos’ , y similares, de novecientas páginas, que me cansaban los brazos al leer encamado y, también, para ajustar el tamaño de letra a estos ojos cansados de lo tanto visto.
Con esto no quiero decir que he abandonado ‘el papel’. Ni mucho menos. Sigo leyendo, acariciando y oliendo libros nuevos y releyendo, regurgitando y deglutiendo los de siempre. Unos pocos ocupan mi mesilla de noche (¡qué antiguo!) en mezcolanza: inquilinos de siempre, mediopensionistas y arribistas con pretensiones. Allegados insidiosos apuestan que entre ellos, los permanentes, seguro que hay un ‘Príncipe’ y probable un ‘Sin Tzu’. Algo hay de cierto… El Principito va y viene según épocas. Sobre guerras no sé nada, o casi…
Un medio pensionista es un Borja. Un cuerdo a imitar en su locura. Su libro, único, lo leo, releo, subrayo y anoto al margen. Pregunto, interrogo, río, niego, afirmo…y me hace pensar siempre ¡y mira que da pereza! Pero ¿Quién permanece impasible ante? : ‘Uno no vino a querer una sola vez ni a querer a una sola persona. Uno tiene que estar donde lo quieran a uno y con quien lo quiera a uno…hay que lograr la capacidad de estar donde se quiera, con quien se quiera, el tiempo que se quiera. Y de poder irse cuando uno quiera, lo cual no es ninguna tragedia’
Y mientras camino con el sobrepeso de los huesos de los santos pero con el alivio de los buñuelos de viento, me digo: ¡qué fácil estar, qué difícil ser!