viernes. 19.04.2024

Las de entonces, las de ahora

coronavirushijos-U55874220332Ion-620x349@abc

Estaba (yo) releyendo a Aristófanes cuando me vino a la memoria una anécdota vivida con mi madre. Ignoro si la llave de apertura fue un olor, color, sonido o, simplemente que camino a paso lento, pero sin pausa, hacia un abuelo Cebolleta contador de batallas de un pretérito bastante imperfecto.

Sea la causa estimular la que fuera me sentí transportado, virtualmente, a una mañana soleada de otoño al parque de Cánovas de Cáceres. Y en concreto a una terracita bajo arboleda del Kiosco Colón. La charla que tuviéramos entre nosotros se vio interrumpida por el saludo que una señora hizo a mi madre. He olvidado el contenido de las palabras que cruzaron, pero sí recuerdo con viveza los comentarios que sobre la saludadora hizo mi madre nada más alejarse de nuestra vera.

- ¡Qué mujer, hijo! ¡De las de quitarse el sombrero cuando pasa! (He de añadir que mi madre, en su tiempo de moceo, utilizó sobrero, de estilo cordobés, y le quedaba prendado). -Se quedó viuda muy joven, con cuatro criaturas y escasa pensión por no decir ninguna. Los ha sacado a todos adelante peleando con uñas y dientes, cosiendo de casa en casa y trabajando de sol a amanecer…y siguió informando de las carreras que habían hecho los hijos con becas-salario y otras cuestiones mientras yo miro con detenimiento a la aludida mientras se aleja. -¡Qué fortaleza, hijo! Tirando para adelante sin desfallecer y, siempre, con una sonrisa en los labios, remató mi madre.

Miro a mi madre, a su flor entre el pelo; quiero decirle que ella también podría condecorarse con todos los atributos que acaba de poner sobre la mujer que ya he perdido de vista, y que, a mi juicio, son consustanciales a legiones de madres que en aquellos tiempos, y puede que también en este, no tienen ni puta idea, con perdón, del significado de resiliencia, pero sí el de ˂tirar para adelante˃ porque es lo que hay y no queda otra. Cuando mi boca está a punto de abrirse para decírselo una mujer, vendedora de flores, pregona un: ¡’craveles’ ¡tengo ‘craveles’! que, sin saber por qué, me estremece los tuétanos.

Y aquí lo dejo.

PD. - A todas las madres que están. A las que se fueron, pero siguen ahí. Y a ti, Nines, con todo mi cariño.

Las de entonces, las de ahora