sábado. 20.04.2024

Amor… y desasosiego

Amor hallado, amor perdido ¿Cuál de ellos causa mayor desasosiego? Me refiero al amor que Ortega, don José, calificó de ‘estado de miseria mental’, el que pone orejeras a la vida, al entendimiento, para no dejar ver ni sentir nada más allá de Ella, de Él, porque es su principio y su fin.

El amor hallado es el que habita en el aquí y ahora, el que genera ansiedad incontrolable cuando el ser amado se aleja más allá de la zona de seguridad, o sea, del alcance de la mano. El que invade el alma de miedos ante la sola idea de abandono o pérdida, el que provoca ensueños de sonrisas indescriptibles y chispear de ojos que iluminan el caminar…

El amor perdido, el que nunca morirá, es el que late para siempre en lo eterno; en el más allá inalcanzable para la mano y el suspiro o la lágrima; el que acongoja el alma, o como se llame eso que tanto duele en lo hondo y que ningún especialista ha encontrado su ubicación ni analgésico que lo calme. Es el amor del no retorno y que tantos deseos genera de seguir su camino; el que mantiene despierto hasta los amaneceres teñidos de añoranza y culpa…

De ellos, ¿cuál puede decir: ¡yo más! respondiendo a la pregunta inicial?

La vocecilla sabionda detiene mi análisis con un ¡qué felices quienes no gozan o padecen ni uno ni otro! Y con cierta maldad, quizás como castigo a su interrupción, contesto: Esos, si en sus interiores pastorea el anhelo de amor, puede que estén aún peor…

Y sin dar tiempo a réplica y murmurando para mí un: ‘vaya empiece de verano’, me adentro presuroso en unos grandes almacenes -el Corte Inglés, claro- para atemperar ansiedades…

Amor… y desasosiego