jueves. 18.04.2024

Corella y la mezquita salafista

Por mucho que se empeñen algunos grupos cercanos a la extrema derecha y al identitarismo, el Islam ha demostrado tener encaje en la sociedad democrática.

En Navarra existen numerosas mezquitas que no han generado el rechazo tan abierto de sus vecinos como en el caso de Corella

Hace unos días un grupo de vecinos de la localidad Navarra de Corella ha publicado una petición en Change.org en la que solicitan al Ayuntamiento de Corella y al gobierno Navarro que impidan la apertura de una mezquita de orientación salafista en el pueblo.La solicitud, que asegura ser respetuosa con el Islam, con otras culturas e ideologías, se opone al salafismo bajo el supuesto de que este altera la normal convivencia vecinal, se constituye como antesala del yihadismo y extiende pensamientos machistas y retrógrados. A ello debe de sumársele el hecho de que la apertura de la mezquita facilitaría la expansión del salafismo por toda la Ribera tal y como lo ha hecho en algunas localidades de Cataluña.

Los problemas asociados a la apertura de una mezquita de orientación salafista puede ser uno de los supuestos contemplados en el Plan Nacional de Lucha contra la Radicalización Violenta, donde el ayuntamiento, consciente de la problemática habrá de comunicar el caso a la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP), el cual recibirá el asesoramiento de la Administración General del Estado a través del Grupo Nacional de Lucha Contra la Radicalización Violenta. Además, dependiendo de cómo pueda resolverse el asunto es probable que el Grupo Local tenga que realizar un seguimiento entorno al ánimo de los colectivos implicados y la comunidad promotora de dicha mezquita recibir el asesoramiento pertinente por la Fundación Pluralismo y Convivencia si así lo solicitan.

salafismoTal y como apunta la petición, el salafismo es la antesala del yihadismo, pues desde el punto de vista ideológico no deja de ser una subcultura del primero. No obstante, debe dejarse claro que la existencia de una comunidad o individuos que profesan el salafismo, no demuestra la existencia de actividades de apoyo al yihadismo, sino simplemente la existencia de comunidades que fácilmente pueden catalogarse como extremistas. Es necesario, que a fin de no repetir los odios enconados que anidan en otros países europeos y limar las aristas que todo movimiento migratorio suscita, que la denuncia o el rechazo al establecimiento y expansión de esta ideología extremista se realice desde el respeto a la diversidad y de manera cívica. En Navarra existen numerosas mezquitas que no han generado el rechazo tan abierto de sus vecinos como en el caso de Corella, pues al igual que en el resto de España, la mayoría de musulmanes que viven en Navarra no hace sino practicar un Islam moderado. Por mucho que se empeñen algunos grupos cercanos a la extrema derecha y al identitarismo, el Islam ha demostrado tener encaje en la sociedad democrática.

En lo que al salafismo se refiere, existe un consenso por parte de académicos y profesionales en materia de seguridad, convivencia e integración sobre los efectos de la expansión de este en una comunidad donde a la clara vocación de auto segregación debe sumársele el refuerzo de las prácticas de control social. Un claro retroceso en la convivencia de una sociedad que aspira a ser abierta. De ahí que los planes de prevención y lucha contra la radicalización violenta a nivel europeo comienzan a incluir conceptos tales como polarización y extremismo, aun cuando este no sea abiertamente violento.

En no pocas ocasiones, determinados actores sociales de signo progresista han tomado contacto con estas comunidades de manera poco consciente al creer que estaban ante comunidades moderadas o al haberse estos autoproclamados representantes del Islam moderado.El rechazo al terrorismo del Daesh, no implica por sí misma una práctica moderada del Islam, máxime cuando parte de los análisis geopolíticos que realizan algunas autoridades del salafismo vienen aderezados con delirantes teorías conspirativas. A esta falta de consciencia se le suma el hecho de que estos acercamientos se han realizado en el marco de una errónea comprensión de la laicidad, al creer que el apoyo a las comunidades musulmanas mermaba por arte de magia la endeble hegemonía de la Iglesia Católica en una sociedad ya de por sí, poco religiosa.

La convivencia, la seguridad y los valores propios de una sociedad abierta, son cuestiones que deben de anteponerse sin ambages a cualquier otro tipo de consideraciones dignas del anticlericalismo más folclórico. La aconfesionalidad, no es lo mismo que la laicidad, y las relaciones entre las instituciones públicas y los representantes religiosos pasan por el principio de cooperación. Es decir, los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones basándose en su arraigo y extensión. El avance en la transformación del estado aconfesional al estado laico sigue siendo una asignatura pendiente. No obstante, los poderes públicos, nuestras instituciones, representantes y agentes sociales deben de fijar cual es el marco de relación que quieren establecer con las comunidades y representantes salafistas, sin perder de vista el hecho que profesan una visión rigorista y reaccionaria del Islam.

Corella y la mezquita salafista