jueves. 28.03.2024

“Nos roban... hasta el sentido común”

unnamed(Acompaña a este artículo la viñeta de Rafa Maltés)

Hace quince días en esta columna escribí un artículo bajo el título robar para gobernar, gobernar para robar”, que provocó miles de comentarios, y se reprodujo en muchas páginas de esta red de redes. Es un gran bocata de orgullo. Nunca pensé que alguna de mis opiniones despertara tanto interés y fuera seguida por tanto lector como han seguido mis reportajes. Gracias. Es para cualquier escritor una satisfacción conectar con los lectores y hacerles partícipes activos, no sólo pasivos, de sus ideas, y que a la vez el lector exprese las suyas aprovechando el acuerdo o descuerdo con lo escrito. Casi todos los comentarios estaban de acuerdo con mi exposición, salvo los de siempre, que, sin tener argumentos en contra, recurren al insulto, a los que uno, acostumbrado a sus años de llenar folios en blanco, hace caso omiso. Quizá quienes se mostraban en contra, aduciendo que exageraba y que no es tanto lo robado cuanto lo que exageramos algunos “periodistas antisistema”, no se debiera al desacuerdo, sino al hecho de que ellos forman parte de esas manos metidas en sacos ajenos. Ladrones que no tienen suficiente con lo sustraído, bien porque no les haya dado tiempo a llevarse todo lo que pretendían, bien porque donde metían la mano no había suficiente como para colmar su desmesurada ambición. Y tratan de justificarse con el falaz argumento de que siempre ha sido así, que quien ejerce el poder debe tener derecho a meter la mano donde le plazca, desde unas nalgas a unas huchas ajenas, sin que nadie le diga nada. Que sigan así. Como dijo Ghandi, el mundo es siempre demasiado pequeño para su avaricia, aunque sea lo suficientemente grande para satisfacer las necesidades de todos. Al final, también esos esclavos de su cleptomanía, pagarán por ello. Ya dice el refrán que la avaricia rompe el saco. La experiencia lo ha demostrado. Hemos visto caer desde grandes políticos, a famosos narcotraficantes o empresarios triunfadores. Detrás de todos, además de la avaricia y el dinero, que “en gran cantidad y rápidamente, no puede ser santamente”, siempre hay algo fuera de la ley. Como dice un amigo mío, y como sabe cualquier experto en cuestiones de fiscalidades y economías, un buen Estado de Derecho nunca permitirá que unos pocos se hagan ricos a costa del mal de muchos. Un buen Estado de Derecho busca la igualdad y la justicia, evitando privilegios, y promocionando que la riqueza se reparta y no sea acumulada únicamente por una clase social que no supera en el mundo el 1,2 % en las sociedades más ricas, como sucede en los Estados Unidos.

Por eso el mundo va como va, cada vez con mayores desigualdades y con un aumento desorbitado de la pobreza, el hambre, y las enfermedades. Y como complemento, la contaminación ambiental producida por esa generación rápida y masiva de riqueza superflua, a costa de lo que sea, la explotación del hombre por el hombre, y de la naturaleza, de cuyos recursos llevan echando mano los humanos desde el nacimiento de los grandes imperios, Egipto, Cartago, Roma... Explotación convertida en abuso desmesurado por las grandes empresas desde la revolución industrial.

Y sin mayores preámbulos, paso a los comentarios originados por mi anterior artículo, “robar para gobernar, gobernar para robar”. No pretendía hacer una lista de todo lo que el gobierno y el Partido Popular en general nos ha robado, como sistema de un partido en los gobiernos (local, autonómico y nacional), para financiarse e invertir lo sustraído ilegalmente en fuertes campañas electorales que le llevaran al triunfo electoral; y también como ladrones personales para aumentar sus fortunas individuales, desde tesoreros aprovechados, v.gr. Bárcenas, que luego no saben nada, a ministros sin escrúpulos, que predicaban una cosa y hacían otra, v.gr. Rato, precisamente quien debía cuidar la Hacienda Pública y el pago de impuestos. “Todos los españoles deben pagar sus impuestos, como yo hago religiosamente”, llegó a declarar en los medios quien, por su incapacidad, llegó luego a  dirigir el FMI. Y ahí siguen, en la calle callados, ambos dos, y otros secuaces como ellos para quienes la cárcel es un paseo de tertulia. El mal ejemplo cunde. Uno de los comentarios de mis lectores ahonda en este tema: “Y lo peor es que mucha gente trata de imitarlos al ver que se descubren sus fechorías pero no se castigan”.

Entre las fechorías de sus señorías, hay lectores que enumeran algunas a las que se van sumando otras y otras que llenarían todas las páginas de muchos periódicos:

-Nos roban nuestro ahorro eléctrico, nos roban en el IVA de los yates y de los toros, ...los antibióticos...
-Nos roban en las depuradoras como EMARSE, IMELSA entre las que conozco.
-Nos han robado el derecho a la información y se han inventado las jodidas mentiras o fake news, ...
-Nos sustraen la información y el dinero de los contratos como la visita del Papa, la Fórmula 1, terra mítica, aeropuertos, ciudades como la Luz, las Artes y las Ciencias y nos dejan sin institutos.
-Nos han robado la educación, la sanidad, la dependencia, la memoria histórica, las cajas de ahorros

y sus preferentes...

-Nos robaron nuestras casas en propiedad (cultura española de fomento del ahorro y la inversión)...

Y hay quienes van más allá de la simple enumeración, y apuntan a la causa última: “No es el PP”.

“Es el capital que los maneja; los del PP son sus perros”.

Y también entre mis lectores se apunta al giro del PSOE para subir al poder y al peligro que acecha en España desde la Revolución de Octubre. Dice textualmente:

-“Nos arrebataron al verdadero PSOE para parar al comunismo (sic).”
-Nos corrompieron a los sindicatos para parar la lucha por nuestros derechos.
-Nos eliminaron nuestra conciencia de clase aupando a la divina individualidad como sumun de la autorrealización, para así paralizarnos y pasar ellos al contraataque y recuperar lo que "ellos" (clase dirigente) piensan les pertenece...

Para finalizar, otros como una chica que firma lamuchachamarchosa, da un consejo con el que se puede poner remedio a tanta desfachatez:

Si alguien quiere que esto empiece a cambiar como Madrid, Barcelona, Valencia, Zaragoza, Cádiz, por favor que no vote lo mismo que ha votado hasta ahora.

“Estoy de acuerdo -concluye otro comentarista-, pero nos han robado porque se lo permitimos. A pesar de todo lo que enumeras, la gente les sigue votando. Es inaudito”. Y añade otra respuesta: “Y lo peor: que ya tienen el recambio preparado para el día en que el pueblo decida cambiar de  ladrones”.

“NOS ROBAN Y NOS ENVENENAN”

Hay comentarios que van mucho más allá del robo, y apuntan otro tema en el que poca gente cae: la contaminación promovida en España con los proyectos de minas a cielo abierto y otras explotaciones tan peligrosas como el uranio, sobre las que más de una vez he escrito en mi columna. Contaminación de la tierra, el aire y el agua. Nos roban y nos envenenan, dicen mis lectores: “Nos envenenan con plomo, mercurio, fluor, cadmio, iodo y cesio radiactivos; con insecticidas, herbicidas, nematicidas, fungicidas, tratamientos de la madera (arsénico), HAPs, COVs, ... algunos ya prohibidos porque se envenenaban ellos mismos, pero los residuos del lindano, los fosfoyesos, tierras contaminadas como las minas de uranio de Berkeley...”
“Nos envenenan el aire con NOx, CO2, PM2.5...” Y para acabar este apartado, con el pseudónimo del maestro de periodistas, Mariano José de Larra, un firmante como “el pobrecito hablador”, añade: “Nos roban el agua del Tajo y por poco la del Ebro, cuando es más barato y sencillo usar las desalinizadoras donde las hay ¡paradas!”

-”Lo más importante parece que también nos lo han robado: el sentido común, que hace que una persona lúcida y mentalmente sana, no vote a ladrones y a sinvergüenzas, para gestionar los recursos de un país”. “Nos han robado hasta la Constitución y la democracia”.

A este paso, es la conclusión general de casi todos los comentarios: “Nos van a robar el contrato social, el aire que respiramos, el agua que bebemos y las porquerías que comemos”.

Han dicho. Y aún no habían detenido a Zaplana, el Caratorcida

“Nos roban... hasta el sentido común”