sábado. 20.04.2024

Manipulación y desfile del 12 de octubre

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No destruyamos otras culturas ni otras costumbres, porque conviviendo con ellas, nos enriquecemos

Soy consciente al escribir este artículo de que no entra en lo que se entiende como “políticamente correcto” que uno debe escribir. También sé que lo políticamente correcto es ofrecer lisonjas al poder y respetar el sistema, aunque este resulte dañino y perjudicial, individual y socialmente. Estoy con mi colega Voltaire en que es peligroso tener razón cuando el gobierno, o sea, el sistema y el poder, que lo sustenta y sobre el que se sustenta, están equivocados. Pero escribo al dictado de mi conciencia, después de tantos años de vida en que he visto que al hombre, como contaba el poeta León Felipe, le han dormido con todos los cuentos y sé todos los cuentos. Por eso cuento lo que he visto, lo que veo y lo que me queda por ver, de seguir así las cosas, alargando “los trabajos y los días” del poeta griego Hesíodo, oscurecido por la fama de Homero y su Guerra de Troya. Los cito no por mera erudición, que cualquiera con un poco de curiosidad puede enterarse de muchas cosas con solo pinchar en un “ratón”, que parece ratón pero no es un ratón, como decía una vieja canción, sino porque me dan pie y fundamento para hablar de lo que quiero hablar: de la manipulación que en torno a esta fecha del 12 de octubre se ha montado desde el famoso Descubrimiento. Manipulación que sigue hoy respecto a esa conquista y expansión de un imperio, que unos consideran heroicidad, y otros, vileza por parte de unos españoles que cruzaron la Mar Océana en busca de Eldorado, y lo celebran orgullosos con aires triunfalistas, mientras para otros no deja de ser un genocidio de pueblos indefensos y supersticiosos. Descubrimiento para unos positivo y provechoso, y para otros, negativo y expoliador. Cara de una misma moneda. Así se ha vendido a lo largo de la historia. Unos lo celebran con regocijo, hasta con triunfalismo. Otros, con más pena que gloria, porque, como siempre, al ser débiles, salieron perdiendo. Pero eso sí, tantos unos como otros fueron manipulados por unos sistemas que confiaban sus días y sus trabajos a la religión y al poder.

A tenor de los nuevos planteamientos y reconocimientos de tal conquista del Nuevo Continente, pudiera parecer que se ha desechado la manipulación que del acontecimiento -que no niego marcó una nueva etapa en la historia de la humanidad- se ha venido haciendo. Actualmente apenas si se celebra esta fecha de la llegada de Colón a esas tierras bajo el lema del tan cacareado Día de la Raza o de la Hispanidad, y se resalta, no tanto la conquista como hecho positivo, cuanto la importancia de la diversidad cultural, procurando rescatar el papel de esas culturas indígenas a ambos lados del océano, reconociendo que podían haberse respetado haciendo mas fructífero el mestizaje, dejando de lado la gloriosa hazaña de Colón y los descubridores de espada y cruz. Me parece, pues, que el nuevo enfoque festivo a esta fecha, desechando la visión parcial y triunfalista de una cultura sobre otra, ha acabado con esta manipulación, y abre nuevas vías de análisis, celebración y concordia.

Pero hay otra manipulación que nunca como en este año se pone de manifiesto, a la que suelen recurrir aquellas naciones en un alarde de poder y seguridad: el desfile militar. Y parece ser que este año, a propósito de esta fecha, haciendo uso de ella para acallar la tentación de independencia de la nación española de la región catalana, se prevé el gran desfile, un desfile que muchos, los más viejos, siguen llamando “de la victoria”, porque así se llamó durante la jefatura con mano de hierro y sangre del dictador/general rebelde. Y según previsiones del gobierno, heredero de esa mano y esa victoria, este año dicha parada militar tendrá novedades, que como toda novedad intrínseca al buen espectáculo, atraerá a mucha más gente, y acallará las voces discordantes y reprobatorias del evento. Ahí se verá el patriotismo, las aclamaciones a un gobierno que tiende a echar mano de la fuerza porque es incapaz de convencer con razones. Ha ganado la guerra, y como dije en los finales de mi anterior artículo: España está donde está y Cataluña sigue donde debe estar.

De acuerdo, pero no se hacen así las cosas. No hay que recurrir a la fuerza, ni por el gobierno central ni por el de la Generalitat. Y menos todavía manejar a la gente provocando sentimientos y emociones que han llegado a rozar la xenofobia, y provocar la división de la convivencia, la de todos los días, la familiar, la que interesa, la de esa gente de mil acentos y distintas costumbres que trabaja codo con codo, y produce en mutuo entendimiento y diversidad, para que este país, formado por pueblos con su propia y variada idiosincrasia e historia, progrese en paz, sin armas, sin ejército que venga a salvarlo, sin partidos políticos que miren por su interés en lugar del bien común. Y sin gobiernos que tiren de la cuerda tanto que llegue a romperse. Recordemos mejor a Hesíodo, y dejemos de lado la guerra que pintara Homero. No destruyamos otras culturas ni otras costumbres, porque conviviendo con ellas, nos enriquecemos. De la variedad cultural, de su mestizaje y amalgama, surgen nuevas ideas que contribuyen al progreso de un país. No nos dejemos manipular. Que no nos cuenten cuentos. Busquemos la unión y no la distancia. Recordemos, hoy con mayor razón que nunca, que habitamos una aldea global. Ya no hay distancias, ni océanos imposibles de surcar. Por el bien del planeta. Por el bien de la humanidad. Por el bien nuestro.          

Manipulación y desfile del 12 de octubre