jueves. 28.03.2024

¡Vaya añito! Elecciones, corrupciones, y traiciones: “Te lo dije”

Si hubiera que hacer un balance del año, estas tres palabras resumirían lo sucedido en los doce meses. Acabó 2015 con unas elecciones que a ninguna parte fueron, y siguió de presidente un presidente que pasó casi todo el año en funciones sin funcionar, esperando que la pera cayera del árbol, que en septiembre suelen caer. Y cayó. Como ya no había dos partidos que se repartieran amigablemente la tarta, como antaño y hogaño, vino otro antiguo presidente a arreglar el desaguisado, y seguir como antes, prestándole sus cartas, haciendo el juego al rival que hasta entonces había sido su enemigo, convirtiéndolo en aliado por el arte de la abstención, y el golpe de efecto en su partido. Un partido que, si hasta ese día estaba descafeinado, quedó convertido en achicoria de escoria. Aliados para hacer la guerra contra los que tenían la osadía de romper ese reparto de la tarta entre dos. La mitad para cada uno. Qué fácil. Así las cuentas salen enseguida, no hay que romperse la cabeza, y cuanto menos seamos, a más tocamos, dijo él. Se trata de la tarta del poder y de los negocios, que estos advenedizos nos quieren arrebatar, tornó a decir.

Cuando las mujeres se convierten en madre, parece que una ciencia infusa les ilumina en sus consejos y previsiones con tal de cuidar y proteger al hijo. Y surge la frase tan oída por los hijos cuando caen en el error: Ya te lo dije yo... Lo digo, porque, sin ser yo madre, he escrito en este periódico a lo largo de este año, desde las primeras elecciones, unos vaticinios con los que, si no estuviera en mi tierra, diría que soy profeta, o adivino, y de paso, me sirven para hacer balance de estos mis artículos que tratan de criticar lo malo y advertir a los lectores que no debemos dejarnos engañar por quimeras, vengan de donde vengan, aunque provengan del mismo dios, como es el señor Felipe González Márquez, ex presidente de gobierno, y un dios infalible, mandón y dictatorial con sus compañeros militantes socialistas. Y traidor. Para sus correligionarios, y para el pueblo que una vez confió en él, y le salió rana, transformado hoy en sapo compadre de la charca podrida. 

Se dice de un gallego que no se sabe si sube o si baja la escalera, y a un andaluz se le suele calificar de “fullero” (sé que no es correcto generalizar). Qué decir de Rajoy, que en funciones sin funcionar, se salió con la suya: seguir de presidente. Qué decir de Felipe, que ejerció de presidente, sin ser ni secretario, para que el “enamigo” se saliera con la suya, traicionando a un partido que pretendía renovarse y volver a sus orígenes, antes de que la pandilla del sur se comiera la “s” y se olvidara de la “o”. Normal en tierras del ceceo. Y como Abrahám, el “sociolisto” estuvo dispuesto a sacrificar a su hijo Isaac/Pedro para que continuara el sacrificio de todos los españoles. Y lo sacrificó en aras de la mayor gloria del PP, y sus adyacentes, y a la par, en grande pena del pobre españolito que no podía creer lo que veía.

Celebradas las elecciones del 20-D-2015, quien escribe estas líneas, escribió otras con fecha 28 de enero de 2016, un mes después, cuando la incertidumbre de un “gobierno de cambio”, se convertía en “gobierno de calderilla”, ante el miedo que daban los nuevos diputados del partido emergente y peligroso, llamado PODEMOS. Titulé dicho artículo, “De sociolistos, periodistos y descerebrados”, haciendo piruetas idiomáticas para no caer en el feminismo, ni el sexismo, ni que miembros ni miembras se dieran por aludidos, que hay mucha gente sin cerebro dentro y fuera del “hemicirco”. Transcribo algunos párrafos del mismo:

“Amparado en el derecho a expresar mi opinión, (voy a) tratar de comentar tales declaraciones por el peligro social y político que pueden arrastrar..., por venir de donde vienen. Personajes conocidos, dados a ser imitados de palabra y de obra, pueden llevar a confusión a la gente que les escucha, y quizá admira, porque les creen que actúan correctamente con sus hijos, y hablan “ex cátedra” de política, pactos, diputados, y demás cuestiones gubernamentales con más verborrea que argumentos. Declaraciones políticas o radiofónicas que en mayor o menor grado, no dejan de crear opinión por considerar importante la boca de donde salen...  creando confusión.

“¿Es que no incita a la confusión la sentencia del expresidente de gobierno, Felipe González, al divulgar que lo mejor para España es un pacto PP-C,s-PSOE?... el pacto de la corrupción con el silencio del PSOE. Y por si no tuviera suficiente con ese exabrupto, rechaza un eventual pacto de su partido -que se supone de izquierdas, ¿o es que no es de izquierdas desde que renunció en Mallorca al marxismo para acceder al poder?- rechaza un pacto del PSOE con Podemos, como si fuera el diablo, y apuesta por un pacto de gobierno de derechas que no es otra cosa que seguir apoyando y legitimando la corrupción... Y quien es cómplice de un delito, por acción u omisión, también comete delito y debe ser imputado. Menos mal que hasta ahora el líder de Ciudadanos sigue abogando por la lucha contra esa lacra; ya veremos si, como hizo en su tiempo Felipe/Isidoro con la renuncia al marxismo, el señor Rivera renuncia a esa promesa ante la toma del poder. Lo que nos faltaba... Se le ha visto el plumero, señor González, como se le vio cuando se subió en el Azor, buque insignia de la tiranía de Franco. Sólo le faltaba pescar el pez más grande. Y lo pescó, pero nos decepcionó a todos los que ilusionados con el famoso “cambio”, formamos parte de esos diez millones de votos”.

Y el vaticinio de ese artículo del mes de enero de los agotados corrientes, se cumplió, completándose con el golpe de efecto dentro de su dividido partido. Te lo dije...

El otro artículo balance, referido al presidente de barba canosa y dislalia patética, se titulaba “Soy presidente, he sido presidente, y seguiré siendo presidente”, publicado el 17 de agosto, tras las investiduras fallidas y los pactos memos con el C,s, que apunta según el viento. Lo afirmaba el señor Rajoy cuando las aguas andaban tan revueltas que los pescadores hacían su agosto y se celebraban los juicios por la corrupción de grandes “peperos”. En la opinión publica parecía cuajar la idea del verdadero cambio, pese al señor González, a quien el cambio le afecta solamente a él, tanto que ya no necesita subirse al yate de nadie. Hablaba en el susodicho artículo, un supuesto y superpuesto Rajoy en primera persona, y prometía acabar con el paro anunciando una medida infalible. Daba por seguro que seguiría siendo presidente, como así resultó. “Yo, como el otro, general de generales, hemos nacido para salvar a España y preservarla de los males que la aquejan, como he venido haciendo durante todo mi mandato...” (Pese a los inconvenientes), “llegaría muy lejos, no sólo hasta Madrid, sino más allá, incluso más allá del Pardo, hasta la Moncloa, donde ahora me encuentro y de donde me quieren echar unos advenedizos, que a buen seguro son más inútiles que yo, porque no tienen tanta experiencia de gobierno como yo”.

Y después de nombrar su extenso curriculum vitae en el poder (antes no tenía otro que su partida de nacimiento), se muestra el mayor capacitado para seguir, asegurando que seguiría de presidente, pues ni en su partido ni en otro hay quien lo haga mejor: “Ya quisiera ver yo a otros dirigentes conseguir en tan poco tiempo lo que yo: en educación, en sanidad, en servicios sociales, en el aumento del paro, en la disminución de derechos... (Perdón he tenido un lapsus; es a la inversa). Me he cargado en cinco años, y así es preciso reconocerlo, lo que otros han tardado un siglo en conseguir. Si eso no indica capacidad, que venga Dios y lo vea. Y digo más para que no se me malinterprete y vengan los periodistas sacando las cosas de “calcio”: Estoy dispuesto a acabar de una vez por todas con el desempleo. Es mi promesa estrella si sigo de presidente... (Que seguiré), porque sería el colmo que un presidente de gobierno tuviera que irse al paro, entre otras cosas porque está tan a la baja la Seguridad Social, que no quedaría dinero para pagar su subsidio...

“...He hecho ya tanto recorte que me van a galardonar con el cuerno de oro, como el mejor recortador de toros; he dicho de “toros”, que de “todos” ya tengo a bien haberlo conseguido desde el primer día que tomé posesión de este palacio del que ahora me quieren echar. Pues ¡no señor! No pienso irme. He sido presidente, soy presidente, y seguiré siendo presidente... Porque está claro que ninguno de mis adversarios se pone de acuerdo, mucho blablabla, mucho que no te queremos, que te vayas, y no son capaces de echarme...”

Para finalizar, como es debido en democracia que se precie, hay que contar con el pueblo. En otro artículo del 27 de octubre del agonizante actual, en vista de la que se nos venía encima, achacaba  toda esta barahúnda política al estado catatónico del pueblo español, si no de todo el pueblo, de la mayoría, la misma que goza el actual presidente, gracias a la cual, sigue siendo presidente el susodicho. Inmejorable. Así estamos. Te lo dije.

¡Vaya añito! Elecciones, corrupciones, y traiciones: “Te lo dije”