viernes. 29.03.2024

El trabajo de ser mujer, y embarazada

La baja maternal en España está entre las menores de Europa, muy alejada del tiempo medio en la UE, 28 semanas

El gobierno de España y nuestros políticos tienen que cambiar muchas cosas que van más allá de la promulgación de una ley o la firma de pactos con organizaciones sociales y otras zarandajas para hacerse la foto y demostrar que tienen a la mujer en cuenta. No vale de nada pregonar la paridad de candidatos femeninos y masculinos en las listas de cada partido, o abogar por la igualdad con ministerios que no funcionan, o pensar erradicar el sexismo en el lenguaje repitiendo la tan manoseada estupidez de niños y niñas, ciudadanos y ciudadanas, etc., para demostrar que la mujer tiene un papel en la sociedad, y que ellos, los políticos, y ellas, las políticas (aquí pudiera tener sentido aplicado no a las personas sino a la gestión), están por la labor. De nada valen acciones puntuales, discursos y apoyos testimoniales a organizaciones implicadas en la lucha real, diaria y constante, por mejorar el estado de la mujer, desde la prostituta que quiere dejarlo, a la empleada que se queda embarazada y sin trabajo (como si el embarazo no fuera un trabajo), o la madre soltera y sola en la vida, o la que sufre acoso y derribo en el trabajo y en el ejército... No vale aparecer silencioso con cara de circunstancias cuando el maltrato llega a la muerte, para hacerse la foto, si detrás no hay una ley con su correspondiente partida presupuestaria para que realmente sea considerada la mujer como pieza fundamental y protegida en la sociedad, muy por encima de gobiernos, empresarios y subvenciones. Tampoco sirve añadir al masculino el femenino al que tan dados están nuestros ignorantes oradores para demostrar que no conciben a la mujer como ser menguado del hombre.

Como dijo el filósofo las palabras son de cera, se derriten, son humo que desaparece al menor viento, mientras los hechos son de acero, permanecen cuando son auténticos, y no remedos reconocimientos al estilo del franquismo, que premiaba a la mujer que más paría. Eran otros tiempos que me parece que aún no han sido superados. Sin ser tan vergonzante la situación de la mujer en nuestra sociedad, todavía quedan reminiscencias del pasado, y esa quimera de la igualdad -en pocos aspectos hecha realidad-, o de la compaginación laboral y familiar, están muy lejos de conseguirse, al menos respecto a otros países de nuestro entorno. No hay que engañarse. Estamos a años luz de distancia de países nórdicos donde la confrontación empresa-familia, soltería-maternidad, trabajo-embarazo, no existe. Actualmente, el permiso de maternidad en España es de 16 semanas (cuatro meses) y el de paternidad de 15 días (2 semanas). Sin embargo, la protección y “baja laboral” durante el período de embarazo solamente se justifica, en España, por razones de salud, es decir, por un embarazo con problemas graves, problemas biológicos o sanitarios. No se contemplan otros, como los psicológicos a resultas de una precaria situación laboral (muy corriente en la actualidad), condiciones de estrés, la situación afectiva, económica o familiar. Todo embarazo es un trabajo, una dedicación especial y específica para evitar malformaciones en el feto y preparar un parto sin problemas, ni en la madre ni en el niño. Cualquier alteración externa -familiar, laboral, social- tiene influencias biológicas y psicológicas y puede convertir un estado de buena esperanza en un período tenebroso que durará luego toda la vida.

Inversión de prevención

Algunos organismos solicitan que se amplíe el permiso de maternidad a 24 semanas, que no es mucho pedir, porque hay que tener en cuenta que los bebés son más indefensos y más necesitados cuanto más pequeños son. No hay que olvidar que el ser humano nace como el más débil e inútil de toda la naturaleza y el más delicado, no se puede valer por sí mismo hasta pasados unos años, los más cruciales de su vida. La baja durante el embarazo, sobre todo los últimos meses, si la madre lo solicitara, por cualquier razón, debería contemplarse también. Pero si la baja maternal se atiende poco, me dirán, menos van a hacer caso a conceder bajas por embarazo. Hay que conseguirlo. Evitaría muchos gastos posteriores, sería una “inversión de prevención”.

La baja maternal en España está entre las menores de Europa, muy alejada del tiempo medio en la UE, 28 semanas. Tanto la baja por maternidad como la protección al embarazo, y a la escasez de facilidades para conciliar vida laboral y familiar, pese a la ley, afectan a la decisión de tener una u otra cantidad de hijos, siempre por debajo de los que se desearía tener. Así lo manifiestan en una encuesta realizada por el Instituto de Política Familiar. También, 2 de cada 3 encuestados demandan que la baja de maternidad debería durar entre 5 meses y un año, y 1 de cada 10 piensa que debería ser entre 13 meses y dos años.

Por otra parte, esta entidad denuncia que en España se da con frecuencia el llamado 'mobbing maternal', un inconveniente que impide que muchas mujeres queden embarazadas por miedo a perder su puesto de trabajo. Todavía en España hay muchos recelos por parte de los empresarios a la hora de escoger y emplear a una mujer para un trabajo con su correspondiente contrato y derechos, porque temen que en algún momento esa mujer quede embarazada. Lo ven como una pérdida de capital y producción, en lugar de como un valor, tan obtusos son nuestros empresarios. Además, está demostrado que tener hijos aumenta la productividad laboral en las mujeres.

No debería existir esta reticencia al embarazo. Al contrario, había que promocionarlo por ley, no con subvenciones, ni ayudas de caridad y miserables, ni con tanta palabrería. El embarazo es una decisión muy personal que lejos de mermar la producción empresarial o perjudicar a la sociedad, la enriquece, con mayor motivo en un país como el nuestro donde cada año hay un descenso de nacimientos y un considerable aumento de población envejecida.

Durante el embarazo cuentan no solamente las molestias biológicas por el nuevo estado en el que se encuentra el organismo de la mujer, sino también las psicológicas, y si a las primeras se les hace caso mediante las visitas a los centros sanitarios que vigilan la evolución del estado, de las psicológicas, nadie se acuerda, ni  hay remedios a los que pueda acudir en caso de necesidad. Una de las mayores influencias sobre el embarazo y su evolución, negativa o positiva, viene del trabajo. La situación en que se encuentra la embarazada en su empresa, o en el lugar donde desarrolla su labor profesional, influye sobremanera en su psiquis y en la del feto, así como el tiempo que debe dedicar única y exclusivamente a su bienestar. Por eso es preciso aumentar el tiempo de baja del trabajo, y equiparar nuestro país a países del entorno, garantizando la seguridad económica y psicológica de la mujer que se dispone a ser madre. Y que tal ley se prolongue varios meses tras el parto. Será la mejor inversión de una sociedad si quiere un futuro prometedor. Si se considera importante la conciliación de vida laboral y familiar, cuánto más fundamental será tenerlo en cuenta cuando un miembro de la familia se encuentra en tal estado de buena esperanza. Eso, de buena esperanza. Debe colaborar el gobierno a que sea así. Se trata del futuro del país: niños sanos y madres entregadas.

El cuidado del embarazo, su vigilancia y su baja laboral, son la base para que no haya luego problemas. El coste de esta prevención, con ser menor que el remedio posterior, incluso en caso de problemas, es la mejor inversión de ahorro sanitario en el futuro. “Estado de buena esperanza”, se decía. Y así debe ser.      

El trabajo de ser mujer, y embarazada