viernes. 29.03.2024

El timo de la prueba para un contrato de trabajo

Según cálculos del Consejo de la Juventud, entre 40 y 50 mil jóvenes salen cada año de España en busca de trabajo en estos últimos cuatro años.

Está pasando y así no puede seguir. Pequeños, medianos, y grandes empresarios, están abusando de nuestra juventud, que acude a su anuncio de oferta de trabajo y se somete a realizar la prueba pertinente para que la empresa le clasifique y le dé apto o no apto para el trabajo que va a desempeñar. Todos sabemos que la mayoría de nuestros jóvenes de un tiempo a esta parte está mejor preparada que otras generaciones, de antes y de afuera, y  también peor tratados. Las empresas se aprovechan -hasta el extremo que describo a continuación- por esto de la crisis y sus “contratos leoninos”, contratos basura (como quien se los inventó), porque así se lo permiten y legalizan los sinvergüenzas de este gobierno que nos sobra. Unos administradores que deberían haber cesado tiempo ha en su puesto, como le sucede a cualquier trabajador que si no rinde o lo hace mal, se le echa en beneficio de la empresa, en este caso del país. Si este ominoso gobierno oprime y exprime a una sociedad que le interesa por lo que pueda aportar a la Hacienda pública, o para que le voten -debería escribirlo con “b”- con recortes, decretos, leyes y reformas mal hechas, propias de su pensamiento unidireccional, cómo se va a interesar o le va a importar una juventud a la que juzga pasota, de la que piensa que no cree en nada, que anda “colocada” porque no se puede “colocar”, y que se dedica al botellón, a la delincuencia y al vagabundeo, al sexo y al desenfreno... ¡Hasta ahí podíamos llegar, querido Sancho! Si a la sociedad en general la oprime y exprime, a la juventud en particular, además, la suprime. Sí, señor. De un plumazo. Se han olvidado de ella, quizá no sepan que nuestros jóvenes son el único recurso para que avance un país. Dicho en sus términos de “mercancía”, es el mejor “capital humano” de la nación, como gustan de nombrar, mayormente en estas fechas de la raza y otras mandangas, y desfiles militares que aparte de contaminar, son un gasto inútil que supera con creces las partidas destinadas a la promoción juvenil. Les importa más la inversión en armamento que en solventar una situación calamitosa de unos jóvenes preparados y trabajadores como los mejores de Europa, donde tienen que irse porque aquí no ven futuro. ¡Qué contradicción! ¡Qué horrible paradoja! Si el futuro existe es precisamente el de la juventud, pero este gobierno mira para otro lado y se mantiene impasible ante la caudalosa emigración de chicos que cada año -como los obreros en los cincuenta, pero hoy altamente cualificados- salen fuera de nuestras fronteras a buscarse la vida, que aquí se les priva, y colaborar al desarrollo de otro país que no es el suyo, donde precisamente se han preparado y han invertido su sacrificio y sus ahorros. Es una vergüenza que esto suceda y aumente cada año este agujero negro por donde se escapan los mejores talentos y los más sanos.

Cuando una administración comete semejante delito, no puede consentir la sociedad que continúe haciendo lo mismo, y menos todavía, que se vayan sus gestores a casa con su impunidad, desidia, su corrupción y su capital robado, humano y económico. No pueden irse de rositas ante tal fraude a una juventud que es nuestro futuro. Han abierto una herida en la comunidad cuya hemorragia no han evitado, y deben pagar por ello.

JUVENTUD DIVINO TESORO”

España es el país europeo que ha perdido mayor cantidad de jóvenes por esta emigración en busca de un empleo afuera. Desde al año 2011, en que el paro juvenil afectaba al 40 % de los jóvenes entre 18 y 24 años, ha subido a más del 50 % según datos de la EPA (Encuesta de Población Activa) contados en enero. Se calcula que en este último cuatrienio, entre cuarenta y cincuenta mil jóvenes salen del país cada año en busca de empleo allende nuestras fronteras. Ante esta alarmante fuga de cerebros, el Consejo de la Juventud, que agrupa a 76 instituciones, advierte que, si la cifra de jóvenes que emigran “continúa inalterable, en los próximos años supondrá un coste a todos los españoles de 57.000 millones de euros, cantidad equivalente a más del doble de lo que el gobierno ha destinado a empleo y Seguridad Social durante este 2015 (22.421 millones). Tasa que alcanza niveles asfixiantes desde hace varios años”.

Y esto en jóvenes preparados, que si nos fijamos en los llamados “ni-nis”, chicos entre 15 y 29 años que ni estudian ni trabajan, atrapados en la negación de empleo y en el “analfabetismo laboral”, su inactividad tiene también un coste para el Estado de casi 17.500 millones de euros, equivalente al 1,69% del PIB.

Resultado, que no puedan formar una familia, y disminuya la tasa de natalidad -la más baja de Europa, cuando hasta hace ocho años era de las más altas- al no poder emanciparse del hogar familiar casi el noventa por ciento. Hasta el 2013 eran dos de cada diez jóvenes los que estaban emancipados. Pero muchos han tenido que volver a casa de los padres (y abuelos) en estos últimos cuatro años.

Esto no puede seguir así. Es imposible que progrese un país con más de la mitad de sus jóvenes sin empleo. Y lo que es peor, que cuando lo buscan y creen encontrarlo, les explotan y les engañan en los salarios y la jornada laboral, cuando no les timan. Y es a lo que voy. El timo de la prueba.

Un fenómeno que se está repitiendo a menudo desde el pasado mes de septiembre en zonas como La Sagra en plena expansión industrial; en los polígonos alrededor de las grandes capitales, Madrid, sobre todo; Barcelona, Sevilla, Galicia, Extremadura y la costa Levantina. Esta es la manera de proceder. Anuncio de “se ofrece trabajo”. Cita para hacer la prueba. A veces la prueba implica toda una jornada en la que el candidato debe demostrar la suficiente preparación para el puesto anunciado. Acaba el día, y satisfechos los “amos” le avisan de que está bien y que ya le avisarán. El aviso nunca llega. O cuando llega le ofrecen el contrato, que en casi todos los mejores casos dura una semana, “por obra” le advierten, a lo más unos meses. Y el chico lo acepta a pesar de que no es ni la jornada prometida ni el salario anunciado. Y eso cuando le pagan. Que una vez realizada la prueba, cuando les ha sacado del apretón que en ese momento tuviera la empresa, se olvidan de él. Cuando vuelve el apretón de mucho curro, de nuevo el anuncio, y la misma técnica, el timo de la prueba. El joven lo saca adelante con todo el ímpetu por quedar bien y porque piensa asegurarse el curro, pero pasan los días y todo sigue igual, de prueba en prueba, y sin cobrar. A veces ni siquiera se respeta el contrato por obra, que si se acaba el encargo antes, le echan de un día para otro, sin previo aviso, ni finiquito, ni nada parecido. Ahí te las arregles. En la calle. Y vuelta a empezar. Sin derechos, sin posibilidad de reclamación, ni protesta que valga porque toda explotación está legalizada por este gobierno que, si no respeta los Derechos Humanos, menos va a respetar los derechos laborales, que ya no existen. La precariedad laboral llevada a sus últimos extremos.

UNA VERGÜENZA

Están destruyendo el futuro de nuestro país. Es una vergüenza el estado en que han postrado a nuestros jóvenes. A los que quieren estudiar y no pueden por las tasas y la ausencia de becas y otras ayudas. A los que quieren trabajar y no encuentran trabajo. A los que quieren ser artistas y cómicos, y no se lo consienten. A los que quieren cantar y les tapan la boca. A los compositores musicales y dramaturgos que no tienen donde actuar. A los que quieren pintar y no tienen espacios donde exponer. A los que quieren escribir y no tienen donde publicar si lo que escriben no va acorde con las tonterías y temas estúpidos. A los que quieren enseñar y no les dan cancha. A los que quieren practicar deporte o prepararse para unas olimpiadas y no reciben facilidades de locales ni ayudas económicas. A los que quieren divertirse y no les dejan, y se agarran al botellón porque no les ofrecen alternativas de ocio. A los grafiteros, a los que persiguen por expresarse en público. A los que se manifiestan reclamando sus derechos y les encarcelan o torturan. A los porreros y camellos de poca monta que vigilan mientras dejan pasar cargamentos enteros por otro lado. A las mujeres que maltratan y hacen la calle porque otra cosa no les dejan hacer. A los que se ven obligados a delinquir, que entran en la cárcel por robar un móvil, mientras otros evaden capitales o roban millonadas y gozan de celdas pintadas con tele y permisos, cuando no entran por una puerta y salen por la otra a los cuatro días...

Es una vergüenza tal estado promovido por el Estado.

Vergonzoso que a los pocos estudiantes que dan becas, luego les pidan que las devuelvan con sus intereses incluidos, y que el ministro presuma de que se han ahorrado 20.000 millones, o de que las becas han aumentado.

Vergonzoso que impidan estudiar, poniéndoles inconvenientes de toda clase, a los que ya han estudiado y quieren seguir haciéndolo, para ampliar conocimientos antes de estar ociosos. Vergonzoso que aumenten un cien por cien las tasas y disminuya la inversión en enseñanza pública frente a la privada.

En fin, es un delito añadido a todo lo demás, que sigan abandonando su tierra nuestros jóvenes por millares cada mes. Hay que parar esta sangría que oscurece el futuro de nuestra sociedad y engrandece a otras ajenas a esta inversión y este carácter.

El timo de la prueba para un contrato de trabajo