jueves. 28.03.2024

Primeros peligros de Sánchez

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Este artículo estaba hecho un día antes de dimitir el efímero ministro de Cultura. Pensaba corregirlo (pero no merece el trabajo), antes de entregarlo el jueves a su publicación. He preferido dejarlo tal cual es su original. Hecha la salvedad, puede valer. Y vale.

Muchos adivinos, consultores, politólogos, columnistas, asesores, y demás flora y fauna de profetas de este país, venían vaticinando que el PP tarde o temprano caería, por unas elecciones, por una moción de censura, por el estado de corrupción y de tribunales en los que se veía metido hasta las narices. Un Estado, con mayúscula, y un estado, del gobierno, con minúscula, que ya olían a putrefacción interna y a gangrena  irremediable. Y todo, por el partido en cuestión. La misma España, una, grande y libre, cada vez amanecía más rota, más chica y arruinada, y menos libre, aprisionada por la mafia gobernante. Cada día el pueblo se despertaba con un susto de órdago. Cada día, del interior a la costa, aparecía un mafioso -que para eso sí estaban unidas las Comunidades-, compinche de otros, y así sucesivamente. España, esa España que querían mantener unida -y la mantenían para sus intereses-  se ponía de uñas y atónita ante tantos casos y tramas de corrupción sistémica. Vaticinar su caída, la del PP, desde hace uno o dos años, poco mérito tiene, a lo sumo el de esas brujas televisivas que te echan las cartas, o te leen el horóscopo por la tele -qué importante usar para eso una estación televisiva-. Adivinos y profetas han acertado. En botella, y blanco, leche... Claro. O la pregunta tonta de cómo es el caballo blanco de Santiago. Con tantos datos... Minoría parlamentaria; un centro sin norte; un nuevo imberbe político en plaza que habla por hablar, copiando discursos rancios de antes de la guerra; una izquierda sin unión, y con pretensiones, y un líder resucitado que quitan y ponen si no se ajusta a los dictámenes de los “barones” del partido... Y después de todo -menos mal-, tribunales juzgando y metiendo en la cárcel a dirigentes, pasados y presentes, del partido en el gobierno; fiscales vigilando las cuatro esquinitas de mi cama porque hay ladrones dispuestos a robarlas; sobres y bolsas con dinero negro, listas de listos que dicen no ser ellos, arrepentidos que cantan, empresarios que cuentan y todo un maremagnum de empresas y tramas que han conseguido empobrecer España, joder los servicios, asesinar a personas, y lucrarse con lo público... La gente a la calle, gritando, desde ancianos a amas de casa... La educación, la sanidad, la administración... por los suelos; los servicios tornados en vicios... Resultado: la gallina. Vaya profetas... vaya consultores que vaticinan que el PP dejaría de gobernar.

El español ya no podía aguantar más. Es muy paciente y resignado, pero le han tocado las pelotas, y cuando a un español le tocan las pelotas, todo acaba como acaba, en cambio de gobierno. Y gracias que ha sido por las buenas, aunque ellos digan que ha sido por las malas, con un Golpe de Estado. ¡Qué atrevimiento! Ahí podíamos haber llegado. Si el PP sigue en sus trece, y le siguen apoyando advenedizos que siguen sus parámetros donde lo que importa es la banca, las grandes empresas y el mercado, no el laboral, hecho unos zorros, sino ese mercado para el que el hombre es una mercancía más, vamos dados.

Es de suponer que una parte del hemiciclo, y los demás dirigentes y “pesebrantes” de los partidos que no son ni C,s, ni PP, tendrán familia. Y digo yo, que, aunque las familias de esos políticos poco tengan que ver con el resto de familias paganas, apuradas, sin sueldo digno ni trabajo, algo notarán del desastre, de la hecatombe que derruía el país. Ser adivino, vuelvo a decir, querido Sancho, es más fácil que adivinar el nombre de tu jumento. Los datos cantan. Y por fin cantaron.

Una supuesta izquierda toma el poder. Legítima y legalmente, en contra de lo que pregonan los perdedores que lo mantuvieron en minoría. Mantenimiento ingrato a costa de la desunión de un centro-izquierda que no sabía por dónde andaba, ni qué quería, sumido en intereses partidistas.  Por fin ante tanto desastre, entraron en razón. Eso que dicen, querido Sancho, de que un adivino politólogo lo había profetizado hace un año, no es de mérito, ante tanta cochambre gubernamental y estado calamitoso de un país. A ese adivino, llamado Iván Redondo, ha fichado, para que le siga asesorando, el nuevo presidente Sánchez. En medios socialistas ha sentado mal tal nombramiento, y tampoco ha caído bien en los medios de la izquierda que le conocen. Sólo le mueve el dinero, se apunta allí donde lo hay o lo puede haber. Mala cosa, Sancho. Hasta ahora el dinero y el mercado, han movido el país, y así nos ha ido. Se necesitan ideales y transparencia. Este señor ha sido asesor de Monago. ¿Recuerdas Sancho, el de la amiguita en Canarias y sus viajes y “visajes”? Le asesoró para desbancar al PSOE de la Junta de Extremadura, y a otros parecidos, como Albiol, que han hecho carrera hasta que el pueblo dijo ¡basta! ¿Lo adivinó también entonces, o sucedió porque el PSOE e IU, tan dispares, en Extremadura no se juntaron? No hacía falta ser muy profeta.

Otros fichajes parecidos han sido el de dos periodistas de la tele -la tele da mucha sabiduría-, Maxim Huerta y Miguel Ángel Oliver. Espero que a fuerza de recorrer estudios y platós, algo deban haber aprendido, y no dudo de su capacidad, hasta que demuestren los contrario. Son los últimos de un equipo entre galácticos, por eso del astronauta, del que espero tenga más facilidad para los avances tecnológicos, que para la explicación de su gestión. Aunque se dice que hombre de pocas palabras, pensamientos profundos. Quizá Pedro Duque se haya acostumbrado a la soledad espacial donde las palabras no son necesarias. Que sea así y no se ande por las nubes. Es lo malo de las galaxias, que están muy lejos de nosotros, los paganos. Al primero le conozco solo por sus estúpidas concepciones del deporte y los toros. Al segundo, desde hace tiempo, de cuando  hacía un programa local, llamado “El Foro”. A Pedro Duque no he llegado, tan alto vuela...

Tantos ministerios ocupados por mujeres, han sido un golpe mediático. Pueden ser un  verdadero acierto, por su preparación y experiencia, y porque la mujer tiene un sentido práctico y concreto más desarrollado que el hombre. Quien me merece todos los respetos, compañero en este diario de comentarios acertados, es Josep Borrell, por su educación y por su larga experiencia. En fin, todos (ellos y ellas), me merecen respeto, si son honrados. La virtud de mayor exigencia en estos convulsos tiempos de ladrones.

En todo camino donde se empieza a caminar, querido Sancho, los peligros acechan. El fichaje mediático-galáctico de Sánchez, en su conjunto, con doble de personal femenino, puede quedarse en eso, en las galaxias, y puede dar, como sucede ahora, mucho juego “en los medios”. Y ahí está el peligro: andar por las nubes y quedarse en los medios. Fuera de la realidad, y no ir al entero, a la sociedad que no puede mirar al cielo, ni siquiera la tele, porque no tiene medios, sino pobreza y angustia por no poder hacer frente a su presente, ni ver claro su futuro.

El nuevo presidente, Pedro Sánchez, pese a tanta galaxia y adivinos consultores, nunca debe olvidar que viene de la izquierda. Esa parte de españoles que peor lo están pasando quien le ha llevado a la  Moncloa. Por eso ha triunfado su moción esta vez, porque miró donde tenía que mirar, y aliarse con quien debía.

Tampoco debe olvidar que ha habido guerras y revoluciones que han ganado ejércitos en minoría, movidos por ideales, no mercenarios que hoy sirven al mejor postor. De esos hay que cuidarse, querido Sancho. Perdón, Sánchez. También es cierto que otras guerras se han perdido, pero los ideales mueven masas y dejan semillas. Lo demuestra la historia. Y continuará...

Nota: He puesto “españoles” (sin agregar españolas). Jamás cometeré la estupidez de decir “ministras y ministros”, jueces y juezas, etc. No me lo permiten, ni mi religión, ni mis estudios, ni la tradición, ni... Tampoco usted lo repita, sr. Presidente; hace farragosa una lengua que es clara, perfecta y concisa. Incluso con diferentes acentos y giros, todos nos entendemos. En su discurso, así, en lugar de aclarar, como dijo, Atahualpa Yupanqui, oscurece. (Otro día seguiré. Como la historia).

Primeros peligros de Sánchez