jueves. 18.04.2024

'Manda huevos, y quítenme esos muertos de encima'

La ética y la estética son dos cualidades que deben brillar en el escaparte de quien representa a los ciudadanos. Ética y estética brillan por su ausencia en muchos de nuestros políticos, y a pesar de eso siguen ocupando cargos, como si su falta fuera el mérito para ser considerados buenos gestores. Hay muchos ejemplos, pero debido a la gravedad del asunto, no puedo por menos que citar al señor Federico Trillo en cuyo escaparate brillan la soberbia, la ignominia y la vileza. Ha habido -y sigue habiendo- otros ministros y ministras con su mismo talante, que parece que al PP le brotan como hongos personajes de esta clase, a los que cuanto peor realizan su gestión, se les premia encumbrándolos a los más altos cargos. Trillo y su “trillada gestión” en el luctuoso suceso del vuelo Yak-42, donde por su culpa y le negligencia de sus allegados en el Ministerio de Defensa perdieron la vida 62 militares españoles, es buena muestra del talante de un personaje que debía estar cuando menos retirado en su casa escondido debajo de la cama.

Me recuerda a otro antecesor suyo, un tal Acebes, que ante otra catástrofe, con el campo sembrado de cadáveres, no tenía otra salida que la mentira. La reiterada mentira ante las evidencias, antes con el atentado de Atocha, Aceves, y luego con el accidente, el dichoso Trillo que debería estar en el trullo, por negligencia y corrupción. Ambas cuestiones han quedado patentes en los informes que sobre el mismo han llevado al Consejo de Estado a afirmar que este accidente se podía haber evitado si se hubieran hecho las cosas como hay que hacerlas: con compañías legales, aviones adecuados, su correspondiente seguro, y sobre todo, si hubieran escuchado las advertencias de los militares que habían venido expresando sus quejas por unos vuelos de cuya seguridad dudaban. Bien está que nuestros soldados se jueguen la vida por prestar ayuda humanitaria en conflictos -que también hay que evitar-, pero que la pierdan porque quien debe velar por ellos, trate de reducir presupuesto para ahorrar unas cantidades que luego no se sabe a dónde van, o por trapichear con compañías que no son como debieran ser, en un ministerio que cuenta con uno de los mayores presupuestos, y encima se lo suben cada año, es una verdadera ignominia. Si añadimos la catástrofe originada por esa mala gestión, donde importa más el dinero -y su desvío- que la vida humana, y la manipulación de un luto para vestirlo de blanco impecable, nos da muestra de la vileza de un sujeto que solo le faltó repetir lo de “manda huevos” -lo hizo en el sancta sanctorum de la política unos meses antes-, añadiendo eso de quítenme esos muertos de encima. Hagan lo que sea, y deprisa, que no se note, no me carguen a mi esos cadáveres que son muchos y me pueden joder mi carrera política, si se descubre el chanchullo... Da igual, meter los huesos en bolsas rápidamente, que nadie va a distinguir quienes son unos y otros o a quién pertenecen, que los huesos son todos igual...Así acallamos tanto lamento y tanta reclamación...

Porque esa fue su postura, callar a quienes pedían justicia, investigación y coherencia en la identificación de los muertos, cuyos restos con todo derecho y amor reclamaban, y siguen reclamando sus familiares. Pero no, el señor ministro trillado ni escuchó antes cuando algunas voces, aun sabiendo del riesgo que conlleva protestar en el ejército, advertían de la falta de seguridad en esos vuelos; ni después, cuando se consumó la tragedia, una tragedia que se veía venir y se podía haber evitado. El señor trillado no escucha a nadie, porque nadie es digno de dirigirse a tal eminencia, cuya razón hay que dársela aunque no la tenga. Es un impresentable que se cree que el poder es suyo y que la política está para figurar y forrarse, como dijo un colega suyo. Es incalificable su actitud de desprecio a las víctimas y a sus familiares, y por ende al ejército entero, y a la sociedad que confía en que las administraciones traten bien al menos a quienes forman parte directa de ellas. 

Y es que por mucho que siga manteniendo sus mentiras con argumentos falaces, éstas, como dice el refrán castellano, tiene las patas cortas y no va muy lejos. Ahora, aunque hayan pasado trece años, ha sido pillado en su misma infamia.

Ante tales personajes que no saben asumir su responsabilidad y no quieren admitir su error, no cabe sino preguntarse: ¿en manos de quién estamos? ¿Qué administración es ésta que se preocupa solamente de controlarnos para aprovecharse de nuestras vidas, y lejos de protegernos, nos encamina a la muerte? Porque no es sólo éste que “manda huevos”, falto de estética, sino otros tantos que, faltos de ética, a diario nos asaltan, sorprendiendo a la sociedad con falacias y operaciones de imagen donde se les ve el plumero, y palabras hueras tratando de disfrazar la realidad y, como diría un castizo, vendernos la moto...

Estamos hartos de que se crean que somos tontos, nos engañen y nos vendan la moto. Y aviones de chatarra. 

'Manda huevos, y quítenme esos muertos de encima'