sábado. 20.04.2024

Hacienda somos todos (los tontos que pagamos)

Un inspector de Hacienda me declaró el año pasado que cuando ven casos parecidos de grandes defraudadores, les ordenan mirar para otro lado y archivar los papeles.

Nuestro Ministro de las finanzas que no ofrece confianza, ni por lo que dice y menos por lo que hace, lleva tiempo amenazando con sacar a la luz a los defraudadores, que en España hay muchos. Como hay tantos, no habrá lista en la que puedan ser incluidos todos los que son. Por eso, dice, hay que recortarla, algo a lo que están muy acostumbrados y en lo que son expertos. Por si faltaba algún recorte para acabar el año, para quedar bien antes de irse, este ínclito ministro de este abominable gobierno, va a publicar esa temerosa y esperada relación de gentes que no aportan al Estado la contribución que deberían aportar. Hasta aquí todo correcto, pero llegan, como ha venido sucediendo -y no podían faltar-, los recortes, y cómo no, también afectan, mire usted, a esa lista. En unas semanas el misterio del Ministerio hará pública una relación de morosos y defraudadores de Hacienda, y quedará desvelado dicho misterio que no es otro que el recorte que faltaba: No irán incluidos los mayores defraudadores, ni los capitales negros de la amnistía fiscal, ni la otra lista de los “falcinerosos” (de Falcini), ni las grandes empresas españolas y multinacionales, y otras corporaciones, porque, pobrecitas, “no tienen ánimo defraudatorio” (sic). ¡Toma del frasco Carrasco! Para este viaje no hacen falta alforjas, que habrán salido ya camino de paraísos fiscales donde dejar al burro bien guardado. Y la cifra por descubrir, según datos de la administración, supera los 50.000 millones de euros, y según otros datos, un cero más, 500.000 millones. Eso no les preocupa, quizá no sepan contar tanta cantidad, por el contrario, andan los funcionarios y demás inquisidores fiscales preocupados por lo que pueda esconder el pequeño empresario y autónomo que no llega a fin de mes, aunque facture en negro, en rosa y en blanco, y se retrase en el iva y venía, o no pueda pagar la cuota fija mensual de autónomo... ¡Ya está! ¡Le pillamos! Gritan al unísono tras el mostrador y la pantalla donde aparece el color del calzoncillo del susodicho defraudador. Y miran para otro lado cuando se trata de una gran empresa, porque total, mil millones defraudados no van a ninguna parte... Es una empresa que colabora a hacer la sociedad más justa, da trabajo a 800 empleados, algunos contratados por minutos, según dictámenes del contrato en crisis, y a muchos otros jovencitos, becarios, aprendices y en prácticas con título superior, por eso de la subvención del gobierno, indisolublemente unido a estos empresarios sin escrúpulos a los que permite ocultar capital y evadir impuestos. Lo hace pensando en asegurarse un puesto el político de turno cuando deje el turno de político, y pase a formar parte de esos emporios empresariales como consejero, asesor, o mamporrero, que viene a ser lo mismo. 

A tenor de lo expuesto y sin exponer en las listas, recordando campañas al respecto, el ciudadano de a pie se sentirá predispuesto a caer en la tentación del dinero negro, en su caso ni negro, y facturar o colaborar a que le facturen sin iva, que le viene mejor. En las arcas nacionales poco se ha de notar su trapicheo, frente a lo notable que puede resultar en sus angostas arcas personales. Además, el ejemplo cunde. Y cuando el mismo gobierno y los personajillos de su partido dan ese ejemplo, ¿qué vamos a esperar de las empresas que los manejan y de los ciudadanos que son manejados? Corruptio corruptionis et omnia corruptio, que diría un castizo latino.  

EL ULTIMO RECORTE

Cada año, en la época de pago de tributos, que en este país son todos los días para carecer luego de lo necesario, los gobiernos suelen inventarse un eslogan para inducir al pueblo pagano a que pague, con  sudor, lágrimas, y rabia; y el pobre pueblo paga, siempre paga, que para eso es pobre, para pagar, o quizá porque paga, pues visto lo visto, los ricos, que apenas si pagan, son cada vez más ricos, y entre ellos los empresarios y los políticos, sobre todo los políticos del corrupto partido que todavía nos gobierna.

Cada año nos salen con un lema nuevo a cada cual más inexacto y menos persuasivo; y el pueblo español, que sabe más que Salomón, y es muy dado a sacar punta de cualquier cosa, en mayor medida cuando se trata de impuestos cuyo destino no ve pero adivina, le busca tres pies al eslogan gatuno, aunque sea para consolarse ante la impotencia de verse obligado a realizar un pago que otros, con mayor razón, lo debieran hacer y no hacen, y, además, se lo consienten, con amnistías, paraísos, rebaje porcentual, y otras patrañas que les favorezcan.  Entre los lemas propagandísticos sobresalen los dos últimos, el que da titular a este comentario, y el del actual “año fiscal” con el anuncio de las listas negras -como los dineros-, con la rimbombancia que caracteriza a estos políticos cuando quieren ponerse histriónicos ante las cámaras y las alcachofas de los medios. Para hacer que hacen pero no hacen como debieran, se ven obligados a decir lo que el pueblo quiere oír, pero no otros que les mandan con quienes quieren quedar bien. Para evitar hacerse entender y librarse de que los paganos se les echen encima, recurren a la demagogia, a una lista que deben recortar como han recortado tantas otras cosas. Para recortes estamos.

El eslogan del titular fue muy difundido, y fácil es descifrar su contenido. El del año en curso es todavía más inexacto: venía a decir que si eludimos pagar lo que deberíamos, echaríamos en falta, porque no podrían hacerse, hospitales, escuelas y qué sé yo cuántos beneficios comunes más. Efectivamente,  así es. Pero se les olvidó añadir que estamos echando en falta todo eso, y no porque no paguemos (los tontos que pagamos), sino porque se lo han llevado crudo, que diría un castizo en castellano de calle. De ahí la rabia de los pobres para pagar.

Pero no acaba aquí la cosa. Aun pagando lo que el pobre paga, para no tener nada, y para que se lo lleven otros listos, le investigan para cumplir el expediente de que la Agencia Tributaria, dependiente del Ministerio de Hacienda, cumple con su deber de llevar al pie de la letra las cuentas públicas, evitando con su acoso y derribo que nadie se le escape y deje sin pagar al Estado lo que tiene que pagar. Buscan los inquisidores de la renta tres pies al gato pagano para sacarle lo que pueda con razón y sin ella. A tal cometido destina el ministerio casi todo el personal con la advertencia de que se revisen declaraciones de funcionarios y demás trabajadores por cuenta ajena, con nóminas más claras que el agua, buscando cualquier resquicio que les sirva para difundir luego la encomiable labor de una administración que no deja pasar una. Declaraciones que de por sí no haría falta hacer ni revisar, pues se sabe de antemano lo que ha pagado, lo que le han descontado y lo que gana, siempre igual porque es el mismo Estado el que paga, caso de funcionarios, o la empresa en contratados por cuenta ajena, parados y jubilados. Parados y jubilados... ¡Que fácil es arremeter contra el débil! Así cualquiera echa las cuentas y le salen. ¡Jo! Qué listos son los de Hacienda, que este año, declara el ministro, han pillado defraudando a no sé cuántos miles de declaraciones. Y va a publicar la dichosa lista.¡Demagogos!¡Mentirosos! ¡Caraduras!¡Embusteros! ¡Trapaceros! ¡Sinvergüenzas! (Es otra lista). Así es fácil hacerlo, investigar a funcionarios, pymes, parados y jubilados, que poco o nada tienen que esconder. A esta labor de lupa dedican más del 95 % de sus empleados, mientras que a los restantes los ponen a mirar las grandes empresas y fortunas, cuyos tejemanejes les libran de obtener resultados positivos, y si los obtienen, los esconden. En la mayoría de los casos, los políticos que ordenan tales investigaciones, son cómplices de esos fraudes.

Personalmente un inspector de Hacienda me declaró el año pasado que cuando ven casos parecidos de grandes defraudadores, les ordenan mirar para otro lado y archivar los papeles, y que se dediquen a lo fácil, a las nóminas y al pequeño empresario que se las ve y se las desea para pagar la cuota mensual de autónomo, eufemísticamente llamado emprendedor. De estos, estoy seguro, como de  pequeñas empresas, funcionarios y pensionistas, no se les escapa uno. Seguro que salen en esa lista, los que son, y los que no son. Y a los grandes, dejémoslos tranquilos. El último recorte de la lista.  El que nos faltaba.

Hacienda somos todos (los tontos que pagamos)