viernes. 29.03.2024

La Hacienda española se defrauda y nos defrauda

Esto sólo pasa en este país de charanga y pandereta con pesetas en Suiza, por desgracia nuestra, ahora convertidas en euros, más fáciles de evadir, menor cantidad pero de mayor valor

España es un fiasco. No el pueblo, ni su tierra, de donde salen los genios más preclaros y los frutos más sabrosos. España es un fiasco en sus gobiernos. Quizá se debe a la ley de compensaciones, pues de otro modo, teniendo gobiernos, mejor dicho, administradores públicos, como en otros países del norte de Europa, incluso nuestro vecino Portugal, por referirnos a la actualidad, seríamos tan perfectos que nos entraría la tentación de sentirnos dioses. Y claro, en un país católico, apostólico y español, eso sería el mayor fiasco. Un fiasco tan grande que se equipararía a la amnistía fiscal que en el 2012 se inventara el gobierno, en un alarde de imaginación para solucionar la crisis y recaudar dinero. Una medida muy acorde con la inteligencia de quienes nos gobernaban, y gobiernan, llevando a la práctica el axioma del gran Marx, no el ideólogo, que para este gobierno es el ogro de cuernos rojos, sino el actor humorista, Groucho Marx, cuando dijo que “la política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, y aplicar las soluciones equivocadas”. Tan equivocadas que no sólo se trata de un error, que condujo a soliviantar los ánimos de quienes pagan sus impuestos haciendo un supremo esfuerzo, sino una ilegalidad. ¡Un gobierno que se salta las leyes a la torera! ¡Olé! Y sigue gobernando. Esto sólo pasa en este país de charanga y pandereta con pesetas en Suiza, por desgracia nuestra, ahora convertidas en euros, más fáciles de evadir, menor cantidad pero de mayor valor.

Resulta que esta ocurrente amnistía fiscal era una medida no tan imaginativa, ni efectiva, y de ambas cualidades fue advertido el dichoso gobierno por expertos, incluso fue puesta en entredicho porque tras ese escaparate se trataba de favorecer a sus amigos y a las grandes fortunas, eludiendo el Ministerio de Hacienda su obligación de investigar y llamar al orden a “esos listos”, que estaban dentro de su gabinete y formaban parte de su partido y de empresas afines, de las que el mismo ejecutivo tenía noticia. Quisieron dar al pueblo gato por liebre y prometer que con esa amnistía recaudarían 2400 millones (evadidos), y no llegaron ni a la mitad. Encima favorecieron unos impuestos que llegaron en muchos casos a tener que pagar solamente el 3 %, de un dinero robado, o evadido. Pero no acaba ahí la cosa. Es que la susodicha e imaginativa solución, según ha declarado estos días el Tribunal Constitucional, era ilegal. Anticonstitucional. ¡Toma allá! Error tras error, y ahí siguen, el Montoro con su Rajoy, sus Ratos de gloria, y detrás todos esos rateros cual ratas que ratean en los dineros públicos para llevárselos a Suiza o esos impresentables países calificados de paraísos fiscales, que no son otra cosa que el infierno del mundo. Como para tachar de inconstitucional a otras instituciones, o exigir que cada ciudadano pague religiosamente sus contribuciones, como se decía antes, término más apropiado a la idea social. No es de extrañar que estos días en que le toca a cada quisque rellenar sus papeleos de la Renta para la Agencia Tributaria, le den ganas de mentir o incluso de no hacer esa declaración, a sabiendas de cómo se comportan quienes así se lo exigen. Y se siente un pagano estúpido en medio de tanto ratero listo. Pero el ciudadano, que tiene conciencia de país, religiosamente cumple con su deber social, y aunque sabe que no le compensa Hacienda por su esfuerzo, sino que se aprovecha de él, estampa su firma declarando sus bienes, lo que gana, y lo que le quitan... Para llevárselo otros a Suiza. Y no le entran ganas sino de defraudar al ver que le defraudan.

Así las cosas, es lógico que España, que tiene unos impuestos de los más altos de Europa, esté entre los países que menos recauda. Y la razón no es otra, según han expresado y estudiado expertos en el tema, coincidiendo todos en sus conclusiones, que nuestro sistema fiscal. España tiene un régimen fiscal ineficaz, obsoleto, y desidioso en cuanto a voluntad política, que además se ve altamente perjudicado por el fraude, sobre todo el fraude de las grandes empresas. El IRPF español, el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas, que tantos quebraderos de cabeza arrastra en estas fechas al ciudadano honrado, es el tercero más alto de la zona euro, según datos de la oficina estadística comunitaria, Eurostat.

El español, fiel a sus principios, sigue declarando y pagando, mientras el gobierno sigue haciendo de las suyas, declarando que como buena derecha no sube los impuestos (a los amigos), y ocultando que, como buena derecha, favorece el mercadeo de amiguetes y capitales. Así no vamos a ninguna parte. A ver si de una vez nuestro gobierno da ejemplo y se ajusta a la ley. Parece que seguimos en la época feudal. Por lo visto, no hay duda de que este gobierno es muy fiel al axioma decimonónico de “al amigo, el favor; al enemigo, la ley”. Para eso está, para aplicarla a los demás. Que se apliquen la misma vara. Y la pregunta del millón: ¿qué pasa ahora con los defraudadores y los beneficiados de esa amnistía ilegal? Esta es la cuestión. ¿Y qué pasa con un gobierno que comete ilegalidades que afectan al interés general? Es la otra cuestión. Demencial. ¡¡País!!

La Hacienda española se defrauda y nos defrauda