viernes. 19.04.2024

Felipe González, el 'sociolisto'

“Meter y sacar la pata”...

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Pese a mi veteranía en la información política, y a la mili que llevo encima, debo declarar y declaro que no puedo dejar de admirarme ante el cúmulo de despropósitos, declaraciones y demás impertinencias que algunos dinosaurios políticos y otros, aprendices de la cosa, sueltan por sus bocas anchas. Tó er mundo tié derexo a opiná, aunque de sus labios salgan soflamas o declaraciones inoportunas -lo digo sin ninguna acritú-. Sin embargo, deben callarse quienes carecen de ética, humana y política, y han traicionado a todo un pueblo. Deben callar por su influencia social  quienes hacen tales declaraciones fuera de lugar, sin dignidad ni gobierno, por haberlos perdido tiempo ha. Sueltan su verborrea con la aviesa intención de echar a alguien de los que ahora, con mayor o menor acierto, nos gobiernan; véase, declaraciones de un ex presidente (mejor sociolisto que socialista), llamado Felipe González, sobre un vicepresidente, junto a otros jefecillos, metidos también en consejos de administración, parecidos al ejemplo de su antecesor. Ambos, González y Aznar, merecen el desprecio, y el deseo de que mantengan la boca cerrada y se guarden ellos en sus cubículos donde guardan sus abultadas cuentas corrientes, y cuentas pendientes de la mínima honra. Que de ahí no salgan si no es para pedir perdón por su venta al mejor postor, o sea, los grandes emporios empresariales, y no lo hagan lanzando argumentos cargados de prejuicios. 

Tales declaraciones de que se “ha metido la pata”, y otras parecidas, como si ellos no hubieran  metido la mano donde no les llamaban, suponen un peligro social y político que pueden arrastrar a la opinión pública, a los indecisos y mal informados, a hacerse una idea equivocada de la gestión gubernamental. Influencia grave por venir de donde vienen, personajes conocidos dados a ser imitados de palabra y de obra. Tratan de llevar a confusión a la gente que les escucha, y a algunos que quizá les admira, creyendo que hablan “ex cátedra” de política, pactos, diputados, y demás cuestiones gubernamentales, con más verborrea que argumentos. Declaraciones políticas que en mayor o menor grado, no dejan de crear opinión por considerar importante la boca de donde salen.

Por eso escribo, contra la confusión, y contra quienes hablan sin ton ni son, en unos tiempos donde, precisamente por su culpa, se pone en cuestión nuestra democracia. Una democracia que, quien esto firma, ha calificado de “impropia”. Hay otros muchos ciudadanos, intelectuales, periodistas, expertos politólogos, historiadores, incluso políticos, hispanistas, escritores, ensayistas, etc, que también la añaden calificativos semejantes al mío. Pero no voy a entrar en este tema. Queda dicho.

Vamos a lo que vamos. No es la primera vez que se oyen exabruptos de esa índole en personajes que deberían estar calladitos. Los dinosaurios se extinguieron hace milenios. Y ellos son dinosaurios de una política que en su momento les vino bien. Tampoco entro en eso, por no desviarnos del tema.

La misma cantinela

¿Es que no incitó hace meses a la confusión la sentencia del expresidente de gobierno, Felipe González, al divulgar que lo mejor para España era un pacto PP-C,s? ¿Y no ha seguido despotricando contra el pacto PSOE-IUPodemos? Y por si no tuviera suficiente con ese exabrupto, sigue rechazando el pacto de gobierno de su partido -que se supone de izquierdas-, con Podemos -según él la extrema izquierda-. Que lo haga el sr. Aznar, por ser quien es, vale, pero... rechazar un pacto del PSOE con Podemos, como si fuera el diablo, no es propio de quien propusiera en su tiempo “un cambio”. Más que social, fue un cambio que le afectó sobre todo a él, y a sus amiguitos.

Se le ha visto el plumero, señor González, como se le vio cuando se subió en el Azor, buque insignia de la tiranía de Franco. Sólo le faltaba pescar el pez más grande. Y lo pescó, pero nos decepcionó a todos los que, ilusionados con el famoso “cambio”, formamos parte de esos diez millones de votos. “¡Váyase!” Que dijo el otro. Retírese, y no siembre vientos que recogerá tempestades. Aunque a su edad pocas puede recoger, pero sí su partido si quiere seguir viviendo otros cien años.

Consideraba, pues, que bien merecían una parrafada tales frases divulgadas “ex cátedra” por dos personajes públicos -con perdón-. Ambos largan desde su fastuoso retiro, uno con mayor razón, personal, que el otro. Pero, como dijo Mihura (no el de los toros), los “extremeños se tocan”.

Después de darle vueltas, un servidor encontró la explicación a tales exabruptos por proceder de quienes procedían, en mayor medida y gravedad, del señor González: un socialista que se convirtió en cuanto llegó al poder en “sociolisto” de grandes empresas, participando en sus consejos de administración como pago a sus favores privativos. Y del otro, sr. Aznar, mejor no hablar, que no tendría cabida en esta columna, pero cuya soflama tiene su lógica al ver que sus pupilos no están encaramados en el poder, y él, de boca leporina y “palabros” agudos, quiere arrimar su escalón, aunque sea quebradizo, para que asciendan.

El ínclito Felipe González, el ex de toda ideología progre, de la que presumía en tiempos, salta a la palestra para lanzar al modo y manera de su sucesor, el Aznar, arremetiendo, uno y otro, contra el vicepresidente de gobierno, el sr. Iglesias, de nombre Pablo, como otro al que antes nombraba el ínclito y ahora parece dejar arrumbado. Y se le unen otros amiguetes de su partido para apoyar una sonata cuyo fin no es otro que desestabilizar un gobierno, que demasiados obstáculos sufre ya como para seguir azuzando a los carroñeros.

Poca vergüenza demuestra quien fue fontanero abriendo las cloacas de la corrupción, saltándose leyes, ideologías, moralidades y éticas, desde la creación del GAL, terrorismo de Estado, a pactar contubernios empresariales con las empresas energéticas para seguir chupando del bote y aumentando su fortuna... ¿No será que tiene miedo a que en algún momento, a instancias del partido del susodicho vicepresidente, al que critica y quiere echar del gobierno, descubra sus chanchullos y deje de ser el “señor X”, para convertirse en “el preso número 9”? 

No sé si el sr. González ha sacado o ha metido la pata. Sí, sé que, una vez más, se le ha visto el plumero.

Felipe González, el 'sociolisto'