viernes. 29.03.2024

Alfombras en la chabola

ave

Construyen trenes de lujo para trayectos cortos, con retraso incluido, y olvidan que el pueblo sigue en chabolas y que tiene otras necesidades, como es una red barata y efectiva de transporte público

Cuentan que el Conde Romanones, en campaña electoral, prometía lo que fuera, algo semejante a lo que hoy hace Ciudadanos, que promete luchar contra la corrupción, aliándose con ella. Cuentan que Romanones, con la labia que Dios le había dado, al contrario de nuestro ínclito presidente, cuya dislalia ha hecho presa en él en momentos de solemnidad, confundiendo un “ave” con un “avión”, o bailándole las cifras de los años (y si le bailan las cifras de un año -feliz 2016 por 2018-, cómo no le van a bailar las del paro y la creación de puestos de trabajo por su eficaz gestión, que tanto le interesan para ser presidente de todos los españoles, de los parados y de  los que van en AVE), cuentan, iba diciendo, que el Conde llegó a un pueblo en campaña electoral, y en su discurso prometió construir un puente. Los vecinos, asombrados, le preguntaron que para qué querían un puente, si no tenían río. Y el Conde les prometió que les traería el río.

Viene esta anécdota como ilustración del mal comienzo que ha tenido esta semana nuestro buen Rajoy y su cohorte de palmeros, ministros y ministrables, en la inauguración de la línea del AVE que desde ahora une Castellón y Valencia. Una vez más, ha quedado de manifiesto la tan extendida cualidad española de la improvisación. A tal extremo que por invitar al evento, se invita incluso a los muertos, como la que fuera alcaldesa de la ciudad del Turia, pensando que así, resucitando a un muerto, la gloria y la parafernalia sería mucho mayor al obrarse el milagro de su asistencia. Y por si no fuera suficiente, hasta los trenes de cercanías, que buena falta hacen en todas las regiones, adelantaban al susodicho por la izquierda y por la derecha. Me han contado algunos viajeros que al cruzarse, parecía que al “ave-riado”, que debía ser el ligero, se le caían las alas de vergüenza al pasarle el lento más rápido... Y eso que estaba todo pensado para que ese tren llegara puntual a su destino, tratándose como se trata de un AVE, y siendo como era el solemne día de la gloria y la propaganda. Pero no podíamos traicionarnos a nosotros mismos, e ir contra nuestra idiosincrasia, de donde viene “idiota”, cuyo significado es “alguien originario”... Desde que se abriera al público la primera línea de ferrocarril española, entre Barcelona y Mataró, en octubre de 1848, siguiendo como el de ahora la costa, el tren español siempre ha tenido fama de impuntual, llegaba con retraso, no de diez o quince minutejos, sino de horas. La gente se lo tomaba con resignación, no había otra.

Tampoco ahora la hay. Y no la hay, porque nuestros gobernantes se dedican a poner alfombras en chabolas, cuando deberían tirar las chabolas, y levantada la casa digna, como manda doña Constitución, entonces, poner alfombras sobre los pisos de parqué. Pero no señor. Construyen trenes de lujo para trayectos cortos, con retraso incluido, y olvidan que el pueblo sigue en chabolas y que tiene otras necesidades, como es una red barata y efectiva de transporte público, sea en la Sagra, los Monegros o en la misma costa. No hay alternativa, y si la hay no abarca lo que debería abarcar, porque la improvisación y la corrupción, ambas muy unidas en la gestión política (desde grandes obras, vías de alta velocidad, a pequeñas catástrofes, autovías de atascos por nieve), la improvisación es la norma y la corrupción el sistema. Ya se sabe que cuanto más costosa es una obra, más se reparten quienes la gestionan, llevándose su correspondiente “mordida”. Qué te vas a llevar de un proyecto de cien mil euros... Una miseria. Eso cuesta una estación de cercanías. Qué te llevas de cien millones... Pues fíjate, ya puedes dejar la política. Arreglar tu vida y la de tu familia   construyendo un tren de Alta Velocidad para cuatro viajeros... ¡Corrupción nuestra de cada día! La Comunidad Valenciana era una de las principales bolsas negras de financiación irregular del PP, lo  acaba de declarar uno de sus jefes, a cuyo frente estaban la mona que se vistió de seda, el sr. Camps,  junto al ignorante pijo, Ricardo Costa, urdidores de una trama que nada tiene que envidiar a la Gürtel, primos hermanos, sin olvidar a la que en paz descanse, doña Rita Barberá, invitada entre otros vivos, y al otro que colocó a más gente en su carrera política que todos los INEM juntos, el sr. Fabra, felizmente encarcelado.

De esa manera, la “coima” está donde debe estar. Así no vamos ningún sitio. Mientras no haya una buena red de cercanías y de transporte público accesible a todos los bolsillos, y otros servicios más provechosos y útiles, España seguirá empobrecida por la improvisación y la corrupción. Porque dinero hay, pero lo gastan mal, invirtiendo donde no se debe invertir, olvidando otras prioridades y necesidades, y, por si no fuera suficiente, lo hacen en su beneficio, no por improvisación, que eso queda para las pequeñeces, sino por sistema, como avaricia individual y como técnica de partido, a sabiendas de que beneficiándose uno, beneficia también al otro. Todo queda en casa. Todo por la causa. ¡Qué culpa tienen de que les sigan votando!

España, el país más pobre de Europa, después de Bulgaria y Rumanía (y de seguir así, les  adelantaremos, como el tren), España, digo, es el país que más kilómetros de vías de alta velocidad tiene, y más autopistas de peaje por habitante. Sin embargo, las contradicciones y las obras faraónicas están a la vuelta de la esquina. Baste poner como ejemplo el trayecto Madrid-Toledo, capital del reino una, y otra, capital imperial, ambas con gran afluencia de turistas -y el turismo, no se olvide, es una de nuestras principales fuentes de ingresos-, separadas por 60 klms., carece de tren de cercanías, pese a tener una vía abandonada -junto a más de 150.000 habitantes de la zona entrambas, la Sagra, que a diario se trasladan a Madrid y sus polígonos-, mientras cuenta con un AVE en el que apenas si viajan cuatro personas a diario, y con dos autopistas, una de peaje (AP-41), que nadie usa por su alto coste -autovía que hay que rescatar- y porque a la entrada de ambas capitales, acaba en el mismo embudo a las horas punta, con lo que el sueño de la rapidez, queda en agua de borrajas, entrando por dicho embudo de tubos de escape y desesperación. 

Y ahí siguen, subidos en la última maquinaria equiparable a un avión, con destino al lujo de la última estación inaugurada. No faltaron invitados en el primer viaje, incluso muertos, se supone que para hacer bulto, muy notable por el catafalco. Quizá no sepan que resulta imposible su asistencia. No importa. El conde Romanones lo hubiera conseguido. Cosas más difíciles prometía.

No quiero acabar tan negativo. Si algo bueno tiene esta obra pública, es que al menos va sobre raíles, y aunque se atrase, al final llega. No hay que dejar pasar por alto que, muy cerca, unas pistas se deterioran porque un abuelete, “fabril y febril”, construyó un aeropuerto para su nieto. Un aeropuerto sin aviones, ni pasajeros, al modo y manera del caciquil conde con sus puentes sin río. Espero que en este AVE no falten viajeros a diario, y puedan montar en él todos, incluso los desempleados, y otros abuelos cuya pensión no les llega a fin de mes. Lo dicho. Alfombras en una chabola. ¡Ay! ¡Romanones! ¡Cuántos seguidores tienes!

Alfombras en la chabola