viernes. 29.03.2024

Trabajo o dignidad

La derecha pretende convencer a los trabajadores de que tienen que elegir entre trabajo o dignidad, porque ambas cosas a la vez no están a su alcance.

Resulta difícil de explicar y de entender que la campaña electoral esté transitando por caminos que en muchas ocasiones poco o nada tienen que ver con las preocupaciones cotidianas de aquellos a los teóricamente está dirigida, es decir, la ciudadanía española. El presidente del Gobierno se fotografía en bicicleta, la candidata derechista de la capital pasea a su mascota, los llamados emergentes no dejan de hablar de sí mismos, de lo importantes que son y de lo encantados que están de haberse conocido… 

Pero poco se habla del primer problema de los españoles: el paro y la precariedad laboral, a pesar de que las competencias municipales y autonómicas en esta materia son decisivas. Desde las políticas activas de empleo hasta la formación profesional, desde el urbanismo y el I+D+i que pueden cambiar el modelo productivo, hasta los servicios sociales que pueden paliar las peores consecuencias del desempleo de larga duración. Las funciones de los gobiernos municipales y autonómicos en relación al trabajo de los españoles son claves, pero las propuestas de unos y otros apenas aparecen en la campaña.

Los niveles de paro en nuestro país son sencillamente insoportables, muy por encima de la media europea. La “recuperación” que preconiza el Gobierno está consistiendo en sustituir los contratos indefinidos a tiempo completo por contratos precarios, temporales y a tiempo parcial en su gran mayoría. La explotación laboral crece exponencialmente año a año, al amparo de la reforma laboral retrógrada de 2012, con millones de horas trabajadas a la semana que ni se reconocen ni se pagan, y con cientos de miles de contratos fraudulentos que se firman por pocas horas y pocos días y que esconden condiciones penosas y salarios de miseria.

Los problemas del paro y de la precariedad laboral se ceban sobre todo en los colectivos socialmente más vulnerables, como los más jóvenes, los mayores de 45 años y las mujeres. El paro de larga duración y los falsos contratos a tiempo parcial se acumulan especialmente en estos sectores. En el horizonte asoma como amenaza, además, el contrato único con despido barato y el contrato de “cero horas”. El primero constituye la gran oferta de algún partido que presume de nueva política pero que preconiza las recetas más viejas. Y el segundo supone poner al trabajador a disposición total del empresario, hoy una hora, mañana media, y pasado ya me pienso si te llamo o no.

La lucha reciente de los trabajadores de servicios telefónicos ha sido paradigmática. Mientras algunas empresas tecnológicas multiplican sus beneficios y los directivos se reparten bonus millonarios, los trabajadores sufren la precariedad más absoluta por la vía de la externalización y la subcontratación sucesiva de los servicios. En mi despacho me han denunciado casos de contratos firmados por dos horas diarias, que se convierten en diez horas diarias de trabajo real, con 400 euros en blanco y 200 en negro.

La derecha pretende convencer a los trabajadores de que tienen que elegir entre tener trabajo o tener dignidad, porque ambas cosas a la vez ya no están a su alcance. Si quieren trabajo han de renunciar a su derecho de disfrutar de unas condiciones y unos salarios dignos. Y si quieren dignidad deben despedirse del trabajo. Es una alternativa falaz y tramposa. Que requiere de una respuesta contundente. El día 24, y “a voto limpio”, como dice Angel Gabilondo.

Las Comunidades Autónomas y los Ayuntamientos tienen capacidad para hacer frente a esta deriva de paro y subempleo. Se pueden lograr buenos empleos para la mayoría, con una política económica que promueva la innovación y la formación para ganar competitividad.

Con un nuevo Estatuto de los Trabajadores que blinde los derechos laborales frente a la depredación de algunos empresarios. Con unas políticas activas de empleo eficaces y con recursos para orientar, mediar y formar a favor del trabajo de calidad. Con programas de inspección y sanción sobre los abusos y los fraudes en la contratación y en la duración de la jornada laboral. Con medidas específicas para mejorar la empleabilidad de los colectivos más vulnerables, como jóvenes, mayores de 45 años y mujeres… Con acuerdos sociales para elevar los salarios. Con ampliaciones de la cobertura social a los parados, especialmente los afectados por riesgos de exclusión.

He leído y escuchado propuestas muy interesantes desde el PSOE, desde las candidaturas de Gabilondo y Carmona. Pero, ¿por qué todas estas cosas no son protagonistas de la campaña electoral en un país que tiene el paro y la precariedad laboral como la primera de las preocupaciones entre la ciudadanía? Estamos a tiempo para lograrlo.

Trabajo o dignidad