martes. 19.03.2024

Lecciones del Brexit

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El nacionalismo exacerbado sigue haciendo un daño extraordinario en Europa

Durante estos días todos los europeos estamos siendo testigos de las graves consecuencias que el brexit está ocasionando sobre el funcionamiento de las instituciones, la actividad de las empresas y la vida cotidiana de millones de personas, en el Reino Unido y en los otros veintisiete países de la Unión. No obstante, también cabe establecer algunas conclusiones evidentes en clave estrictamente política.

El nacionalismo exacerbado sigue haciendo un daño extraordinario en Europa. Si antaño fue responsable de dos guerras devastadoras, hoy aún provoca catástrofes de enorme magnitud sobre nuestras sociedades. La ultraderecha agitó en Gran Bretaña los peores instintos de las identidades excluyentes, el egoísmo, la insolidaridad y el odio al diferente y al extranjero pobre.

Los conservadores británicos asumieron el discurso de la ultraderecha y desencadenaron un desastre mayúsculo, que amenaza con llevarse por delante a la hoy inoperante institucionalidad democrática, a la otrora City todopoderosa y a la mismísima convivencia ciudadana. Se trata de una lección útil para los partidos españoles que se llaman a sí mismos “constitucionalistas”, pero que pactan en Andalucía y se manifiestan en Colón con el mayor enemigo de los valores constitucionales.

Otra lección: fuera de Europa el clima es muy frío, glacial incluso. Fuera de la Unión Europea, las posibilidades y los instrumentos para hacer frente a los grandes problemas y desafíos son infinitamente menores. Desde la agregación de los mercados comerciales hasta la cooperación internacional para combatir el cambio climático o hacer frente al terrorismo, la unión de voluntades y recursos en el seno de la Unión multiplica las expectativas de éxito.

Con el brexit, la sociedad británica quedará fuera de las dinámicas más prometedoras y eficaces para atender los desafíos de un mundo cada día más globalizado, en el que el tamaño cuenta. En un tablero de actores superpotentes como Estados Unidos, Rusia o China, los británicos se encontrarán en inferioridad clara de condiciones para hacer valer sus intereses. El brexit conduce al Reino Unido en sentido contrario por la autopista de la historia, con serio riesgo de estrellamiento.

Lección tercera: las exageraciones, las mentiras y los “hechos alternativos” no han de entenderse como meras anécdotas para comentar y escandalizarse. Las llamadas “fake news” inducen al engaño, a la manipulación de la opinión pública y a la desgracia colectiva. Los partidarios del brexit inundaron los medios de comunicación y las redes sociales de argumentos y datos falsos para convencer a los ciudadanos británicos.

Hoy, muchos de los votantes del brexit ya saben que gran parte de aquellos mensajes sobre los inconvenientes de pertenecer a la UE y sobre las extraordinarias ventajas de dar un portazo eran puros embustes, pero el daño está hecho y es descomunal. Esperemos que los Casado, Rivera y Abascal de la política doméstica tomen nota.

Por último, también conviene aludir a las consecuencias nefastas de lo que podría llamarse la “política binaria”, aquella que reduce todas las alternativas a un sí o un no, sin más opciones. O sí o no, o fuera o dentro, o conmigo o contra mí. Los binarios actúan en política como si no hubiera más alternativas que el blanco o el negro; como si el encuentro, el diálogo y la argumentación no pudieran dar lugar a posiciones de acuerdo, incluso de consenso.

Si en la Transición Democrática española, tras el fallecimiento del dictador en 1975, los políticos hubieran sometido cada debate a la dinámica binaria del sí o el no, hoy no disfrutaríamos de la Constitución de 1978 y de la época más larga de paz, democracia y derechos de toda nuestra historia.

¿Sí o no a la monarquía? ¿Sí o no a las autonomías? ¿Sí o no a la libertad religiosa? Si hubiéramos dividido a los españoles al 51% y 49% en cada una de estas cuestiones, la democracia no se hubiera establecido. Tuvimos Transición y tuvimos Constitución porque los políticos dialogaron, se entendieron y acordaron, cediendo unos en unas cosas y otros en las demás.

La política binaria de Cameron y Farage ha llevado al Reino Unido al desastre del referéndum y el brexit. Y ese es el camino errado y fatal que proponen algunos para dar salida al conflicto de convivencia en Cataluña. Aprendamos de la lección británica: mejor diálogo y ley…

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