viernes. 29.03.2024

Veinte años

España está deshuesada. A trozos cae su carne, su historia, su ayer. Hemos dejado de ser país para convertirnos en una reunión clasificada...

Veinte años son nada. Sale sola la voz tanguera. Carlos Gardel al lado, desde la garganta de cada cual. Carlos, el del lumfardo bonaerense, desde el vientre mismo de su Calle Corrientes, diciendo que veinte años son nada, que feliz la mirada.

España está deshuesada. A trozos cae su carne, su historia, su ayer. Hemos dejado de ser país para convertirnos en una reunión clasificada de escombros.

El hambre, el paro, la desnutrición, Caritas supliendo a la justicia, los dependientes, las pensiones, los enfermos, las familias desgajadas, los viejos como asilos donde llena el estómago el hijo de cuarenta y ocho. Sí, estamos clasificados. Estamos en orden. A los políticos les preocupa mucho que seamos gente de orden. Por eso nos prohíben salir a la calle, convocar manifestaciones, protestas. Por eso ponen cuchillas que muerden la carne negra, el sudor negro. Por eso procuran que los pobres sean más pobres, para que no tengan fuerza ni para reclamar sus derechos. Debe estar en orden el dinero, por eso desahucian a la gente de sus casas y después los multan por dormir en un cajero. Se cierra el círculo y se mantiene el orden.

La reforma laboral es la mayor aportación de España a la humanidad (Ana Botella dixit). Esa reforma traerá grandes alegrías a los trabajadores (Fátima Báñez) y ha permitido la no destrucción de empleo y la creación de puestos de trabajo. Las estadísticas no importan. Los ERES no cuentan. Hay que seguir un orden: para que el trabajador tenga una alegría, se le despide primero y en 2.033 se le recoloca y le brindamos el gozo de renacer. Y mientras tanto, los empresarios pueden alterar los turnos de trabajo, se le roba a la justicia la capacidad de dictaminar si un despido es justo o no, se despide con la libertad de quien está cumpliendo la ley, apenas se le indemniza  porque faltaría más. Los jóvenes no pueden aspirar a un puesto de trabajo porque no tienen experiencia. Un hombre o una mujer con cincuenta ya es viejo para trabajar, y como no sabe trabajar, se le jubila cuanto más tarde mejor. Más disfrutará de su cualidad de parado irredento.

Millones de parados, millones con hambre, millones desnutridos, millones sin calefacción, millones aerrojados de sus viviendas, millones sin poder medicarse porque tienen que elegir entre la azitromicina y la sopa de ajo, millones de chavales sin colegios, sin universidad, emigrando, llegando a Alemania sin cuchillas, a Londres sin cuchillas, a Mexico sin cuchillas. Millones asombrados ante la corrupción. Millones decepcionados con la política, añorando algunos palacios de El Pardo y guardia mora.

Veinte años son nada. Y Carlos Gardel, Génova abajo, conforme se viene a la derecha, muy a la derecha. Allí está el mercadillo. Se venden colegios al Opus a buen precio, a órdenes religiosas, se le regalan terrenos para que edifiquen, se descuenta en renta parte de lo que pagan los padres que llevan a sus hijos a colegios caros, se vende la sanidad con hospitales incluidos como si la sanidad y los hospitales fueran patrimonio de no se sabe quién y no se hubieran levantado con nuestros impuestos. Por lo visto todo lo que está en manos privadas está mejor dirigido porque los que gestores públicos nunca saben lo que se traen entre manos. Y se desprecia a los médicos, a los profesores, a los profesionales. Y se desprecia al obrero que durante treinta años dejó su vida en un andamio, en un taller. Y se desprecia al  jubilado porque al fin y al cabo no es más que un viejo con obligación de morirse cuanto antes para que no haya que tocar la caja de reservas. España es un desprecio inmenso.

Pero no todo es escombro. Están los bancos, redimidos con el dinero de todos, para asegurarles la capacidad de desahuciar, comisiones que engordan jubilaciones de staf que serán suficientes para tres generaciones, e indemnizaciones de banqueros que tienen que dejar el despacho porque el yate hay que revisarlo de vez en cuando.

Y ahora alguien cualificado nos advierte que hasta 2.033 no se recuperará el empleo que teníamos hasta hace poco y se recuperará el pequeño estado de bienestar.

Veinte años son nada. Tango del hermoso Buenos Aires. Voz de Gardel por Corrientes. Lapso de desesperanza para los que hoy son pobres. Porque alguien los ha condenado a veinte años de angustia, desesperanza y  asco.

España es un inmenso desprecio.

Veinte años