viernes. 29.03.2024

La responsabilidad social y el empleo juvenil

Frente al hecho de que en los últimos meses muchas de nuestras grandes y prestigiosas empresas afronten sus dificultades recurriendo al despido como primera opción nos deberíamos preguntar dónde quedan la famosa ‘gestión del conocimiento’, o “el capital humano, nuestra principal riqueza”, con la que tantas páginas se han llenado.

Frente al hecho de que en los últimos meses muchas de nuestras grandes y prestigiosas empresas afronten sus dificultades recurriendo al despido como primera opción nos deberíamos preguntar dónde quedan la famosa ‘gestión del conocimiento’, o “el capital humano, nuestra principal riqueza”, con la que tantas páginas se han llenado. Donde las conferencias y seminarios en los que los ejecutivos explicaban la importancia del desarrollo del talento y la capacidad de compartir conocimientos, y dónde la idea de los recursos humanos como pieza clave de la estrategia empresarial, esencia y eje central de la organización, y las personas como su principal capital.

Precisamente en estas difíciles circunstancias es cuando nos enfrentamos al test real de la fortaleza y vitalidad de la cultura empresarial. Ahora que las empresas disponen de una nueva legislación, a través de la Reforma Laboral, que les permite recurrir al despido de forma fácil, rápida y barata, es cuando la sociedad precisa del proclamado pensamiento empresarial más acordes con los valores que decían defender, de los mayores esfuerzos de diálogo con sus trabajadores y sindicatos para evitar los despidos, a través de la flexibilidad interna negociada y adaptación a la coyuntura de las condiciones laborales con el fin mantener el máximo empleo.

Estas importantes empresas deberían facilitar ejemplos, que fueran más lejos que el mero cumplir la ley, en la gestión de sus recursos humanos y aportar su compromiso con el conjunto de la sociedad. Escuchemos a nuestros jóvenes que emigran a trabajar a otros países europeos cuando nos explican las diferencias entre aquel mundo del trabajo y el nuestro, cuando resaltan que allí han percibido un mayor valor al trabajo y un mayor valor al propio trabajador, a su formación, a su desarrollo profesional y a la transferencia de conocimientos entre generaciones en la empresa.

Esta crítica la oímos en cada entrevista a chicos y chicas decepcionados de nuestra sociedad y de nuestras empresas, al comprobar el bajo valor que damos al trabajo, y que han visto año tras año a regimientos de jóvenes trabajar en empresas con fuertes beneficios y que publicitan sus códigos de responsabilidad social, con falsos contratos en prácticas o de formación y de escaso contenido didáctico. Es verdad que no son todas, que hay también importantes excepciones con experiencias muy ejemplares y cuyos esfuerzos deberíamos reconocer colectivamente para que su ejemplo sirviera de referencia -o incluso denuncia- hacia otras muchas, pero estas experiencias son demasiado escasas.

Frente a las opciones empresariales que entienden que en las crisis hay que “ocuparse de lo importante” menospreciando sus cacareados compromisos. Frente a los empresarios antiguos, egoístas e ineficaces, ahora, más nunca, es preciso demostrar que la Responsabilidad Social es parte consustancial del ADN de la empresa y que sus compromisos se reflejan también en relación a la contratación de las y los jóvenes. Que los compromisos son algo más que los pasados espectáculos mediáticos de los grandes empresarios, "los cuarenta principales", en Moncloa, donde comprometían la contratación de cientos o miles de nuevos contratos de jóvenes como si de una subasta pública se tratara, para al final nada, mejor dicho, para nada más que una publicidad gratuita en los medios el día siguiente.

El empleo juvenil es algo más que compromisos genéricos y más que leyes y planes y más planes; es el esfuerzo del conjunto de la sociedad. Y sobretodo será el resultado de una Acción Sindical decidida de los Sindicatos por situar con fuerza este objetivo en la negociación colectiva, en los convenios colectivos, en los pactos de empresa y también el resultado de un mayor compromiso de las empresas que aspiren a ser responsables socialmente comprometiéndose a invertir en la formación y consecuentemente, en ayudar a la construcción del futuro profesional de nuestra juventud.

Como reconocemos y reclamamos en CCOO, tenemos muchos frentes que merecen sumar esfuerzos, pero la grave destrucción de empleo y, especialmente, el paro juvenil, deberían presidir todas las negociaciones entre patronal y sindicatos en los sectores y en las empresas, porque la pregunta de a qué o a quién estamos esperando para afrontar esta lacra social que supone que más de la mitad de los jóvenes esté sin trabajo y sin futuro, debería perseguir a todas horas a los agentes políticos, sociales, económicos y al conjunto de la sociedad. Respondamos pronto.

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