martes. 19.03.2024

Residencias de mayores, ¿podemos soportar tanta vergüenza?

residencias mayores

El 33% de los ancianos de todo el mundo que están en residencias han sido víctimas de abusos en el último año. Sí, sí… el 33%. Este escandaloso dato no es la portada sensacionalista de un periódico amarillo, es el titular de uno de los capítulos del Informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicado y presentado el pasado mes de junio con motivo del Día Mundial de Concienciación sobre el Abuso a Ancianos (WEAAD, por sus siglas en inglés).

El próximo día 14 de diciembre se cumplirán catorce años de la aprobación de la “Ley de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las personas en situación de dependencia”, más conocida como Ley de Dependencia. Fuimos muchos los que consideramos que representaba un hito histórico porque estaba llamada a convertirse, junto a la sanidad, la educación y los servicios sociales, en el cuarto pilar de nuestro incipiente Estado de Bienestar. Pero aquellas expectativas pronto se fueron apagando por la insuficiente dotación presupuestaria y por la nefasta gestión de las instituciones públicas implicadas, incapaces de garantizar una actuación conjunta de coordinación y cooperación, como la ley preveía.

La crisis sanitaria que estamos viviendo ha desnudado muchas de nuestras debilidades y vergüenzas, una de ellas, quizás la más lacerante, ha sido poner en evidencia la cruda realidad de muchas de nuestras residencias de personas mayores. Hemos tenido ante las narices imágenes y cifras de muertos que han reflejado una realidad escandalosa, cifras que deberían avergonzar a una sociedad que se considere mínimamente decente. Ahí está el Informe de Médicos sin Fronteras titulado “Poco, tarde y mal. El inaceptable desamparo de las personas mayores en las residencias durante la COVID-19 en España”, publicado tras el trabajo de apoyo y presencia de esta ONG en cerca de 500 residencias en varias Comunidades Autónomas.

Esta crisis ha señalado de nuevo los profundos problemas de un modelo de residencias que ha evidenciado su fragilidad y el fracaso del débil modelo de dependencia que tiene nuestro país, un modelo que responde más a las condiciones del proveedor de servicios y negocio que a un sistema de asistencia social. Así lo expresa el que los mayores grupos de residencias de España sean propiedad de fondos de inversión.  Es urgente la revisión a fondo de la actual gestión de la Ley de Dependencia, lo que precisa más compromiso político, mayores esfuerzos de financiación y mejor coordinación entre las diversas instituciones. Parece ser,  es una buena noticia, que algunas de las partidas de los nuevos Presupuestos Generales del Estado recientemente aprobados, apuntan en esta dirección, así como el nuevo Plan de Choque en Dependencia presentado el pasado mes de octubre por el Gobierno del PSOE y UP. Con este Plan el Gobierno se compromete a llevar acabo los esfuerzos necesarios para convertir la atención a la dependencia en un derecho real y efectivo en España.

Esperemos que así sea, porque es urgente y no caben más disimulos, ni seguir escurriendo el bulto entre los vericuetos del laberinto de quien son las competencias. Es el momento de pasar a la acción, como apunta el Plan de Choque, generalizando la teleasistencia, aumentando las horas de atención domiciliaria, reduciendo drásticamente las listas de espera.......  Como es también la hora de repensar el actual modelo de residencias de personas mayores para actualizarlo, adaptándolo a la nueva realidad que supone el aumento de la esperanza de vida y asumiendo las nuevas demandas de las personas mayores que son cada vez menos ancianos y manifiestan el legítimo deseo de planificar de modo más activo la etapa final de su vida. Para todo ello es imprescindible también atender la eterna reclamación de los sindicatos, CC. OO y UGT, de dignificar de los salarios, las condiciones laborales, la salud laboral y la cualificación de las personas que trabajan en este sector. 

En este sentido nos emplaza la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, y de ella el Decenio del Envejecimiento Saludable 2020-2030 que llama a la sociedad mundial a que en estos diez años las personas mayores pasen a ser el eje central de la acción de los gobiernos, de la sociedad civil, de los organismos internacionales, de los profesionales, de las instituciones académicas, de los medios de comunicación y del sector privado.

La duda es si como sociedad podremos seguir soportando la vergüenza de mantener el fracaso de nuestro sistema de atención a la dependencia y con ello la realidad vista en estos meses en tantas y tantas residencias de mayores. O si sabremos hacer realidad el hermoso eslogan del Decenio del Envejecimiento Saludable 2020-2030: “añadir vida a los años”.

Residencias de mayores, ¿podemos soportar tanta vergüenza?