sábado. 20.04.2024

“I don’t know why”

mick

No sé por qué (“I Don’t Know Why”) se preguntaba Jagger en mayo del 75 del siglo pasado. En agosto del 20 del siglo actual, la pregunta indirecta podría ser válida aunque sin su connotación amorosa: “No sé por qué es necesario ocultar el lugar donde se encuentra, se esconde o se cobija el anterior Jefe de Estado”.

¿Un rey que busca refugio en una república?

En los últimos días nos bombardean, hasta el hartazgo, con informaciones divergentes sobre huida, exilio o “Tocata y fuga de Lolita”, protagonizadas por el Emérito, (del que se dice que puede haber vuelto al redil de Estoril o haber buscado cobijo al calor de una república caribeña). Es una paradoja difícil de encajar. De confirmarse su estancia en uno de estos países ¿podríamos considerarlo un mensaje subliminal?. Como no tengo muy clara la respuesta a esa inocente pregunta, dejo volar la imaginación hasta el año en que escuchamos a Arias Navarro, desolado y bañado en lágrimas, informar a los españoles que Franco (cuyo heredero con título de rey no fue otro que el insigne monarca caído en desgracia) había viajado hacia el más allá, con el alivio que ese óbito supuso para los de acá. Lo malo, o quizá lo bueno, de dejar volar la imaginación es que en ocasiones el viaje se realiza en compañía de una entrañable compañera, la saudade, que además de una palabra hermosa, es una emoción intensa, un estado espiritual que agudiza el sentimiento de pérdida por lo vivido, aunque como todo estado emocional no es perdurable; tan solo hay que permitir que el pensamiento viaje a otro tiempo y a otro lugar, ni mejor ni peor, simplemente diferente.   

1975

El año del desconsuelo del último presidente del franquismo  fue el mismo año en que el eterno Dylan nos envolvió en la tristeza (“Tangled up in blue”); que Barry White nos hizo bailar con su “Mi primera, mi última, mi todo... (“You’re The First, The Last, My Everything…); que Manolo Sanlúcar nos acercó al flamenco (“Caballo Negro”); que Cecilia estableció el 9 de noviembre como fecha clave en la incomunicación de una pareja (“Un ramito de violetas”) y reinvindicó en el festival de la OTI que no quería ser la sombra en un rincón (“Amor de medianoche”); que Donna Summer nos hizo soñar  con hacer el amor (“Love to Love, You Baby)”; el año que Bruce Springsteen nos recordó que había nacido para correr (“Born To Run”); que Chicago nos habló de los viejos tiempos (“Old Days”); que Joan se reencontró con Bob y publicó 'Diamonds and Rust' en la que hablaba de unos ojos azules (¿de Dylan?) y de recuerdos con diamantes y óxido; el año en que Amancio Prada se despidió de los ríos y de las fuentes  (“Adiós ríos, adiós fontes”); que Triana nos descubrió un lugar en él que brotaban las flores (Sé de un lugar”); el año en que Rosa León, al igual que Aute haría tres años después, nos confesó su temor a la madrugada  (Al Alba”); que Lole y Manuel nos recordaron que la luz vence tinieblas (“Nuevo día”)...

La 1 y la 2

El año de la proclamación de Juan Carlos de Borbón como rey tan solo había dos canales:  la 1 y la 2; las estrategias de guerra en pos de ganar la batalla por la audiencia estaban por llegar.  A lo largo de  aquellos doce meses de la mitad de la década de los 70,  pudimos disfrutar viendo “Este señor de negro”, una serie inolvidable creada por Mingote, dirigida por Mercero y protagonizada por José Luis López Vázquez, que se estrenó apenas un mes antes de la muerte del dictador; a Félix Rodríguez de la Fuente en "El hombre y la Tierra", un  documental que fascinaba a grandes y pequeños, quienes también seguían con gran interés  las andanzas de los payasos de la tele, Gaby, Fofó y Miliki; y a Chicho (Chicho Ibáñez Serrador) con sus características gafas e Íñigo (José María Íñigo) con su peculiar bigote; ambos nos brindaron momentos inolvidables e hicieron historia  por méritos propios. Quien no recuerda Un, dos, tres” o  “Historias para no dormir”, serie de la que el último capítulo emitido en 1975 fue “El televisor”  que se reemitió en el año 2000 y de la que Ibañez Serrado dijo  "Es una producción casi inédita. Se emitió muy tarde y sin anunciar, porque era la primera vez que se criticaba a la televisión desde la televisión".

“Que toda la vida es cine, y los sueños, cine son”

Catorce días antes de la muerte del dictador se estrenó en España “Jesucristo Superstar”, versión de un  musical de Broadway que también produjo y protagonizó Camilo Sexto en  el teatro Alcalá Palace y que nos  familiriazó con la ópera rock-  Mucho antes de que Joaquinito, como le llamaba Chavela, nos emocionara con “Una canción para la Magdalena”, la Magdalena ya nos había sensibilizado cuando cantaba “No sé como amarle”. “Que toda la vida es cine, y los sueños, cine son”  dijo Aute casi una década después.

Durante aquellos doce meses se proyectaron muchas películas pero como no pretendo, ni de lejos, hacer una recopilación, no voy extenderme; tan solo una pequeña mención a un filme cuyo estreno intentaron evitar, de hecho lo retrasaron durante dos años, tanto la iglesia católica como la censura del régimen, una película basada en un exorcismo real, que a día de hoy no causaría ni el más mínimo temblor, pero que en aquel momento resultó aterradora, aunque dudo de si esa consideración de aterradora del “El exorcista” se ajustó a la realidad o más bien fue producto de una bien orquestada campaña de marketing aderezada por la inquientante banda sonora de Mike Oldfield (“Tubular Bells”), la misma banda sonora que podría acompañar al anterior Jefe de Estado, rodeado de más sombras que luces, en su salida por la puerta de atrás de Zarzuela. 

“I don’t know why”