jueves. 28.03.2024

Lo que se perdió en Grecia

No la busquen porque no la encontrarán, la democracia huyó de Grecia. El logos convertido en la palabra de los iguales, no cabe en las urnas.

No la busquen porque no la encontrarán, la democracia huyó de Grecia. El logos convertido en la palabra de los iguales, no cabe en las urnas. Murió tras el referéndum, tras el «No» del pueblo vencido por una traición. Estas elecciones, después de haber cedido 50.000 millones de euros en bienes propios, más el acuciante pago de una deuda que sólo revierte beneficios sobre los bancos europeos es una burla y una oportunidad perdida, mientras avanzan en las urnas los partidos fascistas. No puedo elogiar a Tsipras ni a los que quedan en su partido, porque de su ingrata renuncia a la defensa de la voz de su pueblo, Grecia, sale una vez más herida de muerte. Se recibirán nuevas remesas económicas, bajo el nombre de ayudas para «salvar a Grecia», que irán a parar a los bancos, de las que poco y nada, ya se ha visto, no es que tengamos que suponerlo, quedará en Grecia. Si esto es Europa, evidentemente, es una cruel pesadilla. Y si un gobierno es incapaz de decir de qué modo le han presionado para llegar a este resultado, es un títere, un muñeco en manos extranjeras.

Grecia, tenía un alma, pero se le ha perdido. El alma de Grecia era su legado. Quiero creer que sigue viva en algunos, porque cuando alzan su voz, vuelve el eco de Sócrates. Ahora, Grecia es un espejo opaco, manchado por oscuras humedades en donde pueden reflejarse extenuadas y moribundas las próximas víctimas, las democracias del sur especialmente, que caerán atrapadas económicamente, una tras otra, en la telaraña de un proyecto, que bien puede dividirse en ganadores y perdedores, en apropiadores y desahuciados, en poderosos y débiles.

Tengo la triste impresión de que sólo el Papa dice la verdad cada vez que expresa con convicción que estamos en una «atmósfera de Tercera Guerra Mundial»; está alertando al mundo de lo que realmente ocurre. Lo ha dicho ya un par de veces. La última en su actual visita a Cuba. ¿Hay algún político internacional que lo diga? ¿Alguno nacional, acaso? Comprendo que los políticos internacionales de Occidente e incluso de Oriente que bombardean sobre Siria, Yemen o Palestina destruyendo ciudades y asesinando a los ciudadanos, obligándolos a buscar refugio en otros territorios, callen. Es su negocio. Los envuelven sus intereses. Pero, ¿qué clase de políticos son los españoles que de nada alertan? ¿Desconocían que este drama de los refugiados podía finalmente estallar? ¿De qué modo cierran los ojos ante las ayudas económicas que recibe el EI?  

Para encontrar la sinceridad, parece que hay que buscarla en el pasado. Las guerras comerciales por el dominio del mercado mundial han llevado a las grandes guerras. Y esto, es lo que nuevamente está pasando. En 1885 decía el socialista William Morris en un artículo publicado en el periódico Commenweal, órgano de la Liga Socialista: «Nos hemos mantenido apartados de toda guerra con las armas contra enemigos durante mucho tiempo. Y yo os diré por qué: porque hemos tenido la parte del león en el mercado mundial; no quisimos luchar por ella como nación, porque ya la teníamos. Pero ahora esa situación está cambiando del modo más significativo, y para un socialista, del modo más ominoso. Estamos perdiendo, o hemos perdido ya, esa parte del león. Existe ahora una desesperada competencia entre las grandes naciones de la civilización por el control del mercado mundial, y mañana esto puede convertirse en una guerra desesperada con ese fin».

Y nos asombramos de las alambradas y de la inmensa cantidad de personas que buscan refugio en Europa, pues si nos asombramos de esto, es porque estamos mal informados. Y para muestra basta un botón: ¿qué periódico español está informando sobre lo que ocurre en Yemen? Si bien, para ser justos hay que decir que mucho informan de Venezuela.

«El mal vuelve siempre su rostro hacia el mal» escribía el poeta Hermann Broch. Y en el poema Los inocentes dejó escrito: «Descúbrete y piensa/ en las víctimas pues solo el/ que siente la soga en su/ cuello se da cuenta de la/ brizna que se agita en el/ vientre por entre los adoquines/ del cadalso». Todavía tendrá tiempo de dar voz a la generación de jóvenes que fue a la guerra y volvió a ir otra vez, desesperada: «El prado y el bosque llegan hasta las alambradas/ y en los hogares de los verdugos cantan los canarios». ( Voces)

Esta noche volverán los bombarderos sobre las ciudades de Oriente Próximo.

Lo que se perdió en Grecia: la Verdad.

Lo que se perdió en Grecia