viernes. 19.04.2024

La magia del perímetro

perimetro

Durante la primera ola tuve la ocasión desde estas mismas páginas de hablar de la neurosis como mecanismo de defensa psíquica ante una situación extraordinaria que generaba una sobredosis de malestar en un porcentaje muy elevado de la población.

En efecto ante una situación de tensión tan elevada la psique funciona como cualquier organismo de nuestro cuerpo por el principio de la homeostasis a la búsqueda del equilibrio. Dicho de otra manera, cuando la tensión se eleva se produce automáticamente la necesidad de descargarla por cualquier procedimiento. Si tenemos en cuenta además que la psique goza del privilegio de poder dirigir esa descarga hacia donde encuentra mayores réditos podemos entender perfectamente que la neurosis opera en cada individuo como la vía regia que le devuelve al equilibrio, es decir a la tranquilidad.

En mi caso, la necesidad de reproducir en el espacio del confinamiento domiciliario un circuito que emulara al que diariamente venía realizando en el parque y que me servía como soporte para el resto de mis rutinas cotidianas.

Clínicamente a este proceder que yo repito todos los días y que repetí asimismo durante todo el confinamiento, se le denomina neurosis obsesiva que durante la pandemia bien puede convertirse en un valor de referencia a tener en cuenta para explicar el comportamiento de buena parte de cada uno de nosotros y que, Byung Chul-han filósofo de moda denomina rituales para explicarlo en su dimensión social, al tiempo que advierte del peligro de perderlos por su capacidad de cohesionar y procurar identidad a las comunidades.

Si en la primera ola como queda dicho tuve la necesidad neurótica de traer el circuito del parque a casa, en la segunda, he tenido el impulso de identificar rápidamente el perímetro de mi área de salud y devolver el circuito de nuevo a la calle para descubrir con sorpresa la magia de ese espacio

Hace bien el coreano en llamar la atención sobre la gravedad de la perdida de los rituales para el futuro de nuestras sociedades por encima de diferencias culturales, pensemos en las consecuencias, por ejemplo, de largos periodos de aislamiento para un país como el nuestro acostumbrado a socializarse en la calle y en círculos amplios de relación. La primera, ya la estamos sufriendo, nuestras enormes dificultades para contener el virus en esta segunda ola, con otra vez altísimas tasas de mortalidad y un aumento preocupante de las hospitalizaciones. El resto están por determinarse. Lo cierto es que hay una resistencia feroz a abandonar nuestros ritos sociales aún a riesgo de pagar un elevado precio por ello.

Individualmente nos ocurre algo parecido, nos aferramos por fortuna, a nuestras manías, nuestras obsesiones, nuestras neurosis, a todo aquello en definitiva que ritualiza nuestra vida y que repetimos constantemente, diques de contención para la angustia, sin los cuales nuestro riesgo de enfermar se multiplicaría de manera extraordinaria.

Hasta aquí nada que no hayamos dicho antes, pero la vida siempre da segundas oportunidades y la pandemia también. Si la primera ola hizo emerger la neurosis como mecanismo de defensa, la segunda nos ofrece el perímetro como sistema inmunitario.

Si en la primera ola como queda dicho tuve la necesidad neurótica de traer el circuito del parque a casa, en la segunda, he tenido el impulso de identificar rápidamente el perímetro de mi área de salud y devolver el circuito de nuevo a la calle para descubrir con sorpresa la magia de ese espacio.

¿No será que el perímetro nos remite a un espacio circular en el que podemos imaginar que cabe todo nuestro mundo y que al tiempo que nos limita nos ofrece protección y cobijo, una especie de útero en el que solo nos es exigido flotar?

Vale la pena detenerse en ello, en los círculos siempre nos sentimos a salvo, inmunes; el círculo familiar, el circulo de nuestras amistades, etc. Por el contrario, cada uno de estos círculos cuando se rompe nos deja a la intemperie, más vulnerables. Nos pasamos la vida reconstruyendo y habitando nuevos círculos. En época de pandemia el perímetro se convierte en una buena metáfora de nuestra manera de estar en el mundo.

Si la neurosis y los rituales nos defienden y nos identifican, los perímetros nos cobijan y nos inmunizan. Defensa e inmunidad son las constantes evolutivas de la especie y lo seguirán siendo por los siglos de los siglos.

La magia del perímetro