jueves. 28.03.2024

Cuando las formas son el fondo

Me gusta el Papa. Un tipo que nada más llegar entiende que para ganar crédito lo primero que hay que hacer es frenar el deterioro...

Me gusta el Papa. Un tipo que nada más llegar entiende que para ganar crédito lo primero que hay que hacer es frenar el deterioro merece que se le preste atención.

La crisis de vocaciones y de pérdida sistemática de fieles que viene atravesando la iglesia católica desde el último tercio del siglo pasado, anticipaba en gran medida la crisis política e Institucional de las democracias desarrolladas que ha explotado en Europa a finales de primera década del siglo XXI.

No es difícil establecer sus rasgos comunes; ejercicio autoritario del poder, alejamiento progresivo de los problemas de aquellos a quienes se aspira a representar, apropiación de la/s instituciones en beneficio propio, corrupción económica y moral, culto al dinero y a la ostentación, etc, etc.

La respuesta al deterioro ha corrido también una suerte pareja. Para no alargarnos;  autocomplacencia y dogmatismo.

Sin embargo el Papa, paradójicamente, al frente de una Institución poco democrática, está adoptando posiciones que otros líderes que gozan de mayor legitimidad se muestran incapaces de adoptar.

Es cierto que muchos observadores se declaran escépticos ante los aires de cambio que parece quiere imprimir Bergoglio a su mandato, asegurando que hasta ahora todos sus gestos son una mera revocación  de la fachada sin vocación alguna de acometer una verdadera reforma del edificio.

Pero aún así, siguiendo con los paralelismos, no es fácil encontrar entre los líderes que gobiernan Instituciones democráticas gestos a la altura del de los zapatos, el 4L, o el anillo papal, que a mi juicio, encierran una carga simbólica que tiene que ver con la determinación de frenar la distancia sideral que se viene produciendo entre representantes y representados, en definitiva si de lo que  se trata es de ir al cielo, cuanto más cerca esté mejor.

Por lo que hace a las manifestaciones que ha hecho el Papa en relación con algunos temas que son muy controvertidos dentro y fuera de la iglesia, no creo que lo relevante sea si ha traspasado o no las líneas rojas en relación con por ejemplo; el celibato, los preservativos, o la ordenación de las mujeres sacerdotes. Lo relevante es que se ha mostrado como un hombre que duda y la duda además de incompatible con el dogma y consustancial a la condición humana es requisito previo e imprescindible para poder aceptar los errores propios.

Pero quizá lo más relevante de las actuaciones públicas del Papa hasta la fecha haya sido su diatriba contra la “Curia”, que contrasta poderosamente con el silencio vergonzante de los líderes democráticos ante la usurpación de su legitimidad para gobernar que está haciendo el poder del dinero.

Los más pesimistas acuden al ejemplo de Obama para poner en cuarentena la grandilocuencia de los gestos del Papa, a la espera de sus efectos reales sobre una Institución que ha basado su supervivencia de siglos en el autoritarismo y el conservadurismo político. Parecen estar a la espera de sus drones y/o Snouwdens particulares.

Lo cierto es que hay muchos, muchísimos cristianos,  precisamente aquellos de los que nos sentimos más cerca, en los que hundimos buena parte de nuestras raíces, con quienes compartimos la aspiración de una sociedad más justa y una vida más digna, los que se muestran expectantes y esperanzados ante este nuevo liderazgo. Me alegro por ellos y siento una sana envidia.

Cuando las formas son el fondo