viernes. 29.03.2024

Cataluña sigue implosionando

Los actos vandálicos de estas últimas semanas en Catalunya  no pueden considerarse ni de lejos una explosión de violencia, más bien habría que considerarlos como una implosión de violencia en la estela de los actos que protagonizaron los seguidores de Trump el pasado mes de enero en su intento de toma del Capitolio.

En su ensayo Hegel y el poder, Herder, Barcelona, 2019 Byung-Chul Han advierte “A la presencia efectiva de la violencia siempre precede una retirada del poder”, cuando escribió esta frase parece que estaba pensando en ambos acontecimientos de forma premonitoria.

En EEUU la retirada del poder fue momentánea, en Catalunya esa retirada se produjo hace una década desde el momento en el que Artur Más agitó el independentismo al tiempo que daba una espantada en sus responsabilidades de gobierno para hacer frente a La crisis allá por 2012.

Anteriormente este mismo autor en Topología de la violencia, Herder, Barcelona, 2013, se propuso  un análisis más pormenorizado de la percepción de la violencia en la que denomina la sociedad del rendimiento de principios del siglo XXI en contraposición a esa misma percepción en la sociedad disciplinaria de los dos siglos anteriores.

En este “juego” de contraposiciones Han enfrenta la explosión violenta propia de la sociedad disciplinaria a la implosión violenta de la sociedad del rendimiento, en aquella la violencia era percibida como un amenaza externa, en esta es percibida como una amenaza interna, basta acudir al discurso de la explotación de los siglos XIX y XX y al del emprendimiento de principios del XXI para comprobar que el filósofo coreano no va muy desencaminado. La violencia ha sido desposeída de la negatividad del trabajador explotado y sustituida por la positividad, la libertad, del autónomo emprendedor.

Las consecuencias de este cambio  son trascendentes, es primer lugar porque  explican el fin de la protesta como la hemos conocido hasta ahora, si la amenaza no es externa ¿Contra quién la protesta?

En segundo lugar porque cuando  hay una explosión de violencia los vínculos que se rompen son vínculos con el poder, cuando la violencia implosiona los vínculos rotos son vinculos con uno mismo.

Después de estas  semanas de violencia en las calles de Catalunya con el precedente del Capitolio, era obligado volver sobre estos ensayos para comprobar que en la sociedad del rendimiento no solo implosionamos los individuos, también lo hacen las sociedades y el caso de Catalunya es muy llamativo. Catalunya lleva implosionando demasiado tiempo, es una sociedad deprimida que ha roto sus propios vinculos. Los últimos acontecimientos demuestran que los catalanes están dejando de percibir desde hace algún tiempo, quizá desde el 1-O, la violencia como una amenaza externa para percibirla como amenaza interna. Los contenedores autonómicos han sustituido simbólicamente a las porras españolas.

La violencia latente en Catalunya no puede seguir enmascarándose con la positividad de la independencia, es una violencia letal para la convivencia y para la recuperación política y social. El independentismo tiene una enorme  responsabilidad para restablecer ambas  e impedir que Catalunya siga implosionando.

    

Cataluña sigue implosionando