viernes. 29.03.2024

Alivio

El día lleva marchamo de consolidarse en el calendario como el día nacional de los decepcionados (25/07/2019). Todo el mundo se apunta a la decepción políticos, analistas, ciudadanos en general, si son de izquierdas con inclinación al melodrama y, con especial deleite periodistas de toda condición que hace tiempo decidieron instalar sus consejos editoriales en carpas de circo permanente.

Pero hay otra conmemoración posible porque el día no está instituido, es el día de los aliviados, ese día de julio de 2019 que coincidiendo con el descenso térmico ansiado en toda la península, Pedro Sánchez perdió la investidura  para salvar el Gobierno.

Lo más escuchado durante los últimos tres años ha sido la necesidad de un gobierno estable que acabe con este largo periodo de incertidumbre política. Todo indicaba que el resultado de las elecciones del 28-A, apuntaba en esa dirección y que la izquierda estaba en condiciones de garantizar la tan ansiada estabilidad,pero todos parecieron eludir la pregunta clave ¿Qué izquierda?

¿Alguien de todos los que manifiestan sentirse tremendamente defraudados y decepcionados y hasta desconsolados es capaz de conjugar estabilidad y gobierno de coalición PSOE-UP?

Sencillamente no es posible. Podemos ya dio síntomas tempranos de su vocación por la insignificancia cuando en 2016 impidió el gobierno PSOE-Cs  dilapidando  un capital político de 80 diputados que le hubiera permitido ser un referente muy importante de la izquierda parlamentaria y una oposición eficaz para hacer frente a las tendencias más liberales de la acción de gobierno.  Nada que, por otra parte, resultara una sorpresa cuando la formación morada se había declarado insistentemente heredera política de Julio Anguita, el gran estratega del sorpasso.

La estrategia de intentar reforzar el bipartidismo, es la correcta por más que se asusten los esencialistas.

No hablo del pasado, por insólito que parezca y después de una debacle electoral importante el pasado 28-A, Podemos sigue dando muestras de no haber abandonado su obsesión por el sorpasso  y si no ha podido en las urnas, por qué no internarlo desde el  gabinete, insistiendo en el error de los atajos.

Sencillamente, no es posible, la nueva política tan solo ha mostrado impaciencia, urgencia por llegar al poder y si acaso algunas fórmulas exprés de participación saludables, pero poco maduradas y excesivamente instrumentalizables.  Desde 2015 repiten con insistencia, como si no terminaran de creérselo,  que han venido para quedarse y lo curioso es que todo el mundo lo ha dado por bueno sin mayores consideraciones.

Digo yo que para quedarse, conviene primero pararse, que quedarse no es incompatible con sosegarse, al contrario, parece lo sensato pero la nueva política se pasa la vida sorpasando, y eso es muy desasosegante. Es comprensible que esta nueva generación de políticos este muy “mediatizada“ por la urgencia que para la vida en general, también para la política han impuesto las tecnologías digitales, pero en toda transformación, en la social con especial relevancia, no conviene olvidar que lo nuevo siempre ha  convivido con lo tradicional mucho más tiempo del que parece. Los cambios políticos no son ajenos a esta convivencia y los resultados electorales lo muestran aunque de repente solo parezcan mostrar fragmentación.

Durante los últimos meses el tiempo que media entre las elecciones municipales y autonómicas y el debate de investidura, la izquierda inoperante se ha mostrado indignada por la “frivolidad”, así la denominan, de pedir la abstención de la derecha para permitir la gobernabilidad ¿Dónde está el error desde el punto de vista de la izquierda del intento de Pedro Sánchez por reforzar el bipartidismo? ¿O es que acaso la llegada del tan celebrado pluralismo político ha supuesto mayores cotas de libertad y bienestar social en la vida de los ciudadanos? Para nada.

La estrategia de intentar reforzar el bipartidismo, es la correcta por más que se asusten los esencialistas. Salvado el match-bol de la investidura, es ese el clavo que hay que machacar para hacer dudar al PP y para que Cs continúe sangrando por la herida y mientras tanto Podemos debe acostumbrarse a aceptar que tiene la fuerza que tiene y no la quiere hacernos creer que tiene,  42 diputados, que no están nada mal para condicionar la acción de gobierno, como ya pudo haber hecho seguro que con más éxito con 80, pero insuficientes para cogobernar.

Tampoco vendría mal un poquito de entereza,  por más que los profesionales  del descrédito hayan metido una marcha más en la maquinaria del desprestigio de los políticos, a la cabeza Pedro Sánchez, no faltaba más,  en caso de repetición electoral el próximo noviembre, no veo tanto drama. Somos  muchísima gente quienes pensamos  que hay coyunturas históricas que merecen un esfuerzo adicional por fortalecer la mayoría.

Pedro Reyes

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