viernes. 26.04.2024

Zaplana y amigos: La política como modo de vida

De todos es sabido que Eduardo Zaplana entró en política para forrarse y es más que evidente que lo ha conseguido sin que su andadura...

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De todos es sabido que Eduardo Zaplana entró en política para forrarse y es más que evidente que lo ha conseguido sin que su andadura por la cosa pública le haya dejado cicatrices visibles o presumibles. Pero además de haber dado alcance a sus ambiciones más primarias, Zaplana pasará a la historia por su bronceado y por ser un visionario y un adelantado a su tiempo ya que con una preparación intelectual tan escasa como su extraño sentido de la ética impuso una forma de estar y hacer en la vida pública que hoy ha triunfado entre nosotros. Procedente de la UCD, pero como de tapadillo, pasó a las filas del partido del gran demócrata Fraga Iribarne, ingeniándoselas para que una concejala socialista de su misma condición le diese la Alcaldía de Benidorm, anticipándose de ese modo varios años a Esperanza Aguirre y su “tamayazo”. En agradecimiento por ser su ciudad talismán, el cartagenero Zaplana regaló a la capital de la Costa Blanca una suntuosa avenida llena de fuentes, rotondas interminables, iluminaciones variopintas y palmeras que ya la quisiera para sí su admirada Miami. La llamó: Avenida Eduardo Zaplana, y así sigue.

Zaplana fue el ariete, la punta de lanza de una forma de hacer política que luego sería asumida por el aznarismo y por todo el Partido Popular. Se trataba de usar el poder contra el interés general haciendo ver a los ciudadanos que todo lo hacían por ellos y que habría para todos si todos se portaban bien, eliminando la responsabilidad política por los hechos nocivos cometidos en el desempeño de sus funciones del diccionario y de la praxis. Como Presidente de la Generalitat valenciana su acción política se concentró en tres puntos fundamentales: el primero, la privatización de la Sanidad y la Escuela, durante su mandato aparecieron los barracones escolares que dieron cobijo a miles de niños mientras se derivaban cientos de millones a los colegios concertados católicos, fue también en ese tiempo cuando se implantó el modelo sanitario Alcira, que consistía en que los beneficios iban para las empresas adjudicatarias y los gastos para el Estado: Cataluña y Madrid siguieron sus pasos; el segundo, la organización de grandes eventos en la ciudad de Valencia, desde carreras de automóviles, veleros y motos hasta máster de tenis, pasando por visitas papales costosísimas en las que se repartían miles de hostias consagradas de efecto retard mientras Canal 9 gastaba millones en ellos sabrán para qué y por qué; el tercero fue la construcción de grandes mamotretos arquitectónicos que en ningún caso correspondían a la iniciativa pública y sí a la privada, millones y millones de euros se tiraron sin ninguna consideración a la ética que debe marcar el manejo de fondos públicos en los vertederos de la Ciudad de las Artes y las Ciencias, la Ciudad de la Luz, Terra Mítica, circuito urbano de Valencia, Teatro de la Ópera de Valencia, Aeropuerto para peatones de Castellón y un sinfín de obras faraónicas hechas de acuerdo con conocidos empresarios en las que se evaporó el dinero de todos y el de dos de las cajas de ahorro más importantes de nuestro país: Bancaja y Caja de Ahorros del Mediterráneo. Su obra irrepetible fue continuada por Camps y Rita Barberá. Hasta ahora ninguno de ellos ha sido encarcelado, por el contrario Zaplana, en recompensa por su magnífica y popular gestión, fue recompensado tras salir del Gobierno Aznar y de la Jefatura de su Grupo Parlamentario con la Secretaría General Adjunta de Movistar, empresa que fue pública y que todavía preside un íntimo del hombre del bigote menguante: César Alierta.

El ejemplo de Zaplana cundió y al poco tiempo llegó Aznar al poder, entre él, Rato, Montoro y Rajoy desregularon el mercado financiero y el suelo, provocando la burbuja inmobiliaria que desmanteló nuestro tejido industrial, parió la mayor corrupción conocida desde la muerte del tirano y analfabetizó a millones de ciudadanos al grito de: “El Vellocino de oro ya está aquí y es para mí”. Rajoy, en su calidad de ministro etéreo afirmó que del Prestige salían hilillos como de plastilina y a los pocos minutos toda la Costa de la Muerte se cubrió de mierda negra: gallegos y españoles lo premiaron con la presidencia del Gobierno; Cascos, ordenó que se llevaran el barco al “quinto pino” y del quinto pino vino la tragedia, hoy tiene un partido asturiano; Esperanza Aguirre subió a los cielos de Madrid del modo que todo el mundo sabe, no sin antes haber dicho en público que admiraba mucho a esa escritora llamada Sara Mago, hoy asesora…; De Guindos estuvo de jefe en Lehman Brothers Holdings Inc cuando quebró, le dieron la dirección de la economía nacional; Morenés, representante de la industria de la guerra, trabajaba al lado de Eduardo Serra, ministro de Defensa que hace poco dijo que invertir en esa parcela era mucho más importante que hacerlo en Educación o Sanidad: La deuda militar supera los 20.000 millones; el amigo Juan Villalonga creó entre nosotros, para mayor gloria de su hacienda, las stock options, ahora anda por Miami haciendo bolos con Julio Iglesias al que la Generalitat valenciana pagó un montón de millones para promocionar su propia imagen; Miguel Blesa, compañero de pupitre del que jugaba al dominó en Quintanilla de “Onésimo Redondo y de las JONS”, cazador avezado de osos y brillante banquero que consiguió en un tiempo récord que Caja Madrid, la segunda caja del país, alcanzase las más altas cimas de la miseria endeudando al Estado para su salvación en más de 20.000 millones de euros, es un tío respetable que anda en libertad mientras el juez que osó encarcelarle espera juicio por prevaricación; Carlos Fabra, constructor de aeropuertos vírgenes y experto en loterías de Navidad, juega al pin pon; Jaume Matas, ex ministro de Medio Ambiente y Presidente balear que convirtió las islas en un cortijo, espera gracioso indulto; Ana Mato, ministra de insalubridad que compraba confeti y globos por toneladas y nunca supo que tenía un Jaguar en la cochera de su casa, cree que la Sanidad Pública es su Barby; Jorge Fernández Díaz, ministro de la porra que vio a dios en Las Vegas y de él recibió el mandato de reverdecer los modos y maneras de la vieja policía armada que fundó Franco con el asesoramiento de Himmler, sigue hablando con el todopoderoso vía skype; Alberto Ruiz Gallardón, Alcalde de Madrid que dejó a la ciudad con la mayor deuda de todas las ciudades de Europa, admirador confeso de Utrera Molina que ahora redacta el Código Penal de la Post-democracia, continúa desempolvando leyes de la tiranía, Ana Botella, Bárcenas, Naseiro, Sanchis, Palop, Medina, Castedo, Lamela, Cospedal…  En fin toda una serie de personajes venidos del más allá para hacernos la vida más difícil todavía en el más acá en nombre de una concepción de España ultramontana hecha a su imagen y semejanza por los muchísimos reaccionarios que les precedieron en el poder y que persisten, sin despeinarse, en hacer de este país un lugar inhabitable para cualquier persona con un mínimo de ética, afán de Justicia, Solidaridad, Libertad y Progreso.

Zaplana fue un precursor de todos ellos. Hizo de la política una forma de vida para sí y para los que le acompañaron en el viaje. Sus seguidores aprendieron bien una lección que ya les venía de fábrica. La aplicaron con absoluto esmero y la siguen ejecutando caiga quien caiga. Dentro de muy poco no habrá nada que derribar, pero el principio de impunidad e irresponsabilidad por los actos políticos irresponsables, delictivos y dañinos habrá quedado esculpido con letras de oro en el manual del gobernante como regla de obligado cumplimiento. Delenda est Democracia.

Zaplana y amigos: La política como modo de vida