viernes. 19.04.2024

El rescate de Julen: un Estado necesario, una prensa ominosa

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Algunos medios han protagonizado uno de los espectáculos desinformativos más bochornosos y sádicos de estos cuarenta años de democracia, lo que indudablemente es un síntoma de la degradación del periodismo

Por mucho que uno intente sustraerse al horror con el que todos los días nos bombardean informativos y programas mañaneros, es imposible no empatizar con la familia del niño que murió hace días al caer en un pozo, uno de los miles de pozos que horadan todo nuestro territorio de forma ilegal. No puedo negar que he sentido verdadera angustia, por el niño en primer lugar, por los padres en segundo, por los héroes -guardias civiles y mineros asturianos pisoteados a los que la derecha ha llamado de todo- que se han jugado la vida a setenta metros bajo tierra a pesar de ser conscientes de las poquísimas esperanzas que había de encontrar al niño con vida.

Del mismo modo que la generosidad, el altruismo y la entrega de cientos de personas que han dado lo mejor de si en esos momentos dramáticos me produce una gran satisfacción, incluso me reconcilia con el ser humano, siento un inmenso asco por la prensa española en general. Hay excepciones, pero pocas. Desde El País a La Vanguardia, desde Tele 5 a Antena 3, pasando por decenas de medios de comunicación territoriales, han protagonizado uno de los espectáculos desinformativos más bochornosos y sádicos de estos cuarenta años de democracia, lo que indudablemente es un síntoma de la degradación del periodismo. Durante más de diez días han tenido cámaras transmitiendo en directo lo que pasaba en Totalán. Y en Totalán no pasaba nada, salvo que un niño maravilloso había tenido la desgracia de caer por un agujero hecho por hombres desaprensivos, salvo que trescientas personas se dejaron la piel para poder sacar a un chiquillo que todos sabían no estaría vivo porque el tapón era él mismo. Imágenes quietas con grúas enormes, interrupción de programación para dar noticias que eran siempre las mismas, fotografías de los padres hechas con grandes objetivos desde lejos para alimentar el morbo nauseabundo de tontos y despreciables, especulaciones sin sentido, vigilias dirigidas por un tipo al que no encuentro adjetivos para calificar, bajas pasiones, falta de respeto a la intimidad de los progenitores y ausencia total de ética periodística hasta convertir la tragedia en un circo mediático a la búsqueda de más audiencia, es decir, de más dinero. Sencillamente repugnante.

Y ese, lamentablemente, es el nivel de las televisiones, radios y periódicos de este país, los encargados de formar opinión dedicados a bucear en la mierda, a embrutecer a un pueblo maltratado siempre por los que han tenido una chispa de poder. Y son esos medios, los mismos que han convertido este terrible accidente en un espectáculo miserable, los que nos indican a quién votar, los que hablan de la situación en Venezuela para no decir nada de la miseria que recorre nuestro país, de la desigualdad nunca vista desde los tiempos de Franco, de la explotación brutal que sufren quienes trabajan en las cocinas de los grandes restaurantes, en los talleres, en las fábricas, en el campo, de los defraudadores fiscales, de los canallas de guante blanco; son ellos los que de forma subliminal o directa, depende de la ocasión y el medio, están blanqueando a Vox, un partido medieval que quiere encerrarnos en el feudalismo, dándole minutos y horas en todos los programas de intoxicación, como si fuesen un partido más y no una amenaza para nuestros derechos y nuestra convivencia; son los que enervan a la gente para que se tomen medidas drásticas contra Cataluña, como si los catalanes fuesen nuestros enemigos y no nuestros hermanos, boicoteando cualquier intento de negociación, de arreglar un problema real mediante el diálogo en vez de dejarlo enquistar para exigir después una intervención policial tan desastrosa como la del uno de octubre. Son, en fin, hombres sin piedad.

La defensa del Estado Social de Derecho, con todos los medios, es la gran barricada que de ninguna manera podemos abandonar

En el otro extremo, el pueblo de Totalán, un pueblo pobre con un altísimo índice de paro, que se ha desvivido por ayudar a los familiares, por contribuir al rescate, por acompañar a los rescatadores. Un pueblo como tantos de España que siempre saben ser generosos ante la necesidad o el dolor. Y el Estado, ese Estado que se quiere privatizar, al que la derecha y la ultraderecha quieren convertir en un mero policía con la única función de proteger los derechos de los más poderosos y sus mangancias, un Estado al que las bestias del pasado quieren arrancar las Pensiones, la Sanidad y la Educación Públicas que son de todos y constituyen uno de los logros más grandes conseguido por las luchas de los trabajadores, un Estado que no ha lanzado bulos, que, pese a los presagios de los técnicos, ha sido prudente en declaraciones y no ha parado en medios para dar con el niño al precio que fuese, poniendo al servicio del rescate todos los medios habidos y por haber dentro de una operación de ingeniería civil sin precedentes que ha tenido que resolver los miles de problemas que han ido surgiendo sobre la marcha, sin tiempo, con el asedio y la presión incesante de los carroñeros, rodeados de su hedor.

Pues bien, es ese Estado, el Estado democrático que se fue construyendo con las luchas de los trabajadores para que todos nos pudiésemos defender de los depredadores, para garantizar nuestros derechos, para ayudar y defender a los más desfavorecidos, para rescatar a Julen, el que quieren desmantelar los tres partidos ultras que probablemente -si no somos verdaderamente conscientes de lo que pueden hacer en cuatro años de gobierno- ganarán las elecciones generales venideras. El Estado Democrático que quieren volar para hacerse todavía más ricos, para que aumente la explotación y la desigualdad, ha puesto al servicio de una familia pobre los medios que nadie individualmente habría podido prestar, es el Estado solidario que tenemos que defender con uñas y dientes contra el policial que nos quieren imponer con su prensa putrefacta, con sus bulos, con su tergiversación constante y permanente de la realidad. Los esfuerzos invertidos en el rescate de Julen, las donaciones de órganos que nos colocan en el primer lugar del mundo en trasplantes, la generosidad sin límites de los mineros asturianos que fueron insultados por Esperanza Aguirre y otros dirigentes del PP cuando llegaron a Madrid para defender sus puestos de trabajo y el futuro de su tierra, el altruismo de miles de personas que dan de comer a quien no tiene ni para eso, nos hacen tener esperanza en el futuro de este país. La defensa del Estado Social de Derecho, con todos los medios, es la gran barricada que de ninguna manera podemos abandonar. Por eso, desde estas páginas, y pensando que todavía quede algo de lucidez en los dirigentes de todos los partidos de izquierda, pido la creación de una gran coalición en la que quepan todos aquellos que aborrezcan del franquismo, la desigualdad, el robo, el privilegio, el bulo y la explotación, elaborando un programa de mínimos que impida la destrucción de todo lo que hemos conseguido hasta ahora y posibilite seguir avanzando pese a la brutalidad de las fuerzas del pasado.


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