martes. 23.04.2024

Un partido nocivo para la salud

Pese a la bondad del momento para tanto bloguero, abusador, mediocre, analfabeto, fascista y granuja, es otra la realidad que sufren la mayoría de los habitantes de esta nación de naciones.

España, es indudable, va bien para Paquirrín, Belén Esteban, Isabel San Sebastián, Inda, Marhuenda el comisario, Bertín, Chaveli, Mariló Montero y toda esa panda de personajillos convertidos en referente mediático, moral e intelectual de una parte del país que está enferma terminal

España va bien, eso nadie lo duda, va bien para quienes no pagan impuestos aún teniendo más dinero del que gastarán sus nietos, va bien para quienes explotan a los trabajadores con sueldos de miseria y jornadas interminables, va bien para la Iglesia que recibe, entre unas cosas y otras, doce mil millones de euros del Estado sin siquiera pagar el Impuesto de Bienes Inmuebles proporcional a su riqueza, va bien para los imputados que ahora llaman investigados pero que en su inmensa mayoría ni pisarán la cárcel ni devolverán lo robado, va bien para los club de fútbol millonarios que deben millones a la Seguridad Social y no ven embargadas sus sedes, va bien para los que reciben contratas, subcontratas y externalizaciones de servicios públicos con el único objetivo de conseguir por la vía rápida la máxima que tan claramente nos dejó dicha Maese Eduardo Zaplana, forrarse a costa del propio servicio y de quienes a él acuden, va bien para los banqueros que en vez de estar en la cárcel han recibido miles de millones para seguir especulando y maltratando al país, va bien para los inútiles que desde la televisión pública y las privadas mienten por sistema y envenenan nuestros sueños, va pien para quienes no tienen que alimentar y educar a su prole con quinientos euros al mes, va bien para los que heredan el poder sin concurso del pueblo que los mantiene, va bien para los que muñen e intrigan en cofradías de nazarenos, federaciones deportivas, juntas festeras y demás organizaciones tradicionalistas en las que navegan quienes no dan para más, va bien para quienes mantienen miles de pisos cerrados a cal y canto mientras miles de personas son lanzadas de sus viviendas o no tienen dónde vivir, va bien para aquellos que compraron suelo rústico fértil para convertirlo en suelo edificable y lo mantienen improductivo a la espera del regreso de la burbuja, va bien para los piratas que dicen que las dos pagas extraordinarias se prorraten en el sueldo mensual de seiscientos euros, va bien para los que saben como llevar sus dineros a paraísos fecales y los llevan, va bien para el Opus que ve como los independentistas catalanes siguen entusiasmados con sus colegios segregacionistas, va bien, en fin, para las vírgenes que han recibido máximas condecoraciones policiales por parte del ministro que vió a Dios en Las Vegas y tiene un ángel llamado Marcelo que le busca aparcamiento hasta en la cola para entrar al infierno. España, es indudable, va bien para todos ellos y para Paquirrín, Belén Esteban, Isabel San Sebastián, Inda, Marhuenda el comisario, Bertín, Chaveli, Mariló Montero y toda esa panda de personajillos convertidos en referente mediático, moral e intelectual de una parte del país que está enferma terminal.

Sin embargo, pese a la bondad del momento para tanto bloguero, abusador, mediocre, analfabeto, fascista y granuja, es otra la realidad que sufren la mayoría de los habitantes de esta nación de naciones. Más de cinco millones de parados de los que dos y medio ya no cobran ningún tipo de prestación, con sus respectivas familias, viven exactamente igual que en los años sesenta, los años de la emigración masiva, sólo que ahora no pueden emigrar porque no hay dónde para quienes no tienen una formación alta; seis millones de personas viven de contratatos-mierda retribuidos con sueldos inferiores al ridículo salario mínimo que nos han impuesto para seguir abaratando la mano de obra; quienes tienen empleo fijo viven en la zozobra que supone pensar que cualquier día ya no lo será; los jóvenes no encuentran trabajo ni incluso muy por debajo de su preparación ni los mayores de cincuenta tampoco porque ya son viejos; la jornada laboral para los privilegiados que trabajan supera con mucho las cuarenta horas semanales legales porque se busca la productividad y la competitividad a costa de la legalidad, de la salud y la dignidad de las personas y, sin embargo, la venta de coches de alta gama, de productos de lujo sigue incrementándose como en ningún país de nuestro entorno. Entre tanto, el Gobierno que ha propiciado el empobrecimiento general del país, y que sigue siendo votado por siete millones de electores, ha elevado la deuda pública del 67% al 100% del PIB en cuatro años de Gobierno pese a haber menguado drásticamente la inversión en Sanidad, Educación, Dependencias, Obras Públicas e Investigación, ha aplicado amnistías fiscales a los que más tienen mientras machacaba a quienes tenían nóminas por errores de menor cuantía, se ha gastado más de la mitad de la hucha de las pensiones sin ser capaz de buscar instrumentos alternativos de financiación para evitar la catástrofe que se nos viene encima, ha regalado miles de millones a los bancos sin hacer un plan para que ese dinero regrese a las Arcas Públicas, es incapaz de cortar de raíz uno de los problemas más graves que tiene el país y que no es otro que el de la delincuencia fiscal, la protagonizada por individuos de la más baja condición moral que tras llenarse la boca con España o Catalunya llevan sus dineros a lugares extraños para no contribuir a sostener lo que es de todos, es incapaz de hacer emerger la economía sumergida por la que se escapan cantidades incalculables de dinero y, por el contrario, es capaz de vivir sin inmutarse sobre un mar de corrupción que causaría estupor en cualquier país de nuestro entorno, países en los que se dimite por no haber pagado una multa de tráfico, y es capaz de conseguir en sólo una legislatura que los independentistas catalanes sean mayoría cuando antes de su llegada eran minoría.

En vísperas de la convocatoria de nuevas elecciones se habla mucho de la incapacidad de los políticos para llegar a un pacto como el que sucedió al comenzar la Transición. Empero, fue ese pacto, que por otra parte tuvo en su momento muchas virtudes, el que propició que hayamos llegado a dónde hoy estamos, a esta situación de inmoralidad pública y privada en la que son posibles todas las concupiscencias y en la que los intereses del pueblo están muy por detrás de los de las grandes corporaciones y los grandes afortunados. Se habría podido pactar si el Partido Socialista hubiese querido un gobierno de izquierdas, pero un pacto a cualquier precio con antagonistas, con maneras radicalmente distintas de entender la Cosa Pública, sólo habría servido para que todo siguiese igual, para continuar aplicando la política de hechos consumados e irremediables, para mantener el “modus vivendi” establecido desde aquella tan halagada Transición, una Transición que ni siquiera ha permitido dar sepultura a quienes todavía, para vergüenza general, siguen yaciendo en cunetas y tapias de cementerios por el sólo delito de haber defendido la Democracia de los golpistas que terminaron asesinándola. Tenemos, aún lo tenemos, un gobierno franquista con una moral franquista y una praxis franquista. Nadie espere nada bueno de quien tales orígenes tiene y de tal manera actúa. Del mismo modo que Francisco Franco, el maestro, estaba convencido de que su tiranía era lo más y lo mejor, estos señores que nos gobiernan piensan que su política es la más “patriótica”, aunque un tercio de los ciudadanos vivan en la misería, aunque esté exiliando a nuestros jóvenes más preparados para que den el fruto de su trabajo y su estudios a otros países que nada invirtieron en ellos, aunque de cincuenta años para abajo casi todos estén convencidos de que no cobrarán pensión alguna, aunque los pensionistas que han sostenido y sostienen el mayor peso de la crisis al asistir con sus menguados ingresos a hijos y nietos en situación de desamparo, miren con temor al día de mañana dada la pésima gestión que de los dineros de la Seguridad Social ha hecho el Gobierno.

Las nuevas elecciones son algo perfectamente normal en un país democrático, esperemos que también sea normal el resultado y que el voto de los españoles sea, esta vez sí, capaz de apartar para siempre del poder, de los poderes, a quienes tanto daño han hecho a tantos. En otro caso, la suerte está echada: Vamos a una catástrofe general.

Un partido nocivo para la salud